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Opinión

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Joseph Conrad In Memoriam. En el centenario de su fallecimiento

El colapso de las esperanzas

Una indescifrable noche de navidad de diciembre de 1991 discutía con mi amigo Rafael Mendoza Toro y un grupo de amigos sobre el imprevisible fin de la URSS, el derrumbe del muro de Berlín y, el fin de las esperanzas milenarias de una sociedad justa. Aquella tarde-noche, rememorábamos el histórico concierto de Rock del 21 de julio de 1990 conocido como “Postdamer Platz: The Wall Live in Berlín”, que con su característico liderazgo realizó Roger Waters el jefe indiscutido de Pink Floyd, el mismo que promovió un video en apoyo de Evo Morales (cuando fue despojado del poder en noviembre de 2019) bajo el título “Evo querido estamos contigo” que alcanzó notoriedad mundial. El concierto de Rock organizado por Roger tenía como finalidad generar recursos monetarios para apoyar a la gente afectada por el derrumbe del muro de Berlín, por las guerras y los desastres naturales de Europa. Los recursos generados por este concierto irían a engrosar al fondo financiero del Memorial Fund for Disaster Relief. Este concierto histórico es menos conocido, pero no menos importante que, el mítico concierto organizado por George Harrison en el Madison Square Garden de Nueva York en agosto de 1971 realizado para recaudar dinero que se destinaria en favor de los refugiados de Bangladesh en el este de Pakistán. ¿Quién no recuerda la súbita aparición de Bob Dylan en el concierto de Bangladesh? Un momento musical cumbre. ¿Quién no recuerda la memorable actuación de Billy Preston cuando cantó y tocó “That´s the Way God Planned it”, conmocionando al auditorio presente en ese histórico concierto?

Sin duda, la forma en que tocó Billy Preston el órgano en esa canción, si viviera y lo hubiera visto Juan Sebastián Bach, el virtuoso organista y compositor alemán; quedaría muy complacido y estoy seguro de que lo hubiera aprobado con indecible júbilo. Si el concierto de Bangladesh contó con músicos de primera (Leon Russell, Klaus Voormann, Eric Clapton, George Harrison, Ravi Shankar, el grupo The Band), el concierto organizado por Roger Waters también contó con estrellas de primera magnitud como Van Morrison, Marianne Faithfull, Cyndi Lauper, Bryan Adams, el grupo The Band, Scorpions, Ute Lemper. Esta comparativa nos hizo recordar que, por fortuna existe gente del rock muy comprometida políticamente como lo requería Jean Paul Sartre en su polémica con Albert Camus, que se desencadenó cuando “Tiempos Modernos” la revista que fundó Sartre publicó una reseña no favorable de la novela “El hombre Rebelde” (1951) de Camus; reseña a cargo de Francis Jeanson (1952) que, entonces era el director de la famosa revista; en la que criticaba la preferencia de Camus por el hombre rebelde no comprometido políticamente, sobre el hombre revolucionario, el intelectual orgánico comprometido políticamente.

Albert Camus reaccionó con virulencia a la crítica y envió una respuesta a Jean Paul Sartre, como si fuese el autor de la reseña y no Jeanson. La respuesta de Sartre a Camus fue demoledora y significó la ruptura definitiva entre ambos filósofos y escritores existencialistas (La respuesta de Sartre de 1952, apareció en Situations IV, 1964). En esa noche también examinamos la polémica, que siguió por años entre la intelectualidad mundial sobre el affaire Sartre-Camus. Mi amigo Rafael que estaba pasando del radicalismo político de izquierda, a la posición moderada reformista de los chuchos del PRD (Rafael era amigo de Antonio Ortega, hermano de Jesús Ortega) se inclinó a favor de Camus, yo estaba y estoy en favor de Sartre. Todos los izquierdistas ahora moderados se han pasado al bando de Camus y, yo insisto con persistencia que, la posición de Sartre es la correcta pese a sus numerosos errores políticos. A diferencia de Camus, se mantuvo Sartre coherentemente en contra del establishment. Mientras Camus se moderaba con el sistema, en una actitud similar a la que observó Octavio Paz en la última etapa de su vida. Sartre fue un intelectual incómodo para el sistema, no dudó en romper con Fidel Castro al ser uno de los firmantes de la carta que envió Mario Vargas Llosa al líder de la revolución cubana para que liberara al poeta y escritor Heberto Padilla. Jaime Bayley relata en su novela-ficción “Los genios” (2023) el compromiso de Sartre con la carta de Vargas Llosa. En este texto, Bayley, relata otro affaire tormentoso, la ruptura entre Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.

En esta polémica fundamental entre dos visiones antitéticas (Sartre versus Camus) me alegró sobremanera conocer que Bernard Henry Levi miembro del clan de filósofos franceses ultraconservadores, categóricamente señalara con esa humildad hacia el reconocimiento sincero no envidioso que, acompaña a la grandeza, que Sartre en literatura está a la altura de Faulkner y de Joyce, en filosofía, a la altura de Marx, y con su psicología existencial (uno de cuyos conceptos claves es “la mala fe”), está a la altura de Freud, por eso no dudó Henry Levy en considerar a Sartre el filósofo del siglo XX (Bernard Henry Levy “Sartre: The Philosopher of the Twentieth Century”, 2003). El libro de Levy no desmerece en el nivel político e intelectual del tratamiento biográfico de Sartre realizado por Annie Cohen Solal, en lo que constituye una de las mejores biografías políticas sobre el filósofo francés, un texto inolvidable en el que logra Annie con un ritmo verbal vertiginoso, expresar agudamente la descripción de la trayectoria intelectual, humana y política de Sartre, y la cosecha abundante de observaciones muy agudas y penetrantes que, se presentan a lo largo de las 960 páginas de su libro, esto sin dar concesiones, pero con una valoración justa al definir su autora a Sartre como la verdadera conciencia moral y social de occidente. Por una razón similar, Charles de Gaulle, comparaba a Sartre con Voltaire (Annie Cohen Solal “Sartre, 1905-1980”, Gallimard, 1999).

Existen varias obras dedicadas a la polémica Sartre-Camus recomiendo las siguientes: Adrian Van Den Hoven y David A Sprintzen “Sartre and Camus: A Historic Confrontation” (2004); Ronald Aronson “Camus y Sartre: The Story of a Friendship and the Quarrel that Ended” (2005). Un libro subvalorado pero que tiene una visión propia de la confrontación de los dos filósofos existencialistas es el de German Bree “Camus and Sartre: Crisis and Commitment —Critical Appraisals Series—, (1970). Sobre el mismo tema, un libro reciente escrito en catalán muy revelador, con finos matices sobre la polémica Sartre-Camus es el de Antoni Gelonch “Camus vs. Sartre, entre la llibertat i la justicia”, (2022). Un texto delgado, pero con el estilo elegante de Mario Vargas Llosa, que escribe sobre ambos escritores, pero que se pone decididamente del lado de Camus es el que publicó en 1983 Seix Barral con el título “Entre Sartre y Camus”. Hay que decirlo con franqueza, que este libro está muy sesgado por la posición muy conservadora adoptada por el escritor peruano, que ha caído bajo el influjo de von Hayek y la ultraconservadora escuela austriaca a tal grado que siendo en el pasado un escritor sumamente influido por Sartre, fanático de Sartre, ahora afirma que ya no lee nada del autor del Ser y la Nada (1943). Cuando Vargas Llosa era admirador de la revolución cubana en una entrevista que concedió al periódico “Revolución”, poco antes de casarse expresó lo siguiente: “Sartre es uno de los escritores que más admiro. Camus me irrita, es un autor viejo, su filosofía es anacrónica” (Jaime Bayly “Los genios”, 2023). Al convertirse en un escritor políticamente conservador Mario Vargas Llosa dio un giro radical en su apreciación del affaire Sartre-Camus.

Paralelamente al giro conservador mundial que sobrevino en las tres últimas décadas del siglo XX, en México, algo parecido sucedía en esos tiempos. En 1983, se inició con el gobierno de Miguel de la Madrid (MMH), la reversión del modelo económico del nacionalismo revolucionario, y se aceleraba su destrucción, con el advenimiento masivo de la privatización de empresas públicas a partir de 1989. En esa tarde-noche de diciembre de 1991, mis amigos me preguntaron mi opinión acerca del proceso en curso de la privatización bancaria decretado por Carlos Salinas de Gortari (CSG). Les respondí ese día de diciembre de 1991 que tenía sospechas en torno al proceso privatizador de bancos en curso en ese momento. Les dije que se trataba de un evento que, permitiría consolidar un nuevo proceso de acumulación originaria de riqueza en México, y basaba mi opinión en mi experiencia como funcionario bancario. Yo había sido testigo, de un suceso regulatorio ocurrido en 1983 de enorme importancia en la reconfiguración de los grupos de poder económico en México. En efecto, mediante una aparentemente anodina circular regulatoria emitida por funcionarios hacendarios en 1983 en la que las figuras principales a participar por un tiempo en las subastas primarias de valores gubernamentales de Banco de México (en su calidad de agente financiero del gobierno), que efectuaba semanalmente, serían los intermediarios bursátiles.

Con esa disposición el gobierno de MMH concedió un enorme volumen de negocios emanados del sistema financiero muy favorable a los intermediarios bursátiles, que de esta manera fueron receptores de una de las transferencias de riqueza financiera más importantes en México desde la posguerra. ¿Cómo fue ese proceso, y que eventos le sucedieron previamente? En 1979, el presidente demócrata Jimmy Carter para controlar la inflación, nombró presidente de la Reserva Federal a Paul Volcker, el cual fue ratificado por el Senado de EUA. Inmediatamente, Volcker instrumentó en la FED un durísimo programa de controles monetarios (particularmente de la oferta monetaria conocida como M2) de acuerdo a la regla monetaria propuesta por Milton Friedman (que establecía que la tasa real de crecimiento del dinero debía ser igual o menor a la tasa de crecimiento real del ingreso de la economía medido por el PIB), que, si bien dicha medida logró controlar la inflación, inestabilizó las tasas de interés en EUA (y, en todo el mundo), y las elevó a niveles sin precedentes históricos con impactos mundiales entre 1979 y 1984. En ese periodo, las tasas de interés llegaron a rebasar el 20% en los mercados financieros secundarios en EUA. Se generó entonces una recesión económica mundial, que no excluyó a los Estados Unidos.

En efecto, la política de Volcker pondría en serios aprietos económicos a una parte del sistema financiero de Estados Unidos, la correspondiente al mercado hipotecario muy sensible a la volatilidad de las tasas de interés. De esta manera, con la brutal contracción de la oferta monetaria realizada por la FED a instancias de Volcker, se colapsaron miles de sociedades de ahorro y préstamo, que tuvieron que ser rescatadas con un costo fiscal estimado en 500 mil millones de dólares, también hubo quiebras bancarias. El undécimo banco de Estados Unidos el “Continental Illinois” en virtual quiebra técnica fue rescatado por el gobierno de donde surgió por vez primera la expresión “Too Big To Fail”. La crisis fue tan significativa que, en septiembre de 2013, el Sistema de la Reserva Federal, publicó un profundo análisis económico y financiero sobre la crisis de las Saving and Loans intitulado “Z.1 Financial Accounts of the United States, Flo of Funds, Balance Sheets and Integrated Macroeconómic Accounts: Historical Annual Tables 1975-1984”. Por su parte, la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), escribió una detalla historia de la crisis en dos gruesos volúmenes “History of the Eighties - Lessons for the Future” (1997).

Previamente a la crisis, los países denominados emergentes, habían sido receptores de enormes flujos de capital foráneo, provenientes de los países árabes que, disponían de cuantiosos recursos monetarios por el alza del precio del petróleo, y que a través de la banca internacional se habían reciclado a países del tercer mundo, creando una inmensa deuda pública y originando también una enorme deuda privada en moneda extranjera, siendo esta última socializada por medio de los rescates financieros a cargo del Estado, que se sucedieron entonces. La violenta alza de las tasas de interés originó una recesión económica mundial, y generó como efecto colateral la crisis de la deuda del tercer mundo, México fue uno de los primeros afectados. El resultado fue una crisis económica muy severa en el país, que condujo a la nacionalización de los bancos por parte del presidente José López Portillo en septiembre de 1982. Es importante señalar, que la prensa de EUA sancionó favorablemente la acción nacionalizadora, o bien la editorializó sin mayor drama (Alan Riding “Mexico Seizing Banks to Curtail Flight of Capital”, Ne York Times, september 2, 1982; Christopher Dickey “Mexico Takes Control of Private Banks”, Washington Post, september 1, 1982).

Una interpretación distinta de pensadores progresistas -dixit Thomas Marois-, consideró que la nacionalización bancaria de 1982 fue no sólo un rescate al sector bancario -pese al enojo de los banqueros expropiados-, sino que fue algo más, la transición del nacionalismo revolucionario hacia el neoliberalismo en México. En palabras de Marois: “Mexican bank statization had the counterintuitive and ultimately unintended consequence of enabling a more rapid transition to neoliberalism, financialization and market-led capitalism than otherwise may have been posible” (Thomas Marois “The 1982 Mexican Bank Statization and Unintended Consequences for the Emergence of Neoliberalism”, Canadian Journal of Political Science, 2008).

En síntesis, como consecuencia del crecimiento de la deuda pública (y la deuda privada que fue rescatada por el gobierno) el déficit fiscal de la hacienda pública de México alcanzó en 1982, el 16 por ciento del PIB. En ese año, el gobierno de México firmó un acuerdo financiero con el FMI para disponer de recursos, mas, sin embargo, en ese acuerdo de condicionalidad, se prohibió al gobierno incrementar la oferta monetaria. El gobierno mexicano acudió entonces a financiar su déficit con emisiones de valores gubernamentales (CETES entre otros instrumentos). La magnitud de las operaciones de subastas primarias de Banxico con la emisión de bonos soberanos creció enormemente de forma semanal, y los intermediarios bursátiles actores principales, reciclaron esos recursos a las tesorerías de los bancos nacionalizados obteniendo ganancias inmensas e inimaginables en el trading. A la postre, su acumulación de riqueza en un lapso muy corto de tiempo les significó poder adquirir los bancos en el proceso de privatización bancaria decretado por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari entre 1991 y 1992. En efecto, los empresarios bursátiles adquirieron la mayoría de las 18 Instituciones de Banca Múltiple (IBM) reprivatizadas como describimos a continuación: 1. Multibanco Mercantil de México, S.A., se asignó a la casa de bolsa Probursa (José Madariaga), 2 Banpaís, S.A., se asignó a Mexival (Ángel Rodríguez y José Luis Rión, dejando en un plano menor a los empresarios no financieros como Julio Villarreal y Policarpo Elizondo. Posteriormente, Villarreal fundaría Banco Afirme), 3. Banca Confía, S.A., fue adquirido por el Grupo Bursátil Abaco (Jorge Lankenau), 4. Banco del Oriente, S.A., se asignó al Grupo Financiero Margen -de carácter bursátil- (Ricardo y Marcelo Margain Berlanga), 5. Banco de Crédito y Servicio, S.A. (conocido como Bancrecer), fue adquirido por Roberto Alcántara un empresario transportista, sin embargo, tendría como socios a dueños o exdueños de casas de bolsa como Enrique Portilla Ibargüengoitia (de casa de bolsa Probursa), y tuvo en la dirección de Bancrecer a Manuel Somoza un destacado miembro de la comunidad bursátil, 6. Banamex fue adquirido por Accival, casa de bolsa (Roberto Hernández, Alfredo Harp Helú y Esteban Malpica), 7. Bancomer, S.A., fue asignado a Grupo Vamsa, un grupo financiero que podemos catalogar como grupo perteneciente al capital financiero en el sentido otorgado a esa expresión por Rudolf Hilferding (“Finance Capital: A Study of the Latest Phase of Capitalist Development”, 1910), y por Lenin (El imperialismo, última fase del capitalismo, 1917), que combina como grupo económico a sectores industriales con sectores financieros. Vamsa tenía como accionistas a la familia Garza Sada entre otros miembros del Grupo Monterrey, ligados algunos de sus miembros a Banca Serfin antes de su nacionalización, y ligados también a numerosas empresas financieras como accionistas o en alianza tales como: Grupo Visa, Valores Monterrey, Casa de Bolsa Acciones Bursátiles, Seguros Monterrey, Arrendadora Monterrey, Casa de Bolsa Probursa, Casa de Bolsa Arka, Banpaís. Este grupo tenía numerosas empresas del sector comercial e industrial como: Cigarrera la Moderna, Grupo Cydsa, Grupo Alfa, Grupo Vitro, Transportación Marítima Mexicana, Liverpool, Grupo Industrial Ramírez, Cervecería Moctezuma etcétera, 8. Banca Serfin, S.A., quedó en manos de un intermediario bursátil, Operadora de Bolsa -OBSA- (Adrián Sada González, Gastón Luken Aguilar, Guillermo Ballesteros Ibarra), 9. Multibanco Comermex, S.A., se asignó al Grupo Bursátil Inverlat (Agustín Legorreta, y Guillermo Sottil), 10. Banco Mexicano Somex, S.A., fue adquirido por el Grupo Bursátil InverMéxico (Carlos Gómez, Manuel Somoza y Antonio Frank Cabrera), 11.  Banco del Atlántico, S.A., se asignó al Grupo Bursátil Mexicano -GBM- (Alonso de Garay, y Jorge Rojas Mota Velasco), 12. Banca Promex, S.A., se asignó al Grupo Bursátil Valores Finamex (Eduardo Carrillo Díaz), 13. Banoro, S.A., fue comprado por un grupo industrial de Sinaloa (Juan Manuel Ley López, Diego ley López y Rafael  Acosta Mazón) en unión con otro grupo financiero-bursátil, representado por Estrategia Bursátil (Fernando Obregón, Rodolfo Esquer Lugo y Juan Antonio Beltrán López). En virtud de un pleito interno entre ambos grupos económicos, en la resolución del diferendo, Banoro fue adquirido por Bancrecer, 14. Banco Internacional, S.A., se asignó al Grupo Financiero Privado Mexicano -Prime- (Antonio del Valle Ruiz, Eduardo Berrondo Avalos, José Juan Chelala, y Agustín Villarreal Elizondo) y, 15. Banco del Centro, S.A., se asignó a Multivalores Grupo Financiero, S.A. (Hugo Villa Manzo, Luis Felipe Cervantes Coste y José Luis Infanzón). De esta manera, quince de los 18 bancos reprivatizados fueron a parar a manos de dueños de casas de bolsa.

Los empresarios bursátiles, que hasta entonces habían jugado un papel marginal en el sistema financiero de México, mediante este gigantesco mecanismo de arbitraje desplazaron a la vieja élite de banqueros dominante durante la época del desarrollo estabilizador. Paradójicamente, fue el gobierno “populista” de Luis Echeverria quien, enfrentado a los antiguos banqueros, para reducir su peso económico y político, propuso desarrollar la intermediación bursátil, impulsando el mercado de valores gubernamentales, y el mercado de futuros del peso. México tuvo el honor a principios de los años de 1970´s de ser partícipe de los primeros contratos en los mercados de futuros financieros (todavía no se denominaban mercados de derivados financieros). El peso cotizaba en los mercados de futuros de Chicago, en la época del gobierno de Luis Echeverría Álvarez. Es importante señalar, que el 16 de mayo de 1972, el International Monetary Market (IMM) creado por el Chicago Mercantile Exchange (CME) lanzó al mercado siete contratos de futuros de divisas: La libra esterlina, el dólar canadiense, el marco alemán, el franco francés, el yen japonés, el franco suizo y el peso mexicano (Leo Melamed, Chairman Emeritus, CME “The Birth of FX Futures” consultado en septiembre de 2024). Para conocer los orígenes del contrato de futuros del tipo de cambio del peso/dólar en los mercados de derivados de Chicago ver el libro de Kenneth A. Froot, Matthew McBrady y Mark Seasholes “Futures on the Mexican Peso”, Harvard Business School, 1995).

Hacia finales de diciembre de 1991, estaba en ciernes la privatización de los bancos mexicanos, se habían subastado tres paquetes de bancos. El primer paquete incluía la venta de tres bancos: Banpaís, S.A., (8 de junio de 1991), Multibanco Mercantil de México, S.A., (11 de junio de 1991), y Banca Cremi, S.A., (25 de junio de 1991). El segundo paquete incluyó la venta de cuatro bancos: Banca Confía, S.A., (6 de agosto de 1991), Banco de Oriente, S.A., (13 de agosto de 1991), Banco de Crédito y Servicio, S.A., (20 de agosto de 1991), y Banco Nacional de México, S.A., (26 de agosto de 1991). El tercer paquete de ventas a través de subastas incluyó dos bancos: Bancomer, S.A., (28 de octubre de 1991), y Banco BCH, S.A., (13 de noviembre de 1991). En diciembre de 1991, estaba en proceso, el cuarto paquete privatizador que culminó en 1992 e incluiría la venta de tres bancos: Banca Serfin S.A., (27 de enero de 1992), Multibanco Comermex (12 de febrero de 1992), y Banco Mexicano Somex, S.A., (5 de marzo de 1992). La subasta de bancos del quinto paquete incluiría tres instituciones bancarias: Banco del Atlántico, S.A, (30 de marzo de 1992), Banca Promex, S.A., (6 de abril de 1992), y Banoro, S.A., (21 de abril de 1992), y la subasta de bancos del sexto paquete finalizaría con la desincorporación de tres bancos, integrados por Banco Mercantil del Norte S.A., (15 de junio de 1992), Banco Internacional, S.A, (29 de junio de 1992), y Banco del Centro, S.A., (6 de julio de 1992) también la economía mexicana se abría con prisa a la globalización. En este sentido México, fue un alumno muy destacado en el concierto mundial de la globalización. De esta manera, se había iniciado el proceso de apertura económica, y se gestaba el acuerdo del Tratado de Libre Comercio (TLC), que culminaría en 1993.

¿Por qué consideré que la privatización bancaria fue un proceso muy estilizado en su forma y un proceso muy cuestionado en su contenido? En primer lugar, el despliegue aparentemente impecable del proceso formal de desincorporación bancaria se evidencia como sigue: el gobierno contrató a asesores externos, de gran experiencia internacional. El Comité de Desincorporación Bancaria (CDB) creado por el gobierno para conducir la privatización de los bancos, seleccionó a First Boston como asesor general del proceso, por su vasta experiencia mundial en procesos de privatización y en el campo de las fusiones y adquisiciones. En segundo lugar, como valuadores externos de los bancos, el gobierno de CSG contrató a la firma McKinsey & Co., encabezada por Bernardo Wincour; y a la firma Booz Allen & Hamilton de México, dirigida por Luis Niño de Rivera. Cada una de estas firmas determinó el precio de referencia para cada uno de los nueve bancos que les correspondió valuar, totalizando diez y ocho valuaciones bancarias.

El objetivo era evaluar el desempeño de las instituciones bancarias y, determinar con ello, el precio de referencia de los bancos a privatizar. Además, el gobierno contrató los servicios de Abel Beltrán del Río del Centro de Investigación Econométrica de México (CIEMEX) en asociación con Wharton Econometric Forecasting Associates (WEFA), conocido como CIEMEX-WEFA. El propósito era que determinara una proyección de largo plazo de la economía mexicana para un periodo de diez años. (Roberto Newell García “La privatización bancaria desde la óptica de los valuadores externos”, CEEY, Centro de Estudios Espinosa Yglesias, A. C., 2011). Guillermo Ortiz Martínez por su lado, afirmó contradiciendo a Newell que, la proyección de CIEMEX-WEFA fue de quince años (“La reforma financiera y la desincorporación bancaria: Una visión de la modernización”, 1994). En la sexta reunión nacional de la banca celebrada en Ixtapa-Zihuatanejo (1980), se determinaron ocho objetivos a alcanzar con la venta de los bancos para construir un sistema bancario mexicano robusto y eficiente.

El gobierno reveló que las bases generales del proceso de desincorporación bancaria fue un modelo de transparencia. Verbigracia, se determinó un proceso de autorización para participar en las subastas de la venta de los bancos, y los voceros del gobierno indicaron muy enfáticamente, que sería un modelo mundial de referencia de procesos de privatización futuros. Al respecto, Guillermo Ortiz señaló que “La autorización constituía algo así como el boleto de entrada a las subastas y de ahí que los requisitos que se exigían para la calificación que realizaba el Comité de Desincorporación Bancaria sobre cada uno de los grupos fuera muy exhaustiva […] por ello uno de los principios fundamentales del proceso fue el de vincular la aptitud y calidad moral de la administración de los bancos con un nivel adecuado de capitalización”. Para concluir, con este diseño se determinó admitir auditorías de compraventa que permitieran identificar vicios ocultos en los bancos adquiridos.

Sandor Valner uno de los directores en México del First Boston resumió el proceso en los siguientes términos “El Gobierno Federal, a través del Comité de Desincorporación Bancaria, fijó el objetivo de maximizar el precio como criterio final de selección de posturas por los bancos. Una vez preseleccionados los postores y con base en ciertos requisitos técnicos, los bancos se venderían al mejor postor. Para ello, se diseñó un proceso en donde se generaría un mecanismo de subasta entre los distintos grupos interesados en la compra. Estas condiciones seguían a unas ya establecidas por ley, y buscaban evitar el fracaso y las posibles críticas en torno a una negociación dudosa. En su lugar, se utilizaría una subasta con reglas claras para todos, con la finalidad última de maximizar el precio” (Sandor Valner “El proceso de privatización bancaria en México en retrospectiva, 2011). ¿Cuáles fueron las fallas del proceso de privatización bancaria del gobierno de Carlos Salinas de Gortari?

En primer lugar, el ejecutivo más importante de First Boston encargado del asesoramiento al gobierno, Pedro Pablo Kuczynski Godard ciudadano peruano, representó de facto una especie de riesgo moral.Como ministro de energía se involucró en algunas privatizaciones parciales y, sobre todo, diseñó y ejecutó la controvertida Ley Nº 23231, más conocida como Ley Kuczynski, que otorgaba generosas exenciones tributarias a las compañías extranjeras de energía. Dos empresas vinculadas al expresidente Kuczynski: Westfield Capital Ltd y First Capital Inversiones, y Asesorías Ltd., estuvieron involucradas en contratos favorables a Odebrecht en Perú, y por ello, siendo presidente de la República de Perú tuvo que renunciar al cargo. First Boston, como asesor del gobierno emitió dos Working Papers muy favorables a la evolución del sistema bancario mexicano en el período previo a la privatización de los bancos, con enfoque de corto y mediano plazo, que complementaban el escenario de largo plazo elaborado por CIEMEX-WEFA. Estos dos Working Papers resultaron erróneos en predecir la evolución del sistema bancario de México.

En segundo lugar, no se lograron los objetivos de los ocho principios rectores del proceso de privatización para mejorar la eficiencia de la banca. Ni siquiera, se obtuvieron esos beneficios con la extranjerización de los bancos que operan en México. El exgobernador de Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez admitió esta circunstancia muy negativa, en un artículo que escribió y fue publicado por el diario británico Financial Times en 2013. El extracto más relevante de dicho artículo, el exgobernador de Banxico expresó con mucha atingencia lo siguiente: “Entre 2003 y 2011, los dividendos pagados por los bancos de propiedad extranjera operando en México ascendieron a 20,000 millones de dólares (aproximadamente lo que se pagó por los bancos), un pago de dividendos de tres cuartas partes de las ganancias anuales. Si, en cambio, hubieran seguido el pago promedio de una quinta parte de los bancos locales, se habría desplegado más capital en México. La relación crédito-producto interno bruto sería entre 5 y 15 puntos porcentuales mayor que el actual 23 por ciento.

Hoy en día, los ahorros internos se están utilizando para recapitalizar bancos extranjeros, privando a México, y a los mercados emergentes en general, de recursos. Los mercados emergentes deberían considerar obligar a las filiales de los bancos globales a limitar los pagos de dividendos y/o cotizar en los mercados bursátiles locales. La cotización de filiales alinearía los intereses del banco con los de los países anfitriones y probablemente moderaría la transferencia de recursos a las empresas matrices. Es necesario actuar lo antes posible”. (Guillermo Ortiz “Emerging markets must lead banking reform: Emerging Europe and Latin America fear eurozone lenders’ weaknesses”, Financial Times, 4 de marzo 2013). Este análisis y las recomendaciones del exgobernador del Banco de México, en mi opinión siguen siendo válidas y de aplicación urgente.

En tercer lugar, y contrariamente a lo expresado por los voceros del gobierno mexicano, en el sentido de que el Comité de Desincorporación Bancaria (CDB) había examinado de manera exhaustiva cada uno de los grupos adquirientes de los bancos subastados, la realidad fue otra se admitió en las subastas a nuevos banqueros potenciales sin experiencia bancaria. Algunos dueños de los bancos reprivatizados incurrieron en prácticas bancarias irregulares. Destacaron en estos procesos irregulares, los préstamos relacionados que algunos compradores de bancos se otorgaron unos a otros para su adquisición; práctica que implicó que el sistema bancario mexicano reprivatizado, no incrementara el capital bancario del sistema con la privatización. En cuarto lugar, en la transición del proceso de privatización se generaron problemas por el quebranto de los principios que regirían la compraventa de bancos.

Citamos a continuación varios ejemplos. En el diseño del contrato, se establecía que la liquidación del banco adquirido no debía exceder los 30 días hábiles, la regla se cambió y se pospuso la liquidación a más de 180 días, lo que permitió un efluvio de créditos relacionados y no el pago al contado con nuevo capital. En la adquisición de un banco (Banpaís, S.A.) a solo 48 horas de la fecha para lanzar las posturas u ofertas de compra, se agregó al grupo original autorizado por el CDB el grupo financiero Mexival. Al respecto, Guillermo Ortiz señaló: “El problema no era legal, era que a escasas 48 horas de que se llevase a cabo la subasta, un grupo que no había visitado la institución, ni realizado preguntas por escrito, quisiera participar en el proceso; más aún cuando al otro lado de la mesa estaba el grupo encabezado por Jorge Lankenau, el cual había realizado un trabajo preparatorio profundo y que estaba dispuesto a ganar”. Esta aseveración del doctor Guillermo Ortiz se agrava si consideramos que Banpaís había sido rescatado por el fondo FONAPRE el fideicomiso anterior al FOBAPROA, era un banco en dificultades financieras.

Otro problema fue la adquisición de Banca Cremi, que fue consumada a un valor de 3.4 veces su valor contable generando disgusto entre los accionistas por el precio ofertado. Por un lado, el grupo comandado por Grupo Empresarial Mexicano de Guadalajara y, por otro lado, el grupo comandado por Hugo Villa Manzo (Multiva casa de bolsa) ambos grupos tuvieron desacuerdos profundos irreconciliables, y el resultado fue que el Grupo Empresarial Mexicano, se quedara con Banca Cremi y el grupo asociado con Multiva se desligara de la compra del banco. El CDB contrario a las reglas establecidas, permitió tal situación y además permitió que el líder del grupo financiero participara en otra subasta. Banca Cremi, un banco administrado de manera muy conservadora dejó de serlo, en momentos cercanos a su privatización se involucró en una expansión crediticia irrazonable, cuando fue adquirido por el empresario Cabal Peniche. Agravarse su situación fue intervenido gerencialmente por la CNBV en septiembre de 1994.

En el caso de Somex, se presentaron dudas en virtud de que el postor ganador se desistió de la compra, y esta fue asignada al postor con la segunda opción de mejor de precio. Uno de los ganadores de esta segunda opción tenía vínculos con quien se desistió de la compra. Por otro lado, las autoridades financieras con el propósito de incrementar la competencia bancaria, autorizó sin mayor análisis en la aptitud bancaria, y en el riesgo moral, nuevos bancos, que serían mal administrados tales como: Banco Capital, Banco Industrial, Banco Interestatal y Banco del Sureste, que serían intervenidos y liquidados con la crisis de 1994.

Finalmente, en el mecanismo de subastas cuyo objetivo era maximizar los ingresos de la venta sin considerar otros elementos, el gobierno, y el CDB no consideraron las recomendaciones y los matices relevantes introducidos en la teoría económica de las subastas que, algunos premios Nobel de economía habían desarrollado en trabajos importantes ya existentes en esa época. El CDB simplemente se apegó en las subastas de la privatización bancaria, a las reglas de las subastas más comunes u ordinarias, denominadas subastas ciegas, conocidas en la literatura económica como: “First-price sealed-bid auction”, en la que todos los postores, presentan de manera simultánea sus posturas en sobre cerrado, con la presencia de notarios. Se trata de subasta ciega, en virtud de que ningún postor conoce la oferta de ningún otro participante. El ganador una vez autorizada su participación en la subasta, es quien efectúa la mejor oferta en precio. Esta subasta es ciega en otro sentido, puede permitir un alto riesgo moral muy costoso en la admisión de los participantes adquirientes de bancos.

En el caso de México, la crisis bancaria de 1994 significó un costo fiscal de más del 20% del PIB. El CDB se apegó tanto a la subasta ciega, que no eliminó un importante riesgo moral, un ejemplo paradigmático fue el de no objetar la incorporación de un grupo de postores 48 horas antes de la fecha de la subasta, como fue el caso de la subasta de Banpaís, S.A. La modalidad de subasta ciega se ejecutó en cada uno de los diez ocho procesos de venta, incluida la polémica subasta de banca Somex, S.A. La subasta ciega o “First-price sealed-bid auction”, puede solo perfeccionarse con mecanismos cualitativos para eliminar el riesgo moral, pero no es perfectible mejorando sólo la formalización matemática como la sugerida por John Nash denominada, “Bayesian-Nash-Incentive-Compatibility” (BNIC).

La simpleza técnica de los miembros del CDB que condujeron el proceso de subastas de los bancos reprivatizados fue particularmente alarmante, en virtud de que probablemente no estudiaron la subasta del tipo de BNIC propuesta por John Nash, quien por su famoso equilibrio que lleva su nombre en la teoría de juegos no cooperativos, obtuvo el premio Nobel de economía 1994. Para la época en que se realizaron las subastas de la reprivatización bancaria, ya se contaba desde 1979 con trabajos sobresalientes sobre este tipo de subastas ciegas perfeccionadas (P. Dasgupta, P. Hammond, y E. Maskin, “The Implementation of Social Choice Rules: Some Results on Incentive Compatibility”. Review of Economic Studies, 1979; R. Myerson “Incentive-Compatibility and the Bargaining Problem”. Econometrica, 1979).

¿Había otras posibilidades de subastar los bancos privatizados realizados en México entre 1991 y 1993? La respuesta es afirmativa en toda plenitud. ¿Cuáles alternativas específicas existían desde el ámbito de la teoría sofisticada de las subastas, y que podrían haber sido utilizadas en la privatización bancaria de México? Existían diversas alternativas como a continuación se describen:

Subasta tipo “Goethe-Vickrey” o subasta “Sealed-bid second-price auction”. El nombre de esta subasta que hace referencia al nombre del poeta alemán Johann Wolfgang Goethe, se debe a que la utilizó en la venta de un manuscrito que subastó en 1797. Esta subasta plantea que los compradores potenciales presenten sus posturas por escrito sin conocer las ofertas de los otros postores. El mejor postor gana, pero el precio pagado es el de la segunda oferta más alta. Este tipo de subasta es estratégicamente, una variante (mutatis mutandis) de las llamadas “Subasta inglesas”. Tiene el objetivo de brindar a los postores un incentivo para alcanzar el verdadero valor de equilibrio de mercado. Aunque Goethe la aplicó empíricamente, fue el economista William Vickrey quien la formalizó matemáticamente en 1961, en un famoso paper: "Counterspeculation, Auctions, and Competitive Sealed Tenders", artículo publicado por el Journal of Finance.

La subasta Goethe-Vickrey es aplicable en muchas situaciones mejorando el verdadero valor del activo a subastar, con la ventaja de disminuir el riesgo moral en virtud de que intenta revelar el verdadero precio de equilibrio del activo a vender. Sin embargo, esta disminución del riesgo moral no es plenamente satisfactoria. En las subastas de la reprivatización de bancos efectuada por el CDB en el gobierno de Salinas de Gortari, se aplicó esta subasta de manera incompleta en un evento. Tal fue el caso de la venta del banco Somex. El postor ganador simplemente se retiró de la compra, y a continuación el CDB determinó como postor ganador a los empresarios que quedaron en segundo lugar.

No se tiene conocimiento de que, el gobierno, hubiera hecho el intento de ofrecer al ganador en retiro la compra del banco Somex con el precio de oferta del segundo lugar, de haberlo hecho se hubiera efectuado una subasta Goethe-Vickrey o “Sealed-bid second-price auction”. En virtud de que el CDB no aplicó esta regla, es fácil deducir que los miembros integrantes del CDB simplemente la desconocían. Es importante señalar, que William Vickrey recibió el premio Nobel de economía en 1996 que compartió con James Mirrlees, por su contribución fundamental a la teoría de las subastas, como campo de la teoría de la elección social (Social Choice Theory). Nos preguntamos la siguiente cuestión: ¿Por haber sido el primero en descubrir esta clase de subastas, aunque de manera empírica, el poeta Goethe, no acaso merecía en forma póstuma por parte de la Academia Sueca, el otorgamiento de un premio Nobel de economía? La respuesta es claramente positiva. En mi opinión el Comité Nobel enriquecería su apreciado galardón con un premio Nobel de economía póstumo una opción que, por otro lado, desde estas páginas propongo a la Academia Sueca que la considere seriamente. De proceder el premio Nobel de economía se enriquecería desde el punto de vista de la justicia al mérito.

¿Qué otra alternativa de subasta tenía el CDB en la venta de los bancos mexicanos? La subasta inglesa por ser una subasta dinámica ascendente open outcry (grito abierto). El subastador (¿tipo walrasiano?) inicia la subasta anunciando un precio inicial basado en un precio de referencia determinado por el banco a subastar. El gobierno como subastador abre el proceso admitiendo nuevas ofertas con la condición de que el precio sea más alto que el precio inicial. El subastador generalmente determina el incremento mínimo de las ofertas, a menudo haciéndolas mayores a medida que las ofertas alcanzan niveles más altos. Si ningún postor competidor impugna la oferta vigente dentro del tiempo permitido por el subastador, la oferta permanente se convierte en la ganadora y el banco o el activo se otorga al mejor postor se supone a un precio igual a su oferta en equilibrio de mercado. Si ningún postor acepta el precio inicial, el subastador comienza a reducir el precio inicial en incrementos, o se permite a los postores ofertar precios inferiores al precio inicial hasta un límite amenazando con declarar desierta la subasta. Por las expectativas favorables en 1991 y 1992, los postores de los bancos no hubieran detonado el mecanismo de precios a la baja, no existía ese peligro. Esta subasta pretende generar un precio razonable minimizando el riesgo moral. Sin embargo, para combatir con más efectividad el riesgo moral, la selección de los participantes debió hacerse mediante un proceso más riguroso con la participación de un seleccionador independiente; por ejemplo, una institución de auditoria imparcial o pública del tipo de la Auditoría Superior de la Federación, que en esa época como tal no existía; o de un comité libre de conflictos de interés que hubiera sido un verdadero contrapeso al Comité de Desincorporación Bancaria.

La subasta holandesa. Es otra opción no contemplada por el CDB. En una subasta de este tipo el subastador comienza con un precio de venta alto en el caso de la venta y, lo reduce hasta que algún participante acepta el precio o alcanza un precio de reserva predeterminado. La utilización de la subasta holandesa en la venta de activos se ha aplicado a procesos que se programan con tiempos finitos muy cortos como fue el proceso de las subastas de los diez y ocho bancos mexicanos, que, sin embargo, no se utilizó. Una subasta holandesa también se ha llamado subasta de reloj o subasta de precio descendente bajo el mecanismo open outcry. El historiador Herodoto identificó la realización de subastas holandesas en Babilonia (Henry Carey “Histories of Herodotus”, New York: Appleton, 1899). En la burbuja de tulipanes del siglo XVII se aplicó este tipo de subastas. Es muy frecuente observar subastas holandesas en numerosas ventas de activos.

Finalmente debemos hacer constar que los autores Robert A. Feldman and Rajnish Mehra realizaron un arduo trabajo sobre la naturaleza analítica de las subastas, que hacían referencia a investigaciones anteriores a 1991 y 1992, fechas de la reprivatización de los bancos a través del mecanismo de las subastas en un texto célebre “Auctions: Theory and Applications”, (IMF, 1993). Una actualización de ese trabajo, lo realizó Eric Maskin considerado como uno de los especialistas más importantes de la historia en el tema de las subastas, perfeccionó las bases teóricas aportadas por Leo Hurwicz, en los años 1980´s a efecto de diseñar un mecanismo de subastas de modo que todos los resultados posibles sean óptimos, pero sin perder la noción del principio de la actividad proporcional del resultado inverso a lo opuesto (Eric Maskin, “The Unity of Auction Theory: Milgrom’s Master Class”, Journal of Economic Literature 2004). Eric Maskin obtuvo el premio Nobel de economía en 2007.

En síntesis, los dos eventos discutidos en la cena con mis amigos (el derrumbe del socialismo real en los países integrantes de la cortina de hierro, y los procesos mundiales de privatización de activos públicos, como el de los bancos mexicanos) representaban desde el lado progresista, una derrota política.

Mis amigos en esa noche decembrina de 1991 me recordaron que Jean Paul Sartre había previsto en “Crítica de la razón dialéctica” (Gallimard, 1960), la posibilidad de que la sociedad socialista liderada por la URSS se colapsara y hubiera una regresión al capitalismo. Esto a pesar de que en esa monumental obra filosófica había dicho el filósofo francés que: “El marxismo es y será la filosofía insuperable de nuestro tiempo mientras se mantengan las circunstancias de explotación, de fetichismo hegemónico de las mercancías y de predominio de un capitalismo cada vez más salvaje e indiferente respecto del sufrimiento e iniquidades humanas, que le dieron origen”. ¿Cuál fue el error de Marx se preguntaba Sartre? El marxismo había diluido a los individuos y sus peculiaridades en un "baño de ácido sulfúrico, habida cuenta de que solamente abordó a las personas dentro de categorías abstractas y formales”. Sartre se propuso avanzar hacia lo específico y singular, retomando, a cada instante, los procesos históricos que dieron origen a las cualidades distintivas de la existencia de los seres humanos particulares (Antonio Delhumeau Arrecillas “Jean Paul Sartre: fifty years of the Critique of Dialectical Reason”, 2012). De esta visión, Sartre desarrolló su audaz y genial intento de completar la teoría de Marx (lo social abstracto) con su teoría del psicoanálisis existencial (lo particular, el individuo) elaborando su célebre teoría de los conjuntos prácticos (Daniel Alvaro “The Question of Sociality in Sartre's Theory of Practical Ensembles”, 2019). Para Sartre, la clase social, se ubica en un contexto especial de grupos humanos con distintos niveles de agrupamiento, de pequeños grupos a sofisticados grupos que generan instituciones específicas.

La interrelación de estos grupos, su dinámica peculiar puede ser construida de tal manera que debilite a una sociedad avanzada y esta retroceda dramáticamente. Sartre examina eventos históricos para revelar esas regresiones sociales, por ejemplo, dice el filósofo francés: “La atribución de un valor precioso a ciertos metales por parte de la población europea condujo a la fatalidad del esclavismo”. Una falta de los grupos de fusión puede conducir al desmantelamiento de las instituciones socialistas y a un regreso al capitalismo. De una manera similar al derrumbe socialista, puede observarse como movimiento simétrico el proceso de privatización de activos públicos de los años 1990´s como el de los bancos mexicanos, que se inició por la contrarrevolución reaganiana en EUA, y por la contrarrevolución emprendida por Margaret Thatcher en Inglaterra.

Mis amigos (en particular Rafel Mendoza) terminaron su largo razonamiento afirmando, mediante el uso de una alegoría certera lo siguiente: “Estas regresiones sociales y económicas conservadoras son simbólicamente una especie de camino parecido al que siguió el marinero Charlie Marlow en busca del traficante Kurtz quien se había ido de Londres a África en busca de marfil, travesía relatada en una de las novelas más famosas de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas” (1899). La privatización de los bancos mexicanos entre 1991 y 1992 -concluyeron mis amigos-representó para el pueblo de México, una especie de penosa travesía similar a la relatada en el “El corazón de las tinieblas”. De esta manera pasó a primer plano el nombre de Joseph Conrad un escritor fundamental del siglo XX.

Breve reflexión biográfica de Joseph Conrad

Joseph Conrad nació en Polonia, el 3 de diciembre de 1857, en un lugar que perteneció al imperio ruso y posteriormente al imperio socialista de la URSS, actualmente ese lugar pertenece a Ucrania. En su infancia Conrad vivió y experimentó la opresión del imperio ruso, y supo por compatriotas suyos en el exilio, de la opresión del naciente imperio soviético. ¿Cómo fue la opresión del imperio ruso en Polonia?

En el siglo XIX el Zar Alejandro I estableció una política implacable de rusificación en el país de Conrad, que se intensificó debido a que el Zar consideró que Prusia y Austria estaban viendo a ese país también como botín, aunque lo que realmente querían estos dos países además del botín, era poner un freno a la expansión del imperialismo ruso. En 1830 influenciada por las revoluciones europeas estalló la revolución de los cadetes polacos, rebelión que fue aplastada por el ejército del Zar, lo que significó a la postre, derrotada la rebelión, la emigración de 20 mil polacos a distintos países de Europa, significó también la partición del país durante décadas. ¿Cómo fue la opresión del imperio soviético? Después del triunfo de la revolución rusa en 1917 el jefe de Estado polaco Józef Pilsudski lanzó un ataque a la naciente URSS apoyado por occidente, los bolcheviques respondieron a la agresión que, alcanzó su punto culminante en la batalla de Kiev (1919-1921).

Gracias a la incorporación de notables jefes militares del ejército zarista al ejército soviético que, con genial intuición realizó Trotsky, el ejército rojo tuvo éxito en detener el avance de los guardias blancos y del ejército polaco. Trotsky ganó la batalla de Kiev con el apoyo de generales zaristas como Mijaíl Tujachevski, Semión Budionny, que a partir de entonces pasaron al bando bolchevique. El escritor ruso Isaak Bábel, inmortalizó en su novela “Caballería Roja” (1926) la batalla de Kiev, alabando la destreza militar de la poderosa unidad de caballería creada por Trotsky, por sugerencia de Tujachevski; estrategia militar clave en la victoria del ejército rojo en su batalla en contra de los 14 ejércitos del bando occidental organizados por Wiston Churchill para cercar y destruir a la URSS, y a la revolución socialista en su nacimiento. A pesar de estar exhaustos por esta histórica batalla en Kiev, el ejército rojo se propuso destruir a la elite económica polaca con una invasión al país de Conrad que, a la postre resultó fallida y, que culminó con el tratado de Riga entre Polonia y la URSS. En estos turbulentos procesos Ucrania quedó como satélite de la URSS, posteriormente lo sería Polonia.

Los padres de Conrad nacionalistas polacos fueron parte de la resistencia al imperio ruso zarista, y debido a las continuas derrotas que experimentaron todos los movimientos rebeldes, se tuvieron que exiliar, falleciendo en el duro exilio que el destino les asignó. De esta manera, Conrad quedó huérfano en su infancia a los ocho años. Esta experiencia le marcó de por vida, detestó como Marx (otro perseguido por el aparato estatal) la opresión del Estado. Conrad se exilió de Polonia por decisión propia, y como Marx decidió radicar en Inglaterra, específicamente en Londres, aprendió el inglés en edad madura después de los veinte años, y mediante una tenacidad indomable parecida a la de Kepler, logró dominar hasta alcanzar la perfección lingüística el idioma de Chaucer, y andando el tiempo se convirtió en uno de los prosistas más notables de Inglaterra.

Conrad se convirtió en un auténtico gentleman inglés que hizo que un británico de cepa pura, como George Martin el famoso director musical de los Beatles, lo reconociera décadas más tarde como uno de los suyos. Conrad amó intensamente, casi como una obsesión los mares y los marinos. Debió disfrutar mucho la lectura de la Odisea de Homero. Sintió como un fardo inaudito la opresión imperial inglesa en la India y sobre todo en África, pero también observó perplejo el fracaso nacionalista, representado por las vicisitudes de sus padres y su muerte temprana. Sintió la orfandad y la soledad humana. Declaró que el mundo es hostil al hombre, sintió la pérdida de la comunidad con la naciente globalización de fines del siglo XIX, como muchos ciudadanos del mundo sienten en la hora actual esa sensación de pérdida de la comunidad, con la tecnología digital actual. Esta pérdida del sentido comunitario la consideró Conrad como una demostración irrecusable del fracaso humano Su más reciente biógrafa Maya Jasanoff expresó este abrumador sentimiento de pérdida en los términos siguientes: “Cuando Conrad hablaba de los barcos de vapor que sustituían a los barcos veleros, le preocupaba la sensación de pérdida de comunidad entre los marinos. Si trabajabas en un barco de vapor y cumplías ese papel particular, echando carbón en el motor o llenando la caldera, no formabas parte del mismo equipo que se necesitaba en un barco de vela. De nuevo, no es algo exclusivo de Conrad. En otras de sus obras que, hablan del trabajo de fábrica frente a la artesanía encuentras tensiones similares, pero es un tema en la literatura de Conrad que resuena con fuerza hoy. Es un buen consejo que quienes están preocupados por estos problemas lean a Conrad. La transición al trabajo de fábrica y la producción en línea en el XIX es un buen precedente para lo que vivimos hoy” (Daniel Gascón “Entrevista a Maya Jasanoff: Conrad el crítico literario más poderoso de la idea de la misión civilizadora”, Letras Libres, 1 de agosto de 2024).

Importa señalar que, Conrad fue marinero en Francia y capitán de marina mercante en Gran Bretaña antes de consagrarse de lleno a la literatura. ¿Qué indujo a Conrad convertirse en escritor? Una influencia posible fue su padre Apollo Korzeniowski, quien tradujo al idioma polaco a Víctor Hugo y a Charles Dickens. De esta suerte, Conrad pasó de escribir relatos marítimos como “Lord Jim” (1900) a escribir novelas en el que pinto con mano maestra el siniestro fondo humano latente en la naciente era de la globalización de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Conrad escribió este fondo humano ominoso en muchas de sus novelas y relatos, a pesar de que amaba más la esencia humana positiva que toda la riqueza del mundo.

Joseph Conrad se casó en marzo de 1896 con Jessie, una mujer inglesa de la clase trabajadora, mecanógrafa, buena ama de casa, condición esta última expresada con orgullo por ella misma en la biografía que escribió sobre su marido (Jessie Conrad “Joseph Conrad y su mundo”, 2011). En esta super amena biografía altamente recomendable, Jessie a pesar del movimiento feminista, pero producto de la época victoriana, destaca, que su sumisión hacia Conrad, su esposo se debe a que comprendió que era necesario rendirse ante un genio. Por lo tanto, su misión en la vida fue procurar a su hombre "una existencia tranquila y aislada". En su deliciosa biografía, Jessie llama a su esposo “mi amo”. Esta situación no impide que, pese a la descortesía habitual de Conrad (hombre enérgico, y ególatra) hacia Jessie, esta inolvidable dama fuera feliz, profundamente feliz en su unión marital, también Conrad fue feliz. En este relato biográfico, se revela a la mujer de Conrad, como una consumada escritora de primer nivel. Sobre la biografía que escribió Jessie acerca de Conrad, “The New York Times”, expresó que “se trata de una de las mejores biografías jamás escritas”. Por su parte, el ultraconservador The Washington Post, concluyó su reseña de la manera siguiente: “la obra de Jessie sobre Conrad tiene las virtudes de la mejor novela y biografía”.

Tiene -en mi opinión-otra virtud el libro de Jessie, es un texto ágil, que corre alegre describiendo las singulares vicisitudes cotidianas de un personaje colérico y complejo como Conrad, y nos relata su autora con la destreza de un orfebre literario consumado, y con cierta gracia, la manera en que con asombrosa facilidad va resolviendo dichas vicisitudes cotidianas singularmente complejas de un personaje en extremo difícil. Resalta la claridad de la prosa de Jessie, especialmente cuando cuenta las relaciones de Conrad con Stephen Crane, Ford Maddox Ford, Henry James, William Henry Hudson, George Bernard Shaw, Herbert George Wells, y todos los fundadores y socios que conoció Conrad del Pen Club que ayudó a fundar en Londres en 1921. La belleza y claridad de la prosa de Jessie Conrad hace que las 433 páginas de su libro se lean de un tirón en una tarde-noche. Uno queda conmovido de la descripción lacónica que hace de la muerte que de manera súbita experimentó el escritor polaco. No desmerece en calidad y destreza literaria, el libro de Jessie “Joseph Conrad y su mundo”, respecto del vibrante libro de Ford Maddox Ford “Amistades Literarias” (1937), cuyo título en inglés es muy largo pero revelador de los temas que trata “Portraits from Life: Memories and Criticism of Henry James, Joseph Conrad, Thomas Hardy, H.G. Wells, Stephen Crane, D.H. Lawrence, John Galsworthy, Ivan Turgenev, W.H. Hudson, Theodore Dreiser”. La descripción que hace en su amargo libro, Ford Maddox Ford de Joseph Conrad, la hace polvo Jessie con gracia y habilidad insuperables y con una lealtad insobornable (cualidad en proceso de extinción rápida en la era digital, en este sinuoso siglo XXI), en la biografía de su esposo.

En Inglaterra el amigo más cercano de Joseph Conrad fue Stephen Crane. ¿Por qué se habla de un disenso en esa amistad singular? Crane más joven, estaba destinado a morir temprano en la edad de lo que Schumpeter considera “la sagrada década de una vida prometedora de creación” (Thomas K. McCraw, 2013), Conrad más viejo, estaba en plenitud de forma. Los dos escritores tenían muchos rasgos en común; ambos pensaron seriamente en el suicidio, Conrad quiso suicidarse a los 20 años, Crane cuando empezó a padecer de tuberculosis. Una fecha memorable en la vida de los dos escritores fue el 15 de octubre de 1897 cuando se conocieron en Londres. Ambos escritores se habían leído mutuamente, sintieron entonces la necesidad de conocerse, se planeó una reunión a través de un tercero en un restaurante londinense. Los dos escritores acudieron puntualmente a la cita que, resultaría memorable, en un restaurante del centro de Londres. Después de tensos momentos de actitud circunspecta de mirarse uno a otro sin hablar durante un rato que, pareció eterno, comenzaron a tantearse hablando de literatura, entonces la conversación fluyó tan ágilmente como la que tienen dos amigos que se conocen de mucho tiempo atrás. Su conversación duró todo el día. Primero desayunaron, luego caminaron por el centro de Londres, recorrieron muchas calles, pasaron por Carnaby Street, en el corazón del Soho londinense, la calle epicentro de la revolución de los 1960´s, la calle donde la diseñadora Mary Quant inventaría la seductora minifalda que ha llevado mucha felicidad a millones de mujeres, invento grato al ojo felino de los hombres duchos.

Pasaron también, por Regent Street ¿Quizá se detuvieron en el Café Royal? O ¿Quizá se reunieron en el lobby del hotel Langham? El hotel donde el 30 de agosto de 1889, Arthur Conan Doyle y Oscar Wilde se reunieron, por mediación de un audaz librero americano, Joseph Marshall Stoddart, editor de la revista mensual “Lippincott”, para comprometerse a escribir y publicar dos textos que revolucionarían la literatura mundial. Oscar Wilde escribiría “El retrato de Dorian Grey” (1890) y Conan Doyle “El signo de los cuatro” (1890). En su autobiografía “Memories and Adventures”, (1924) Connan Doyle recordó aquella velada como una «noche dorada» y parece que Wilde le dejó una huella imborrable. El creador de Sherlock Holmes escribió de ese memorable encuentro lo siguiente: «Debo añadir que nunca en la conversación con Wilde observé un rastro de tosquedad de pensamiento» (Alejandro Gamero “El histórico encuentro de Arthur Conan Doyle y Oscar Wilde”, 2014).

Por su parte, Conrad y Crane ese día feliz, ese día dorado de octubre de 1897, caminaron también por Oxford Street, la calle que Virginia Woolf expresó en un remoto día del siglo XX es un dínamo de sensaciones (Virginia Woolf “Paseos por Londres” escrita alrededor de 1928, publicada en versión española en 2022, por la editorial Línea en horizonte, Madrid). Conrad y Crane prosiguieron su camino por Picadilly Circus, esa calle famosísima que conecta con Regent Street. Quizá se sentaron Stephen Crane y Joseph Conrad en la escalinata del monumento a Lord Shaftesbury para hablar de Henry James o de Hebert George Wells. “El agente secreto” (1907) de Joseph Conrad está dedicado a la memoria de Wells. Sin duda, Crane y Conrad caminaron también por Trafalgar Square, por la calle Pall Mall donde escasos de dinero, rememoraron la manifestación de la clase trabajadora inglesa contra el desempleo en el llamado Lunes Negro (debió haberse denominado “Lunes Luminoso”) de febrero de 1886. Al final de su caminata al parecer Crane y Conrad, cenaron en el “Mónico”, un restaurante francés, y en ese propicio lugar hablaron incansablemente de Balzac, y seguramente de Flaubert, y según cuenta Paul Auster se despidieron a las once de la noche.

Desde esa charla épica -relató Conrad- mi mundo cambio para siempre. Fue, un suceso luminoso como una repetición de otra legendaria amistad famosa, la que se forjó en el histórico encuentro de Engels con Marx de 1844 en París, la ciudad de las revoluciones. Sin embargo, la amistad de Crane y Conrad tuvo nubarrones, no fue lo desinteresada que, la que existió entre Marx y Engels, y que la revista argentina “Mundo”, la calificó acertadamente como la “amistad del milenio”. Stephen Crane más jovial, más amistoso sin envidia sintió que Conrad era su hermano literario de igual a igual. Conrad con cierta sutil envidia temía que Stephen lo superase y, no estaba dispuesto a ser segundo violín como para sí lo declaró Engels en su relación con Marx. Paul Auster en su monumental biografía de Stephen Crane relata la maliciosa y perturbadora envidia que sintió hasta el fin de su vida Joseph Conrad, hacia Stephen Crane. Mientras en cartas enviadas a Crane, Conrad elogiaba sus obras calificándolas como perfectas; entre amigos y literatos, vituperaba con exasperación creciente dichas obras, lo hacía de forma maniquea, con la sutileza suficiente, cuidando que no conociera sus criticas Stephen Crane.

Lo que René Girard llama “los fuegos de la envidia” se posesionaron en Conrad, en el momento en que anidó y se incubó un recelo tempestuoso hacia Crane. (Rene Girard “Shakespeare: los fuegos de la envidia”, 2006). Estos sentimientos gravosos e intensamente individuales que experimentó Conrad ante Crane, se avivaron tremendamente, cuando las revistas literarias de su tiempo ubicaron a Conrad como discípulo de Crane, verbigracia “The London Speaker”, quien al reseñar “El negro de Narcissus” de Conrad, lo calificó ofensivamente -dice Paul Auster-como meritorio apéndice de la descripción bélica que se nos ofrece en la “Roja insignia de Valor” (1895) de Crane y un crítico literario menor escribió en el Daily Telegraph lo siguiente: “El señor Joseph Conrad ha elegido como ejemplo a Stephen Crane, y está resuelto a hacerlo por la vía marítima y marineros, como su predecesor lo ha hecho con la guerra y los soldados” (Paul Auster “La llama inmortal de Stephen Crane”, 2021).

Los críticos que han estudiado fervorosamente (no exenta de cuidado) la relación de Crane y Conrad afirman, como conclusión definitiva que, la influencia de Crane sobre Conrad es incuestionable. Nina Galen presentó ese veredicto implacable y certero en un texto, cuyo título refleja dicho veredicto (“Stephen Crane as the Source for Conrad´s Jim”, 1983). Rubén Fonseca en su “Novela negra y otras historias” (2012) reflexiona sobre el peso desagradable que experimentó Joseph Conrad a partir del señalamiento de que fue un escritor sumamente influenciado por Stephen Crane. En el prólogo que hizo Conrad del texto “Bote abierto” que escribió Crane en 1897, lo crítica acerbamente, pero lo oculta en una forma tan estilizada que se torna invisible. Este libro de Crane, por cierto, trata de un tema marítimo en el que su autor (entonces corresponsal de un periódico) relata el hundimiento del bote Commodore que zarpó de Jacksonville EUA rumbo a la isla cubana de la ciudad de Cienfuegos con 31 pasajeros, en lo que fue un preludio de la expedición del bote Granma que conducido por Fidel Castro zarpó de Tuxpan, Veracruz con 82 pasajeros, el 25 de noviembre de 1956 y llegó a Cuba el 2 de diciembre de 1956 para iniciar la revolución marxista contra el régimen del dictador Batista.

En el bote Commodore viajó Stephen Crane como uno de los 31 pasajeros, para informar de la guerra de independencia de Cuba en contra del dominio español conducida por José Martí. En el prólogo de “Bote abierto” y en otros textos escritos por Conrad, el escritor polaco tiende en medio de astutos halagos venenosos a minimizar la importancia literaria de Stephen Crane (luego se arrepentiría a medias de lo escrito). “Ciertamente –escribe Conrad sobre Crane-, tenía un maravilloso poder de intuición, don que compensaba «su ignorancia del mundo en general». En otro texto señaló Conrad: “Crane «hablaba lentamente, con una entonación que, en algunas personas, sobre todo americanas, resulta desagradable. Aunque no para mí. «Crane sabía poco de literatura, tanto de otros países como del suyo, pero en cuanto cogía la pluma se volvía un artista de la palabra». Termina Conrad su valoración de manera lapidaría señalando lo siguiente: “Su exitosa obra fue interrumpida por su temprana muerte. Supuso una gran pérdida para sus amigos, pero quizá no mucho para la literatura”.

Rodrigo Pinto, en su reseña de la obra de Rubem Fonseca “Novela negra y otras historias” (2012), intitulada “Elogios envenenados: Conrad, Crane, Fonseca”, (2013), escribe lo siguiente: Conrad en un diario intitulado “Llamas en Tinieblas” que es un relato ficción (o ¿realidad?) en la primera entrada de un texto de Conrad que está fechada el 5 de agosto de 1900, se lee: «Hoy me enteré, con dos meses de atraso, de la muerte de Crane». Abunda un poco Conrad en la circunstancia y cierra así el párrafo: «Una inesperada felicidad se apoderó de mí por el resto del día”. El diario termina muchos años después, un 2 de julio; Conrad ya es el mayor novelista de lengua inglesa, está enfermo y a un mes de morir en agosto de 1924 afirma: “Pienso mucho en Crane. Escribo nuevamente su nombre: Crane”. Luego dice el diario que se levantará de la cama y sin ser visto echará al hogar ese diario, “para que las llamas destruyan todas las referencias que hice de su nombre” (Luis Miguel Aguilar “El Secreto de Joseph Conrad”, agosto de 2024).

Joseph Conrad después de escribir muchas obras maestras, cuando parecía recuperarse de uno de sus múltiples ataques de gota que, experimentó en su edad madura, al irse a sentar – cuenta su esposa Jessie- se desplomó y falleció. Una muerte repentina es, y siempre ha de ser una tragedia -prosigue Jessie en su biografía de Conrad-. Pero también supone un final más piadoso para quienes la sufren que una muerte larga y prolongada. Esto ocurrió, una mañana de agosto de 1924. Conrad estaba agotado de las vicisitudes de la vida por eso escribió: “El sueño tras el esfuerzo, tras la tempestad el puerto, el reposo tras la guerra, la muerte tras la vida harto complace”.

Para entender a Conrad: la conexión con dos profetas de la globalización Marx y Dickens

En alguna ocasión, en una conversación con revolucionarios, intuyendo Marx que la propuesta que le planteaban provenía de radicales de izquierda que hacían de la farsa y la simulación su mundo, exclamó el autor de “El capital” con la ira de quien ve que obtienen ganancias para sí, personajes que se ponen ficticiamente los lentes de la radicalidad, y refiriéndose a ciertos marxistas franceses lo siguiente en su terso francés «tout ce que je sais, c'est que je ne suis pas marxiste» (¡Lo único que sé es que no soy marxista! Expresión de Marx que Engels cita en una carta que envió a Konrad Schmidt desde Londres, el 5 de agosto de 1890). Joseph Conrad como Marx fue un escéptico de los políticos y de la clase política en general. Y como Marx a pesar de su visión escéptica, amó al hombre común golpeado por las fuerzas de la globalización. Tanto Marx como Conrad fueron a su modo profetas de la globalización. Uno, el alemán en el vasto ámbito de la filosofía, la economía, la historia y la sociología, y el otro, Conrad en el ámbito fastuoso de la literatura. El siglo XXI en su faceta globalizadora está siendo el siglo de Marx y Conrad. ¿Qué distingue en esta visión a Marx de Conrad? Marx es un profeta optimista de la globalización (Meghnad Desai “Marx's Revenge: The Resurgence of Capitalism and the Death of Statist Socialism”, 2004 y Jacques Attali “Karl Marx o el espíritu del mundo”, 2005). Conrad narra con su perfecta prosa, los efectos humanos negativos de la terrible desigualdad social que experimentaron los individuos de la naciente globalización que les tocó vivir a principios del siglo XX (Maya Jasanoff “The Dawn Watch: Joseph Conrad in a Global World”, 2017).

Por otra parte, la literatura de Conrad es como una continuación en su vertiente tétrica de Charles Dickens (“Historia de dos ciudades”, 1859), quien opone héroes cotidianos con vigor inmortal a esa naciente globalización, mientras que Joseph Conrad revela el fondo humano tenebroso en personajes ubicuos, como respuesta a la incertidumbre de la globalización. Desnuda Conrad, la hipocresía de los hombres radicales que se dicen progresistas y que, en su praxis política cotidiana desdeñan al ser humano concreto. El libro de Maya Jasanoff presenta a John Conrad como el profeta de la globalización. La historia de su vida -afirma-es también la historia de la globalización y un veraz reflejo de las aspiraciones y los retos del mundo moderno”. Por su parte, John Le Carré en su valoración de Joseph Conrad expresó: “Las migraciones, el terrorismo, las tensiones entre el capitalismo y los nacionalismos y la revolución de las comunicaciones de principios del siglo XX propulsaron el destino de Joseph Conrad”.

Tres novelas apocalípticas de Joseph Conrad

Joseph Conrad es un escritor de impecable sintaxis literaria y de un gran trasfondo humano, razones por la cual Jorge Luis Borges considera al escritor polaco superior a Henry James, Faulkner, Joyce y Proust. Lo que llama la atención de Conrad es que, siendo un personaje aséptico para la política real, ve con precisión de orfebre relojero el fondo ruin de dicha actividad y lo expresa en obras densas. Conrad se nos aparece a primera vista como un hombre sin compromiso político, un conservador, que, sin embargo, con tres de sus obras más rutilantes del siglo XX, se ubica como un pensador progresista. Hay que recordar el caso de Hegel quien fue para Marx un hombre políticamente conservador, pero cuya filosofía (la dialéctica) tuvo un trasfondo revolucionario. De esta tesitura es Conrad. Examinemos dichas obras.

El corazón de las tinieblas

La esencia de esta novela es la travesía del traficante de marfil Kurtz de Londres a África y la búsqueda tenaz de este traficante por el marinero Charlie Marlowe; búsqueda que en la novela de Conrad representa metafóricamente el descenso al infierno sin límite en este mundo, no en otro. En el ámbito político, tan ajeno a la vida personal de Conrad, este descenso tiene que ver con la explotación imperial de occidente a la población africana, una explotación que Conrad ve sin solución. El texto de Conrad es pura alegoría al estilo de las obras maestras de Franz Kafka (“La metamorfosis”, 1915; “El proceso”, 1925; y, “El Castillo”, 1926), o al estilo de Herman Melville (“Bartleby el escribiente”, 1853). La trama del “Corazón de las tinieblas” es precisa e inquietante como una tocata de Bach, y es revelada por el escritor polaco con una perfección lingüística que, hizo exclamar a Jorge Luis Borges que, Conrad tendrá más inmortalidad que Henry James. En mi opinión cada personaje de esta novela representa un aspecto misterioso de la vida; verbigracia el terror de la esfera de Pascal, el terror de un universo sin centro, encubierto por una esfera infinita. El capitán Marlow (¿Sólo marinero?), representa la especie humana condenada al limbo de Dante donde se encuentran los hombres que existen sin asumir responsabilidad alguna, y que son cómplices de la barbarie imperial. ¿Qué representa el personaje del director en El corazón de las tinieblas? El vacío existencial, el descenso perpetuo en el pozo sin fin del alma corroída moralmente como en un cuento ominoso de Chesterton. ¿Qué representa la jungla en el cuento de Conrad?

La naturaleza caótica de la selva (el agujero negro del universo), y la turbulencia del rio representada por las matemáticas fractales. ¿Qué es o simboliza el arlequín? La sociedad global que mira pasiva el mal y se convierte en cómplice de los innumerables delitos humanos. En el caso de la novela es cómplice por su pasividad de la barbarie imperial. ¿Y el señor Kurtz a quien representa? Al imperio en su ropaje más violento con crímenes sin fin sobre la población esclavizada del África subyugada. San Agustin decía que el mal existe para que el bien brille más intensamente (“La ciudad de Dios””, 426 d.C.). ¿Existe en la novela de Joseph Conrad un bien con el que asirse? La respuesta es sí, es el bien representado por la inocencia de la señora Kurtz. Sin embargo, el lector corre el albur de ver que se trata de un espejismo, ya que es un bien que al final puede ser atroz, es decir lo opuesto, como la blancura que representando el bien puede ser el mal, es la metáfora de la ballena blanca de Moby Dick de Melville, o la metáfora de la blancura que se convierte en maligna en los cuentos de Arthur Machen (“Pueblo blanco y otros relatos de terror”, 1899). En la metáfora del “Corazón de las tinieblas”, la señora Kurtz representa también a la población de la sociedad inglesa del tiempo de Conrad, la población victoriana, una población tranquila que no tiene consciencia del mal representada por el imperio inglés en el que vive y al que sin embargo admira.

Borges afirma que Conrad prefigura a Kafka yo digo que también prefigura a Chesterton. en el “Corazón de las tinieblas”, el descenso infinito revelado por la locura homicida del traficante de marfiles Kurtz, puede gestarse o incubarse por hechos anodinos, donde el bien se trastoca fácilmente en un terrible mal. En uno de los cuentos de Chesterton “El hombre que sabía demasiado” (1922), se muestra la facilidad con que un joven idealista se convierte en el mal absoluto sin control. Esto no sucede solo en la metafísica personal, sino en la praxis de la actividad social real, un político bienintencionado inicialmente (verbigracia Stalin), se precipita en el mal absoluto del genocidio, con un ingrediente terrible, según el cual le va agarrando gusto en forma creciente y sin freno a la venganza, y al crimen. Veamos el siguiente dialogo de Chesterton el cual constituye uno de los más sutiles relatos que integran el citado libro “El hombre que sabía demasiado”: “Está usted equivocado -repuso el detective Home Fisher con una inusual brusquedad e incluso amargura-. Es precisamente lo que sí sé lo que no merece la pena conocer. El lado sórdido de las cosas, todas las causas secretas y los motivos pervertidos y los sobornos y los chantajes que reciben el nombre de política. No tengo motivos para sentirme orgulloso de haber conocido la cara más cruda de la vida, y mucho menos para jactarme de ello ante el primer muchacho que encuentro. - ¿Qué quiere usted decir? ¿Qué es lo que pasa? -le preguntó su amigo-. Nunca le había visto tan afectado por algo. -Me avergüenzo de mí mismo -contestó el detective Fisher-. Acabo de vaciar un jarro de agua fría sobre las ilusiones de un muchacho. -Incluso tal explicación apenas es comprensible- dijo el experto en crímenes. -Qué estúpidas son las ilusiones, ¿no es cierto? - prosiguió el detective Fisher-. Y yo debería saber que a esa edad las ilusiones pueden convertirse en ideales. Y, de todas formas, son preferibles a la realidad. Además, se corre siempre un enorme riesgo en el hecho de abrirle los ojos a un joven que no ve más allá de un simple y corrupto ideal. ¿Y qué riesgo es ese? -Que suele propiciarse que el sujeto se vuelque con la misma energía en una dirección mucho peor -contestó Fisher-. Una dirección que puede resultar prácticamente irrevocable. Un agujero sin fondo, tan profundo como el pozo sin fondo”. Este dialogo de Chesterton es puro Conrad ¿Qué los une? En los relatos policiales de “El hombre que sabía demasiado”, Chesterton cuenta crímenes de la alta finanza que, quedan impunes y en el que el principal protagonista es un personaje de la esfera política. En el cuento “El Pozo sin fondo”, el sultán Aladino (no el de la lámpara) ordena a sus súbitos construir una torre alta, tan alta por la ambición desmedida del sultán, con la pretensión de que rebasara el cielo y se elevara por encima de él y continuara creciendo eternamente. Y – dice Chesterton- Alá lo abatió con un rayo, que penetró en la tierra, abriendo un agujero cada vez más profundo, hasta que hizo un pozo que no tiene término, como la torre que no debía tener fin. Y, por aquella torre invertida de tinieblas, el alma del orgulloso sultán está cayendo sin cesar”.

Este es el peligro real de todo político, pero especialmente dolorosa es la caída moral y ética en ese pozo sin fondo de un político progresista. En Joseph Conrad el comerciante de marfil Kurtz (metáfora del imperio), se convierte en un criminal sangriento sin freno, con el alma corrompida como la del sultán Aladino del cuento de Chesterton, cae eternamente en un pozo sin fondo y sin retorno. Creemos con ello haber probado que Conrad prefigura a Kafka, pero también a Chesterton. Por esas singularidades inquietantes con que presenta la vida y por la calidad de sus tramas literarias, así como por el lenguaje utilizado que roza la perfección, cualidades que ubican al escritor polaco entre los más relevantes escritores del siglo XX. No es casualidad, que “El corazón de las tinieblas” inspirara el filme “Apocalipsis Now” de Francis Ford Coppola.

El agente secreto

Esta es una novela política en el espíritu de Dostoyevski, trata de la sinrazón de los revolucionarios que adoptan acciones terroristas, que en última instancia retrasan el progreso humano, consecuencia no prevista; versa también de una manera más relevante y precisa de una consumada trama de espionaje, en el que un gobierno extranjero reaccionario y conservador, quiere evitar a toda costa una revolución socialista o comunista. ¿Cuál es el contenido de esa estrategia?  El gobierno conservador, presuntamente el gobierno ruso dominado por un Zar (¿Alejandro I?) es un gobierno crecientemente inestable, sujeto a potenciales rebeliones sociales (sin excluir la praxis terrorista). Es un gobierno que ha logrado contener la revolución social exiliando a Europa, concretamente a Inglaterra a todos sus enemigos y adversarios políticos. El gobierno extranjero imperial, que es el ruso sin duda (Conrad narra desde Inglaterra su segunda patria) considera muy peligrosos a los exiliados, porque son activos, son estrategas, son tácticos sagaces, que pretenden derrocar al gobierno imperial. Ante este peligro, el gobierno a través de su representante un funcionario público, contrata a un agente provocador el señor Verlouc, un espía en toda la línea.

Verlouc actúa desde la marginalidad social. Ha sido contratado presuntamente por personal de la embajada rusa, concretamente por el señor Vladimir primer secretario de la embajada. Verlouc el agente secreto, es un personaje individual conservador, descontento con el curso social de la naciente era de la globalización capitalista de fines del siglo XIX, pero cree que el daño no proviene del sistema económico global, sino de los revolucionarios sociales, no ve que estos son como los ludistas ingleses, trabajadores desempleados por el avance tecnológico. No ve Verlouc, que sus hermanos son los revolucionarios sociales, y no el poder imperial ruso, representado por el embajador Vladimir.

Una vez contratado Verlouc, se afilia a una cédula anarquista para disfrazar su actividad contrarrevolucionaria, su actividad de agente secreto. El gobierno imperial ruso ve con aprensión la creciente ola de descontento que, podrían aprovechar los revolucionarios sociales, representados por los hombres rusos del exilio radicados en Londres, que son revolucionarios enfrascados en la meta de derrocar al gobierno imperial conservador. Apurado, el gobierno apremia para contener las actividades revolucionarias porque hay indicios claros de una conjura comunista. El gobierno ruso solicita al embajador Vladimir, que entre en acción. Vladimir contacta con Verlouc y como estrategia para lograr el objetivo de hacer explotar una bomba en el observatorio de Greenwich, le dice que hasta ese momento su trabajo como agente provocador, es decepcionante y que, para rehabilitarse tiene que hacer explotar dicha bomba lo más pronto posible.

El relato de Joseph Conrad en un momento determinado cuenta que una bomba ha estallado cerca del observatorio de Greenwich. Se pretende hacer creer a la opinión pública inglesa, que el acto ha sido efectuado por los revolucionarios sociales rusos exiliados en Inglaterra. El gobierno encarga la investigación al inspector Heat, que tiene contacto con Verlouc. Un miembro de la cédula anarquista a la que pertenece Verlouc, de nombre Michaelis planea escribir un libro supuestamente, para desencadenar la revolución en Rusia. El inspector Heat sospecha de Michaelis y le informa de ello a su superior El comisario en jefe de la policía británica. En este punto como en una partida de ajedrez de Karpov y Kasparov, la trama se complica tremendamente. El comisario jefe del inspector Heat sabiendo la habilidad y la astucia detectivesca de su subordinado, teme que se cubra de gloria con el resultado de la investigación en la que está enfrascado e intenta adelantarse, investigando por cuenta propia, sin informar de ello al inspector Heat su subordinado.

Por su parte Verlouc, el día del atentado sale de casa y regresa muy noche con fajos de billetes retirados de un banco. El inspector Heat avanza en la investigación y, encuentra una prueba en la forma de una etiqueta en el abrigo de quien supuestamente hizo explotar la bomba. Interrogada Winnie la esposa de Verlouc por Heat reconoce que, la etiqueta del abrigo pertenece a su esposo. Este se defiende señalando que la bomba estalló antes sin cumplir con su propósito y en su declaración apresurada, complica la situación al involucrar en el asunto a Stevie el hermano de su esposa.  En venganza Winnie asesina a Verlouc y huye con el dinero retirado del banco, en compañía de otro camarada de la cedula anarquista, llamado Ossipon. Ambos suben al transbordador para huir y evitar la horca. Inexplicablemente Ossipon se suicida arrojándose del transbordador.

Joseph Conrad muestra en su novela que los personajes de la trama son vulnerables, son entes irrazonables a pesar de tener principios, pero que no son coherentes con esos principios, diría Sartre “No somos lo que decimos, somos lo que hacemos”. Al final, lo que viene, es la desolación de los personajes o su muerte prematura (se suicidan) o bien quedan destruidos moralmente, para siempre sin posibilidad de rehabilitarse. Su vida es un trágico error, un fracaso irremediable, ante ello y por eso caen en el pozo infinito descendente sin fondo de la moral corrompida, lo hacen en la novela bebiendo inmoderadamente sin freno alguno. ¿Qué es lo que triunfa en la novela de Conrad?  Aunque la bomba explotó en el observatorio de Greenwich antes de lo planeado, la conmoción social creada se impone en el imaginario colectivo, y se preserva el imperio, en este caso el gobierno ruso se estabiliza políticamente. Las revoluciones -parece decir Joseph Conrad- no triunfan, en tanto destruyen moralmente en el camino a sus hombres y mujeres, y por ende no cambia el régimen de fondo. Al final triunfan los mismos de siempre.

En los años 60´s del siglo XX. un profesor de la Universidad de Berkeley de nombre Theodore John Kaczynski de origen polaco graduado con honores en matemáticas y ganador del premio Sumner B. Myersen por la Universidad de Michigan por su tesis doctoral sobre “funciones de frontera” (Boundary Functions), leyó “El agente secreto” de Joseph Conrad, su lectura lo electrizó, deslumbrado por la personalidad de agente secreto de la novela, el señor Verlouc,Kaczynski se contagió de su personalidad y decidió ser anarquista, ateo, y terrorista. Agudo intelecto se aterra por los resultados decepcionantes pese al progreso que conlleva la globalización y el desarrollo tecnológico, por ello decide realizar actos terroristas, desde la marginalidad (para ello renuncia a su prometedora vida de profesor), envía cartas-bombas y practica actos terroristas, como corolario de su carrera pone una bomba en un avión que por fortuna no explotó, un acto fallido como el del agente secreto descrito por Conrad. Después de una ardua investigación el FBI descubrió que el autor intelectual era Kaczynski y lo atrapa. Este caso real, encuentra un símil en toda la línea con la novela de Conrad, la potencial destrucción moral de los individuos que trae consigo la globalización y el desarrollo tecnológico, cuando sus beneficios no se difunden equitativamente. Por esta razón, la igualdad distributiva del ingreso sin caer en excesos igualitaristas pone un límite a la destrucción moral y económica de los individuos.

Oscar Wilde en “La decadencia de la mentira” (1891) nos advierte que a menudo la literatura anticipa si es que no crea la vida. Al respecto señaló lo siguiente: “Schopenhauer ha estudiado el pesimismo; pero Hamlet es quien lo inventó. El mundo se ha vuelto triste porque, en el pasado, una marioneta fue melancolía. El nihilista, ese extraño mártir, que sin fe se encarama al cadalso sin entusiasmo y que pierde la vida por algo que no cree, es un puro producto literario. Lo inventó Turgueniev y más tarde lo perfeccionó Dostoyevski. Que Robespierre salió de las páginas de Rousseau es tan cierto como que el Palacio del Pueblo se levantó sobre los restos de una novela. La literatura se adelanta siempre a la Vida.

No la copia, sino que la modela a su antojo. El siglo diecinueve, tal como lo conocemos, es en absoluto una invención de Balzac. Nuestros Lucianos de Rubempré, nuestros Rastignaes, nuestros De Marsays, aparecieron en la escena de la Comedia Humana. No hacemos más que practicar (con notas al pie de la página y con adiciones inútiles) el capricho, la fantasía o la visión creadora de un gran novelista”. Aquí la literatura se engarza con la vida, con la praxis política y social real.

Nostromos

Un ejemplo paradigmático de lo dicho por Oscar Wilde en “La decadencia de la mentira” según lo cual la literatura anticipa a la vida, es el caso de “Nostromos”, novela en la que, Conrad con su potente imaginación literaria propone la existencia de una contrarrevolución en una imaginaria república sudamericana, que denomina Costaguana. Los fríos intereses de potencias extranjeras que quieren ardientemente apoderarse y controlar las ricas minas de Plata de Costaguana, fomentan una guerra, una rebelión para que la población de Sulaco se escinda de la república. Sólo así sería factible apoderarse de las minas de plata, piensan los gobernantes de las potencias extranjeras. “Nostromos” prefigura o se adelanta a hechos históricos del porvenir ¿Cuáles hechos históricos son anticipados por la novela de Conrad?

Citemos dos vivos ejemplos (pueden citarse muchos más). En primer lugar, tenemos la independencia de Panamá de Colombia evento ocurrido en 1903, separación promovida por los intereses estratégicos geopolíticos de Estados Unidos, país convertido en imperio hacia fines del siglo XIX y, que buscaba una manera redituable de obtener inmenso provecho económico del potencial existente del comercio entre oriente y el occidente, ya colonizado por Estados Unidos. Desde este punto de vista era prioritario para el gobierno norteamericano de entonces, y sobre todo para las nacientes empresas multinacionales americanas, la construcción de un canal interoceánico que diera acceso fácil a esas dos vías. Este es el llamado problema del Istmo o el problema de la masa de tierra con la distancia más corta entre el Océano Atlántico y el Océano Pacífico, que permitiría resolver el proyecto interoceánico del Canal.

Se trataba de una pura y simple conveniencia comercial (sobre todo de hacer el transporte muy eficiente), económica y financiera, pero también militar (interés geopolítico). La diplomacia estadounidense intentó negociar el proyecto de construcción del canal con el gobierno de la Gran Colombia como se llamaba el país, cuando el territorio de Panamá estaba unido al de Colombia. Las negociaciones se estancaron en virtud de que se atravesó la guerra de los mil días que tanto desgarró a Colombia. Ante esta circunstancia el gobierno de los Estados Unidos de manera oportunista decidió que, la manera más fácil de construir el canal era segregar como en la novela “Nostromos” a Panamá de Colombia. Después de diez y seis intentos de separación el objetivo imperial se logró y el 3 de noviembre de 1903 Panamá se independizó de Colombia. Estados Unidos asumió el control del proyecto, el del canal de Panamá por decenas de años. Recientemente el profesor Ben Shoshan de la Reichman University, en un ensayo notable intitulado “The Panama Canal: Mediation by the USA in the Panamanian Independence from Gran Colombia” (2023), trata en términos geopolíticos este tenebroso asunto que, cuadra bien con la trama bien construida por la novela de Joseph Conrad “Nostromos” en el que las potencias extranjeras intentan separar Sulaco de Costaguana para apoderarse de las minas de plata. En efecto, en la separación de Panamá de Colombia, este último país perdió el canal interoceánico, perdió un territorio rico en minas de cobre y oro ante la nueva potencia imperial.

El segundo ejemplo que confirma en la praxis política real, la trama literaria de “Nostromos” es el golpe de Estado en Chile de 1973 contra Salvador Allende, en este evento potencias extranjeras y compañías trasnacionales de esas potencias, actúan al unísono si bien no segregan a Chile, como país, el resultado es el mismo. El golpe militar ocurre mediante la agrupación de fuerzas militares chilenas en torno a Valparaíso punto neurálgico para el golpe militar de Estado, esto con la ayuda del gobierno de EUA a través de una frenética actividad de espionaje y apoyo económico disruptivo por parte del pentágono (la marcha de las cacerolas, el asesinato del general René Schneider, el tanquetazo, el asesinato del comandante Arturo Araya Peeters, por el grupo Patria y Libertad, la huelga de transportistas a cargo del dirigente sindical derechista León Vilarín, la manifestación de las esposas de los generales en la casa del general Prats que resutó en su renuncia y el ascenso de Pinochet, y la incesante presión ingente de la empresa multinacional ITT). Detalles del golpe militar se encuentran en Peter Kornbluh “Pinochet Desclasificado: Los archivos secretos de Estados Unidos sobre Chile” (2023). Los detalles de la intervención de la multinacional ITT en el golpe militar en Chile se encuentran en Evgeny Morozov, “Una multinacional contra Salvador Allende”, Le Monde Diplomatique (agosto de 2023).

¿Cuál es la lección de Nostromos? Para Joseph Conrad la acción de las potencias extranjeras y de las multinacionales no tiene remedio, las revoluciones sociales son impotentes. El escepticismo del autor se muestra aquí en toda su crudeza. Los golpes de Estado o las revoluciones no cambiarán nada a Costaguana, en el que el principal estímulo registrado por la novela es la abismal ansia de las potencias extranjeras de poseer las minas de plata. Para preservar esos intereses se llega al crimen. La lucha por el control de los recursos naturales es implacable (dixit modernamente las guerras en Iraq, y en Ucrania). Se pensó que la globalización económica y financiera impulsada por los países desarrollados y sus trasnacionales en el último tercio del siglo XX y del siglo XXI habría una prosperidad universal casi perfecta. Conrad nos recuerda en “Nostromos”, que tenemos pocas armas efectivas para luchar contra los intereses económicos de las grandes potencias extranjeras como lo señala un famoso pasaje de “Nostromos” que afirma con profunda desesperanza lo siguiente: “No hay paz ni descanso en el desarrollo de los intereses materiales. Ellos tienen su luz y su justicia. Pero se fundamentan en la conveniencia y esto es inhumano; es algo carente de integridad, sin la continuidad y la fuerza que solo se puede encontrar en un principio moral”. Pese a toda desesperanza, encuentra Conrad un eco de bien cuando afirma: “La verdadera grandeza se mide por la capacidad de perdonar y comprender, en lugar de juzgar y condenar. La vida no es justa, pero aún, así debemos esforzarnos por ser justos en nuestras acciones y decisiones”. Suenan magníficas estas palabras de un hombre progresista que, sin embargo, pasa en la historia por ser apolítico.

Lo cierto es que como dice Ubaldo León Barreto con certeras palabras “Lo que escuchamos en la prosa de Conrad es el ruido y la furia de las tragedias de Shakespeare, la música maligna de ‘Moby Dick’ y los armónicos implacables del Antiguo Testamento”. En mi opinión, la de un lector agradecido; la obra de Joseph Conrad es un monumento suntuoso que perdurará por siempre.

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