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La apertura de cuentas digitales y la inclusión financiera
Las facilidades a la apertura de las cuentas digitales es un ejemplo de las medidas, relativamente sencillas de impulsar, que pueden tener un efecto muy grande en la inclusión financiera.
La Convención Nacional Bancaria se ha convertido en la ocasión de los grandes discursos vacíos en los que se destaca el papel de la banca como sostén de la economía mexicana. Especialmente su rol para mantener la estabilidad. Eso es verdad, el sistema financiero nacional es una roca, inmune a contagios de turbulencias financieras, como las que ahora nos rodean. Pero también es una sistema blindado de la competencia, diseñado para inhibir prácticas novedosas y que garantiza ganancias excesivas, extra normales. El resultado es que México es un país con bajísimos niveles de inclusión financiera, paupérrimos si uno los compara con países con una economia similar, como Brasil. Solo una de cada diez personas tiene acceso a una tarjeta de crédito bancaria en México. Eso es un limitante permanente al crecimiento, a la competitividad y a las posibilidades de desarrollo de las mayorías de las empresas y las personas del país. Lo paradójico, es que en realidad no existe un conflicto entre los objetivos de mantener la estabilidad del sistema y de crecer de manera sustantiva la inclusión financiera, ya que se pueden impulsar medidas relativamente sencillas, especialmente las que favorecen el desarrollo de las finanzas digitales.
Un ejemplo es la facilidad para la apertura de cuentas remotas. De acuerdo con la ENIF 2021, las sucursales son el canal de acceso físico más alejado para la población, las personas tardan 22 minutos en promedio al trasladarse a una sucursal bancaria. Facilitar la apertura de cuentas remotas puede ayudar a incrementar la inclusión financiera, especialmente en zonas rurales, mal provistas de sucursales, pero también entre sectores como los jóvenes, que prefieren utilizar los medios digitales sobre los esquemas tradicionales. En México, actualmente, las cuentas de apertura remota tienen límites transaccionales bajos, esto es, existen restricciones a las cantidades que se pueden depositar y a los créditos que se otorgan a este tipo de cuentas. Eso desincentiva el ahorro y otras operaciones financieras entre las personas que cuentan con una. Las cuentas de apertura remota deberían tener permitido el mismo nivel de operación de las tradicionales destinadas a los usuarios promedio, eso, tan sencillo, generaría una gran diferencia en favor del desarrollo de las finanzas digitales. Las transacciones muy elevadas, en donde existen riesgos de prácticas como lavado de dinero, efectivamente podrían tener otro tratamiento.
Además, la identificación digital de los clientes aún es limitada en México, ya que únicamente el INE cuenta con la tecnología necesaria para que las instituciones financieras validen los datos biométricos de sus clientes. Recientemente el Banco de México y la Secretaría de Relaciones Exteriores firmaron un convenio para que las bases de datos de ésta última también puedan usarse por los bancos para la verificación de clientes; esto se debe extender a más instituciones financieras, sobre todo las del sector popular.
Los mecanismos remotos de apertura, con sistemas confiables de identificación, pueden reducir los costos de incorporación de clientes en hasta 90%, por lo que si el país avanza en la identificación digital universal, los costos de operación de la banca por cliente se pueden reducir de manera importante. La India, por ejemplo, logró una identificación digital universal de sus ciudadanos, lo que redundó en un importante avance en materia de inclusión. Las facilidades a la apertura de las cuentas digitales es un ejemplo de las medidas, relativamente sencillas de impulsar, que pueden tener un efecto muy grande en la inclusión financiera. Esas medidas tendrían que estar en la agenda de la convención bancaria, no los discursos autocomplacientes, ni los anuncios de ganancias exorbitantes.
Twitter: @vidallerenas