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La aún no explicada farsa que hace 25 años montó Salinas
Eran las 6:45 de la tarde del 23 de marzo de 1994 (todas las horas aquí anotadas son del centro) cuando llegué al consultorio de un dentista. A eso de las 7 de la noche me pasaron a una pequeña sala de consulta.
Después de unos minutos entró el médico. Luego de explicarle lo que me pasaba, procedió a revisarme. Pasaron unos minutos más y, de repente, una mujer, visiblemente alterada, interrumpió la consulta. Nos dijo que por la televisión se acaba de anunciar que Luis Donaldo Colosio había sido agredido a balazos en Tijuana.
Me levanté del sillón y me dirigí a otro pequeño salón con televisión. En la pantalla estaba Jacobo Zabludovsky informando que, efectivamente, el candidato presidencial priista había sido gravemente herido en un atentado y que lo habían trasladado al Hospital General de la ciudad fronteriza.
En seguida me comuniqué con Gabriel Núñez, el entonces vicepresidente de Operaciones de Radio Fórmula. Le pregunté si se mantendría o no la programación normal de Fórmula, ya que en aquel entonces mi programa, Fuego Cruzado, se transmitía de las 8:30 a las 10:00 de la noche.
Gabriel me dijo que la programación normal se cancelaría, pero que era necesario que me presentara a la cabina de transmisión para sustituir a quien entonces estaba al aire, el también desaparecido Pedro Ferriz Santa Cruz.
Salí del consultorio a eso de las 7:30 de la noche, encendí el radio de mi coche y mientras me dirigía a Fórmula hablé con un destacado neurólogo, a quien le pedí que me diera un diagnóstico sobre el estado de Colosio con base en la información disponible.
El doctor me dijo que lo más probable era que el político sonorense había muerto instantáneamente al recibir el balazo en la cabeza y que, de sobrevivir, quedaría permanentemente en estado vegetativo.
Llegué a Fórmula pasadas las 8:00 de la noche. Le comenté a Gabriel que lo más seguro era que Colosio había muerto. Me respondió que la Presidencia de la República no quería que se difundieran versiones extraoficiales sobre el estado de salud del candidato. Sólo podía difundirse la información oficial proporcionada por la autoridad federal.
Así, durante las tres horas y media que trascurrieron desde las 7:12 de la noche, cuando el candidato fue agredido, hasta las 10:45, cuando Liébano Sáenz, el vocero de la campaña de Colosio, informó que éste había muerto, el gobierno de Carlos Salinas se encargó de mentirle a los mexicanos sobre lo que había ocurrido y ocurría en Tijuana.
Durante ese periodo, el gobierno salinista nos desinformó a todos. Primero aseguró que Colosio seguía vivo, luego que lo habían intervenido quirúrgicamente, después que probablemente sería trasladado vía helicóptero a un hospital de San Diego, California.
Todo fue mentira porque Colosio murió instantáneamente.
De acuerdo con dos médicos del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, citados en el número 2212 de la revista Proceso, la muerte de Luis Donaldo ocurrió dos centésimas de segundo después de recibir el balazo en la cabeza. Nuca supo lo que le pasó.
Tuvo razón el neurólogo con quien hablé por mi celular hace 25 años.
Hoy, parece que nadie recuerda la farsa montada por Carlos Salinas inmediatamente después del asesinato. ¿No es hora de que nos explique por qué lo hizo?