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Opinión

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La banca móvil y los retos en inclusión financiera digital

Bajo la nueva normalidad, las herramientas digitales financieras como la banca móvil se han consolidado como parte de la cotidianeidad. Adicionalmente, al considerar sus ventajas en la reducción de costos, tiempo, así como su capacidad de llevar servicios financieros a regiones en las que la infraestructura bancaria convencional no puede llegar, las hacen importantes aliadas en el proceso de inclusión financiera y digital del país.

No obstante, para poder hacer uso de la banca móvil se requiere al menos de la infraestructura que permita a la población disponer de una línea de celular con acceso a internet para poder operar, junto con algunas habilidades de uso de tecnología y conocimientos financieros para aprovechar los servicios financieros que se tienen a disposición.

En el caso de México, las diferencias en infraestructura han implicado un desarrollo heterogéneo de la banca móvil en el país. Además, las divergencias en conocimientos financieros y capacidades en manejo de la tecnología revelan brechas importantes en la población por edad y escolaridad. Condiciones que serán algunos de los retos más relevantes que tendrán que atenderse en los próximos años para poder incluir financiera y digitalmente a la población.

Al respecto del reto de infraestructura, en la última década se ha dado un avance sustancial a nivel nacional, el Instituto Federal de Telecomunicaciones estima que en 2021 se tenían cerca de 87 líneas de servicio móvil de acceso a internet por cada 100 habitantes. Sin embargo, el nuevo reto es reducir las diferencias en la adopción de la banca móvil entre las entidades federativas. En 2022, con datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), se observa que mientras en entidades como Baja California y Sonora se promedian arriba de 71 contratos de banca móvil por cada 100 habitantes, en entidades como Oaxaca y Chiapas el promedio se encuentra por debajo de 50 contratos.

Por otro lado, la edad y la escolaridad también parecen ser factores relevantes que determinan si existe una mayor o menor adopción de esta tecnología. Con respecto a la edad, la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (Endutih) en su edición 2021, identifica que la población de 30 a 39 años fue la que hizo un mayor uso de la banca móvil, con 37.8% del total de ese rango de edad y que cuenta con smartphone y acceso a internet, en cambio en el grupo de 50 a 59 años el porcentaje fue únicamente de 25.3%. En términos de escolaridad, en la población de 25 años o más con smartphone y acceso a internet, mientras que seis de cada 10 personas con nivel máximo de estudios de licenciatura usó la banca móvil, menos de dos de cada 10 personas con estudios hasta secundaria la utilizaron.

Sin duda, la banca móvil constituye uno de los principales instrumentos financieros para la inclusión financiera y digital del país. No obstante, existen retos en infraestructura y educación financiera para que esta tecnología influya en mayor medida en el acceso y uso de los servicios financieros, y no se convierta, únicamente, en un canal adicional de transaccionalidad de aquellos que ya utilizan estos servicios. En ese sentido, el esfuerzo implica que el sistema financiero continúe promoviendo la expansión y desarrollo de estas tecnologías a la par que se siga impulsando la cobertura de infraestructura de telecomunicaciones, y la formación en temas de educación financiera de la población mexicana en general.

*El autor es economista senior de BBVA México

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