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Opinión

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La batalla contra Google y el futuro de la industria tecnológica

Hace una semanas, el Departamento de Justicia de los EUA (DOJ) obtuvo una victoria en la acusación contra Google por prácticas monopólicas. El juez Mehta, del Tribunal del Distrito Columbia, determinó que Google mantuvo ilegalmente un monopolio en los mercados de búsqueda en línea y publicidad, mediante acuerdos de la empresa con fabricantes de equipos originales como Apple y Samsung, que establecían a Google como el motor de búsqueda predeterminado en dispositivos móviles y navegadores. 

Google pagó cantidades importantes para asegurar su posición como motor de búsqueda. Por ejemplo, en 2021, la empresa desembolsó 26,300 millones de dólares, siendo Apple uno de los principales beneficiarios al recibir alrededor de 18,000 millones de dólares. Estos acuerdos habrían tenido como efecto limitar la competencia de otros motores de búsqueda.

Google argumentó que los acuerdos reflejan la realidad competitiva del mercado y las preferencias de los consumidores. Según la empresa, su posición como motor de búsqueda predeterminado en dispositivos móviles no se debía a los pagos, sino a su efectividad compitiendo con base en méritos y su oferta de servicios de búsqueda de alta calidad. Asimismo, Google argumentó que sus servicios de búsqueda son gratuitos, lo que significa que no existe daño a los usuarios, quienes tienen la libertad de cambiar a otros motores de búsqueda.

Por su parte, el DOJ sostuvo que los acuerdos exclusivos de Google con los fabricantes de dispositivos y navegadores reforzaban su monopolio en el mercado de búsqueda. El juez concluyó que los acuerdos excluían a competidores potenciales como Bing y DuckDuckGo y rechazó la justificación de Google sobre la preferencia del consumidor y la calidad superior de su motor de búsqueda.

Los principales argumentos del DOJ para demostrar que Google tiene poder monopolico en el mercado de búsqueda en línea fueron: la participación de la empresa en el mercado de motores de búsqueda, de aproximadamente 90%; los propios acuerdos de exclusividad firmados con empresas como Apple y Samsung, que le conferían ser el motor de búsqueda predeterminado; las altas barreras de entrada en el mercado de búsqueda general, que dificultan el ingreso y expansión de nuevos competidores, y  testimonios de ejecutivos de empresas rivales, que señalaron que los acuerdos dificultaron su capacidad para competir y crecer.

El caso se encuentra en la fase de apelación. Google ha manifestado que la decisión no considera la competencia creciente que enfrenta de plataformas de inteligencia artificial generativa y otros motores de búsqueda y sostiene que los acuerdos son benéficos para los usuarios y la competencia en general.

No existe claridad sobre los remedios que podrían ser implementados en caso de que la apelación no sea exitosa. Aparentemente las autoridades contemplan medidas de severidad variable, que van desde obligaciones de compartición de datos con los competidores y la prohibición de contratos de exclusividad, hasta remedios estructurales como la desinversión de Android, Chrome o AdWords, plataforma para la venta de publicidad.

De implementarse algún remedio estructural podría haber repercusiones notables sobre el modelo de negocio de Google. La posible desincorporación de Android o Chrome mermaría su capacidad de dirigir tráfico hacia sus servicios de búsqueda y publicidad. Además, la separación de Android podría afectar los planes de desarrollo de servicios de inteligencia artificial en dispositivos móviles.

En general, una desinversión podría llevar a una reorganización significativa de la industria tecnológica, afectando no solo a Google, sino también a otras grandes empresas tecnológicas que podrían enfrentar presiones similares para desinvertir o modificar sus prácticas comerciales.

La posible desinversión podría estimular la competencia y la innovación, para beneficio de consumidores y competidores. Sin embargo, también hay el riesgo de fragmentación del ecosistema digital, afectando la funcionalidad y eficiencia de servicios integrados, lo que dañaría la experiencia del usuario y aumentaría los costos operativos de la industria.

@javiernunezmel

Consultor en Competencia Económica y Regulación, además es profesor universitario.

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