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La revolución de las conciencias
A tres años de su gobierno, el Presidente de la República advierte que las bases están sentadas para la transformación porque lo más importante ya ocurrió y me refiero a algo que el titular del ejecutivo llama la revolución de las conciencias.
Ignoro cómo lo define, pero estoy segura de que no lo mide. Es más, si lo escucho hablar de las otras cosas que ya sucedieron, los problemas que ya se quedaron en el pasado gracias a su intervención, mi escepticismo se infla. Ya saben, una vez que uno detecta la farsa en el otro, es difícil confiar en este. Pondré un par de ejemplos. El titular del Ejecutivo ha dicho que ya se resolvió el problema de la presa del Zapotillo, en Jalisco. Ah caray. A qué hora pasó eso. ¿Ya está terminada? No. ¿Ya le hicieron los ajustes que prometieron a los pueblos? No. ¿Va a proveer de agua a la zona metropolitana de Guadalajara? No. ¿Entonces qué es lo que resolvieron? Que se va a terminar, pero se va a ajustar y a ver si sirve. Ah caray.
Asegura que ya se resolvió el problema de la compra de agronitrogenados en la que el Estado mexicano salió desfalcado con millones. ¿Perdón? ¿Cómo se resuelve algo que no se ha pagado y en donde no hay responsables, sólo pagadores a placitos? Pues así, diciendo que ya van a pagar.
La joya: el presidente informó a la nación que ya se resolvió el monopolio de medicamentos en el país. Vaya. Qué singular manera de resolver las cosas: suspendiendo la compra y distribución de medicamentos. Listo, ya no hay monopolio. Ni medicamentos, señor presidente.
En Jalisco gobierna un hombre que tiene la misma particular noción sobre las cosas que ya resolvió. Bueno, en Jalisco y en muchos lugares del país y del mundo porque al poder le gusta hacer gala de su habilidad para presentarse con los problemas resueltos. Habilidad para resolverlos tiene menos, pero destreza para presentarlos aderezados, mucha.
Les decía de Jalisco. El actual gobernador, Enrique Alfaro, ha dicho a los cuatro vientos, de la mano del fiscal, que el asesinato del ex mandatario jalisciense, Aristóteles Sandoval, ya está resuelto. Caso cerrado, pasemos a otra cosa. ¿Está detenido el culpable? No. ¿Se conocen las causas del homicidio? No. ¿Se sabe si alguien pagó al culpable material? No. Pero el caso está resuelto porque creen que saben quién disparó, aunque no lo encuentren ni sepan por qué lo hizo y, en su caso, si lo hizo solo.
Si así es como miden la materialización de sus sueños, entonces permítaseme dudar de la veracidad de sus dichos. Regreso a la revolución de las conciencias. ¿Por qué se congratula el presidente diciendo que esto ya sucedió? Es verdad indiscutible que Andrés Manuel López Obrador tiene una aprobación extraordinaria, pero esta no supera los números iniciales de querencia. Por otro lado, la elección intermedia fue reñida, perdió legisladores y las zonas urbanas del país le dieron la espalda. En la Ciudad de México la mitad no hizo caso a esta conciencia transformadora este año.
Permítanme recordarles que el 78 por ciento de las conciencias mexicanas habita en ciudades. No todas tan grandes y tan reacias al lopezobradorismo como Monterrey, pero en esta, junto con Guadalajara y la Ciudad de México vive el 30 por ciento de los mexicanos, así que tampoco es como para menospreciarlas.
¿Cómo sabe el presidente que ya se llevó a cabo el cambio profundo en la mentalidad mexicana que él necesita para que sus medidas sean irreversibles? ¿Lo sabe porque estas son exitosas y se le reconoce? ¿Lo sabe porque es excelente el nuevo modelo educativo? ¿Porque ya funciona la infraestructura aeroportuaria en la que no creían sus opositores? ¿Porque ya hay menos pobres en México? ¿Porque hay un sistema de salud como el de Dinamarca? ¿Porque bajó el gas? ¿Porque fortaleció las instituciones democráticas? ¿Porque se redujo la violencia, el hambre y la enfermedad?
De dónde saca el Presidente que sus medidas ya tienen la base social que se requiere.