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Opinión

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La rifa del avión, los riesgos de las ocurrencias

Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en la mañanera del viernes que una opción para deshacerse del avión presidencial era a través de la venta de 6 millones de cachitos, de a 500 pesos, por parte de la Lotería Nacional, parecía que el primer mandatario había decidido ponerle un poco de humor a su conferencia.

Suele ser simpático y éste parecía un chiste más... pero no lo era.

Hay que dimensionar que alguien del equipo presidencial, quizá el propio mandatario, planteó en una de esas reuniones de gabinete la opción de salir con esta pifia ante la opinión pública.

Cuesta mucho trabajo pensar que dentro de la 4T lo vean como una alternativa financiera. Suena mucho más a uno de esos famosos distractores, un gancho para que hagamos esto: hablar del tema. Para que las redes sociales exploten con tonterías, para distraer la atención de una larga lista de problemas muy importantes que se acumulan en el país.

Sin embargo, eso que puede funcionar muy bien entre los creyentes de la 4T, pero aterroriza a todos los demás agentes económicos que ven en muchas otras decisiones de gobierno el equivalente a deshacerse de un avión en una rifa.

Es un hecho que el tema de discusión de este pasado fin de semana fue la rifa del avión presidencial. Atrás quedaron temas como la falta de medicamentos por la desaparición del Seguro Popular, la inoperancia del Insabi o la persistencia del huachicoleo.

Espanta ver el simplismo con el que son abordados los temas esenciales del país. Es un problema que la alta burocracia mexicana dedique el tiempo, pagado por los contribuyentes, de sus reuniones a plantear disparates. Es indignante que haya ese desprecio de la capacidad intelectual de la sociedad con estos planteamientos torcidos. Porque no son pocos, por increíble que parezca, que lo considera una buena idea y se apresta a comprar su cachito.

Si López Obrador quiere socializar sus caprichos, como éste de vender a como dé lugar el avión presidencial, podría mejor ponerse a pensar un esquema de colocación de acciones de Petróleos Mexicanos. Cachitos de Pemex para ser socio de la empresa de todos los mexicanos.

Aunque, quizá sea tarde para que haya apetito en el mercado por participar con capital en ésta, la empresa petrolera más endeudada del mundo.

Pudo haber concesionado en cachitos el aeropuerto de Texcoco para que lo operaran los particulares sin costo para las finanzas públicas y sin tener que echar a andar un proyecto que no funcionará como el aeropuerto de Santa Lucía.

En fin, ese tipo de ocurrencias, como ésa de la rifa del avión, no genera la necesaria confianza entre aquellos que pueden invertir, no 500 pesos del cachito, sino 500 millones de dólares o más en tantos proyectos hoy detenidos por temor a las decisiones gubernamentales.

Las ocurrencias dejan de ser chistosas cuando las evidencias de un país con problemas nos confirman que esas ideas a la ligera no están dando los resultados imaginados.

ecampos@eleconomista.com.mx

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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