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Opinión

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La tentación de los mercados fronterizos

South,African,Coins,Arranged,In,The,Shape,Of,Africa,IsolatedCopyright (c) 2014 lcswart/Shutterstock. No use without permission., Shutterstock

Varios países africanos, entre ellos Costa de Marfil, Benín y Kenia, han regresado recientemente a los mercados internacionales de capital, debido en gran medida a un mejor desempeño macroeconómico. Pero, al menos, dos peligros acechan en el horizonte.

BERKELEY. Los mercados fronterizos han vuelto. Varios países africanos han regresado recientemente a los mercados financieros globales y colocan bonos en moneda extranjera a inversores internacionales. La pregunta es si han regresado para siempre, o si alguien o algo –en concreto, la Reserva Federal de Estados Unidos– obstaculizará el proceso.

Comencemos con los hechos. En enero y principios de febrero, Costa de Marfil y Benín pudieron colocar 3,350 millones de dólares en bonos con inversores internacionales. La emisión de Costa de Marfil tuvo un exceso de suscripción de más de tres veces, y la de Benín, más de seis veces. Le siguió Kenia con un eurobono de 1,500 millones de dólares que atrajo más de 5,000 millones de dólares en pedidos. Esta actividad marcó el final de una racha seca de dos años en la que los prestatarios africanos quedaron excluidos de los mercados internacionales de capital. En varios casos, los ingresos recaudados se utilizarán para recomprar deuda que vence este año o el próximo. El hecho de que los inversores estén dispuestos a participar sugiere que confían en la capacidad de los gobiernos para pagar sus deudas. No buscan salir una vez que sus participaciones maduren.

Varios factores explican este repentino éxito. En primer lugar, el desempeño macroeconómico en toda África está mejorando. El Banco Africano de Desarrollo pronostica que el PIB del continente crecerá un 3.8% en 2024 y un 4.2% en 2025, más rápido que el año pasado. Se prevé que once países africanos se expandirán al menos un 6% en 2024. No es coincidencia que este grupo incluya a Costa de Marfil y Benín, con Kenia justo detrás con un 5 por ciento. Más crecimiento significa más capacidad de servicio de la deuda. Las agencias de calificación crediticia esperan más mejoras que rebajas por primera vez en años.

En segundo lugar, el Fondo Monetario Internacional ha brindado un apoyo inusual, al proporcionar más de 50,000 millones de dólares a la región entre 2020 y 2022. Esto es más del doble de la cantidad otorgada en cualquier periodo de diez años desde la década de 1990. Los inversores pueden estar anticipando que el FMI los rescatará si las cosas muestran signos de ir mal.

En tercer lugar, los informes de prensa sugieren que Estados Unidos y China están considerando una nueva iniciativa para aligerar la carga de la deuda de los países de bajos ingresos, con miras a presentar una propuesta a los líderes del G20 a finales de este año. Esto podría implicar agregar a los contratos de deuda una disposición que permita a los países en problemas extender los vencimientos de los préstamos y aumentar el financiamiento de donaciones del Banco Mundial y otras instituciones multilaterales.

Dado el fracaso de los esquemas de deuda existentes del G20, como el Marco Común para el Tratamiento de la Deuda, una nueva iniciativa es bienvenida. Evitar los impagos en los países con problemas es una condición necesaria para permitir que los gobiernos refinancien sus deudas que vencen. Dada la prevalencia del contagio en los mercados mundiales de bonos, evitar los impagos evitaría desmoralizar a los inversores e interrumpir el acceso a los mercados donde se ha recuperado.

En cuarto lugar, los inversores apuestan a que los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense y de otros bonos de economías avanzadas bajarán una vez que la Reserva Federal y el Banco Central Europeo (BCE) declaren la victoria en su lucha contra la inflación. Si los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a diez años caen desde su nivel actual, ligeramente por encima del 4%, un bono en dólares de Benín con un rendimiento del 8.5% o un bono en dólares de Kenia con un rendimiento del 10% serán aún más atractivos.

Pero no todo el mundo está de acuerdo en que el reciente episodio de inflación haya terminado definitivamente. Si las esperanzas de recortes en las tasas de interés se ven frustradas o, peor aún, si la Reserva Federal y el BCE ven señales de un resurgimiento de la inflación y se sienten obligados a subir las tasas, la colocación de bonos de Kenia en febrero podría ser la última. Y con los rendimientos estadounidenses a diez años subiendo 50 puntos básicos durante los dos primeros meses de 2024, es evidente que alguien está apostando por la posibilidad de subidas de tipos.

Esto apunta a otro peligro: el ciclo del dólar. Normalmente, cuando la Reserva Federal sube las tasas, el dólar se fortalece, lo que dificulta que los países en desarrollo puedan pagar sus deudas en dólares. Se ha hablado mucho del supuesto fin del pecado original, nombre dado al hecho de que durante mucho tiempo los mercados emergentes sólo han podido colocar bonos en dólares a inversores internacionales. Ahora, se dice, también pueden vender bonos denominados en sus propias monedas.

De hecho, sin embargo, la redención del pecado original ha sido muy selectiva. Cualquier nueva capacidad para vender bonos en moneda local a inversores internacionales se ha limitado en la práctica a un puñado de países de ingresos medios relativamente grandes, lo que deja a los mercados fronterizos expuestos al riesgo cambiario. Como todo el mundo sabe, los tipos de cambio del dólar tienen dos caras. Las monedas locales pueden debilitarse frente al dólar, lo que agrava los problemas del servicio de la deuda, no sólo porque la Reserva Federal aumenta las tasas sino también debido a problemas económicos y políticos internos.

Ghana, por ejemplo, experimentó protestas masivas a finales del año pasado por la austeridad necesaria para reestructurar sus deudas y comenzar a reparar las relaciones con sus acreedores extranjeros. Como reflejo de esta agitación, el cedi ghanés se ha ido debilitando, lo que complica aún más el problema de la deuda del país. La política y, por tanto,ocurren fluctuaciones en el tipo de cambio. Los países africanos que contemplan un retorno al mercado de eurodólares deberían tomar en serio este riesgo.

El autor

Barry Eichengreen, profesor de Economía y Ciencias Políticas en la Universidad de California, Berkeley, es el autor, más recientemente, de In Defense of Public Debt (Oxford University Press, 2021).

Derechos de autor: Project Syndicate, 2024

www.project-syndicate.org

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