Lectura 4:00 min
La última milla, y porqué salió más caro el caldo que las albóndigas
Todo parece indicar que los del Insabi finalmente, después de 2 años de caos, ya alcanzaron a vislumbrar su seria responsabilidad en el abasto y se dejaron ayudar por quienes saben para las compras de insumos médicos hacia el 2022.
Después del plan B anunciado por el presidente López Obrador como gran éxito -pero sin concretarlo aún en entregas fehacientes-, en la última semana se vieron señales de que el equipo de salud de la 4T avanza en su curva de aprendizaje.
El famoso plan B significó que durante 5 semanas directivos expertos del sistema de salud (IMSS, Sedena, Semar, CCINSHAE y Secretaría de Salud), junto con la Oficialía Mayor de Hacienda, enseñaron y llevaron de la mano al novato equipo del Insabi para que supiera cómo consolidar la demanda y hacer una compra de gran volumen.
Hecho eso, ahora el coordinador de Abasto del Insabi, Adalberto Santaella, más consciente de su responsabilidad, convocó a todos los institutos a definir su demanda y presupuesto para medicamentos en el 2022.
Mientras tanto, la UNOPS -cuyo papel hoy no está totalmente claro pues tras el golpe recibido en Presidencia, no se sabe en qué dimensión cambiará la estrategia- ha tenido que acceder a flexibilizar y vencer sus prejuicios pues parece ir entendiendo al mercado mexicano: no se trata de que el país se acomode a las reglas inamovibles del organismo conformadas para otra realidad de países muy pequeños, sino que la agencia se adapte a la realidad de su cliente México, un enorme y complejo país con capacidad productiva de medicamentos, amplia infraestructura y experiencia en compras consolidadas.
El cuello de botella en la compra UNOPS
Por lo pronto los directivos de UNOPS trabajan con representantes de la industria nacional que ganó 95% de las compras porque hay un atorón en lo de las entregas hasta el consumidor final, así como aspectos técnicos en la ejecución de fianzas pues no pueden ir en contra de la Ley de Seguros y Fianzas del país.
Eso se pudo haber aclarado desde febrero cuando las empresas entregaron sus propuestas -y nos hubiéramos ahorrado 5 meses de retraso-, pero como UNOPS estaba cerrada, es ahora cuando se está negociando.
El origen de todo es que desde hace 30 meses -desde que en 2019 SHCP decidió hacer a un lado a las distribuidoras especializadas- este Gobierno no había querido considerar en el plan lo que en el argot de la distribución se conoce como la última milla.
Se refiere al traslado hasta que los fármacos lleguen a centros de salud, clínicas y hospitales, es decir a las manos del paciente. Son cerca de 4,000 puntos de entrega en todo el territorio nacional.
Eso era parte de la tarea que hacían las distribuidoras; al separarlas del proceso en 2019, creyeron que podrían ahorrárselo. La realidad es que en el contexto actual el costo de esa última milla es elevado; hoy sabemos que no haberla considerado ha derivado en una serie de errores, y quien ha pagado las consecuencias ha sido el paciente sin terapias. Aquí queda claro porqué este Gobierno no ha conseguido ni conseguirá los ahorros que esperaba en compra de medicamentos. La última milla la tendrá que pagar si o si, y ya se percató que bajo su plan le ha salido mucho más caro el caldo que las albóndigas.
Los operadores logísticos como nuevos actores que reemplazaron a las distribuidoras, sólo reciben en 11 puntos y no están haciendo la última milla. Quizá la Federación esperaba que los estados cubrieran ese costo, pero sencillamente no fue posible porque la responsabilidad del abasto la asumió el Insabi.
El contrato con UNOPS incluía pagarle al proveedor en cuanto entregaba los productos al operador logístico. Pero el IMSS, por ejemplo, está exigiendo que antes de pagar, se le entreguen los insumos en el punto final.
Si se va logrando entendimiento, hay una gran oportunidad para que las cosas retomen su curso y para el 2022 este Gobierno acabe de una vez por todas con los angustiosos problemas de desabasto que aún hoy mantienen a pacientes en un abandono nunca antes visto.
maribel.coronel@eleconomista.mx
@maribelrcoronel