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Opinión

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Los principios de Vox seducen a senadoras del PAN: la decadencia

La política es el circo de los vicios, no de las virtudes, escribe Antonio Scurati en su deslumbrante obra sobre el origen del fascismo, El hijo del siglo (Alfaguara, 2020).

Los vicios de Vox representan los gajos ideológicos que la ultraderecha le quitó al Partido Popular (PP) durante el declive de la presidencia de Mariano Rajoy.

Durante tres décadas, Alianza Popular, el origen del PP, y posteriormente la presidencia de José María Aznar, lograron cohesionar a diversas derechas en una sola formación. Fue la época del bipartidismo duro en España.

Dos momentos estratégicos catapultaron a la ultraderecha de Vox, la expansión de Podemos, la izquierda radical que le hizo guiños al chavismo, y el movimiento independentista catalán que encontró su catarsis el 1 de octubre de 2017, día del referéndum organizado desde la presidencia de Carles Puigdemont.

Por otra parte, el zigzagueo ideológico de Albert Rivera al frente de Ciudadanos fue castigado en las urnas en las pasadas elecciones legislativas fortaleciendo los extremos del espectro ideológico y debilitando el centro.

Las banderas que ondea Vox intentan eclipsar los contenidos de las agendas de Unidas Podemos, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Junts per Catalunya.

Si el partido que fundó Pablo Iglesias intenta transferir libertades a la mujer, Vox bracea a contracorriente. Si ERC busca que el Gobierno de Pedro Sánchez le transfiera poderes a la autonomía catalana, Vox bracea a contracorriente.

Perfecto, pero son demasiados casos bochornosos los que ha generado la identidad de Vox.

En junio de 2019, el presidente de Vox en el Parlamento andaluz, Francisco Serrano, lamentó la sentencia del Tribunal Supremo que condenó a dos de los miembros de La Manada por un delito de agresión sexual a 15 años de cárcel. Furibundo, Serrano escribió en Facebook: “La relación más segura entre un hombre y una mujer será únicamente a través de la prostitución”.

Vox es un partido sectario que intenta limitar la libertad de expresión. En octubre de 2019 durante las campañas electorales rumbo a las elecciones legislativas, Vox anunció el veto de varios medios de comunicación: El País, El Mundo, Infolibre y Público, entre otros. En esa ocasión su jefa de prensa, Rosa Cuervas, justificó el veto porque “solamente hablarán mal de nosotros, porque somos su enemigo”.

Uno de los vectores que atraviesa el arco ideológico de Vox es su defensa por la identidad española. El pasado mes de julio su presidente Santiago Abascal firmó una declaración conjunta con el primer ministro húngaro Viktor Orbán, la francesa Marine Le Pen y el líder de la Liga italiana Matteo Salvini en contra de la “federalización” que, a su juicio, se quiere imponer en la Unión Europea con el fin de “transformar las instituciones europeas en órganos que prevalezcan sobre las instituciones constitucionales nacionales”.

Una locura si se toma en cuenta el enorme beneficio que para España ha representado su adhesión a la Unión Europea, primero con fondos de cohesión, fondos estructurales y, actualmente, fondos que ayudarán a mitigar las múltiples crisis que ha impuesto la pandemia. En término cualitativos, la calidad de la democracia española actual es superior a la dictadura de Franco. Pero tal parece que Vox es un partido involucionista por nostálgico de la dictadura. Santiago Abascal llamó “carroñero” al presidente Sánchez por haber ordenado la inhumación de los restos de Francisco Franco para sacarlos del Valle de los Caídos.

El llamado procés independentista impulsó a la ultraderecha española. El representante de Vox en Cataluña Ignacio Garriga pide la disolución de la autonomía catalana para que sea Madrid quien monopolice todo el poder en España.

En México, senadores del PAN le dedican sonrisas a Abascal: negacionista de la violencia contra las mujeres, homófobo y eurófobo. ¿Fue por ignorancia o por convicción?

@faustopretelin

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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