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Opinión

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Mayo y los trabajadores

En el proceso de consolidación del capitalismo, el reconocimiento de la clase obrera, de los trabajadores o del trabajo como factor esencial de la producción económica ha sido azaroso, violento y determinante para la configuración de la sociedad moderna. De hecho, la lucha de los trabajadores por el reconocimiento de sus derechos ciudadanos y la constante mejora de sus condiciones de vida y de trabajo, nutrida, primero, de la retórica liberal y luego de la socialista, ha contribuido al proceso civilizatorio de los últimos 250 años.

El movimiento cartista fue el primer evento reivindicativo de los derechos de los ciudadanos en el Reino Unido. Fue en mayo de 1838 que William Lovett redactó y presentó en Londres la Carta del Pueblo (People´s Charter), que incluía seis demandas fundamentales de la democracia, empezando por el derecho al voto libre y secreto de los hombres y su acceso al parlamento con una remuneración. Era parte de la lucha del liberalismo en contra del absolutismo.

La fundación de la Asociación Internacional de Trabajadores, también en Londres, en 1864, en la que participaron trabajadores representantes de distintos países europeos fue otro hito en esa lucha que, al concluir la guerra entre Prusia y Francia con la derrota de esta última en 1870, aupó ese primer asalto al cielo de los obreros, conocido como La Comuna de París, cuya corta vida se extendió de marzo a mayo de 1871. Otro hito fundacional de los trabajadores, ahora impulsados por el espíritu libertario del marxismo y el apoyo de la primera Asociación Internacional de Trabajadores. A 150 años de la epopeya fundacional del marxismo como proyecto político alternativo del liberalismo, no parece haberse diluido el conflicto que engendra la polémica entre la libertad y la igualdad.

Sin embargo, el hecho histórico central para que la celebración universal del Día del Trabajo o la fiesta de los trabajadores se haya cimentado en el primero de mayo, tiene su origen en la masacre de obreros ocurrida en la Plaza de Heymarket de Chicago, en 1886. La sucesión de protestas llevadas a cabo entre el 1 y el 4 de mayo de ese año, el activismo de obreros que demandaban mejores condiciones de trabajo, como la jornada laboral de ocho horas, también fue el resultado de la creciente influencia de la Primera Internacional, que trasladó su sede de Londres a Nueva York en 1872 y que apoyaban muchas mujeres. Los manifestantes fueron reprimidos por la policía, algunos enfrentaron juicios sumarios y fueron ejecutados. Todo ello los consagraría como los Mártires de Chicago.

A partir de entonces, la celebración de esa fecha se convirtió en impulso de las reivindicaciones de los trabajadores de todo el mundo, agrupados en torno de los partidos obreros y socialistas, que daban cuerpo a muchas otras demandas sociales ciudadanas y sindicales, como magistralmente nos muestra Elio Petri en su largometraje, La clase obrera va al paraíso/La classe operaia va in paradiso.

Hay que recordar que, desde muy pronto, tras los acontecimientos de Chicago y por considerar que esa fecha daría mayor impulso a las ideas socialistas, se decidió que la celebración del Día del Trabajo en Estados Unidos se haría en septiembre; en otros pocos países, ocurre en fechas diversas, pero el Primero de Mayo es sin duda una fecha universal, como observamos el pasado fin de semana.

Finalmente, no hay que olvidar que fue también en la ciudad de Nueva York, que ocurrió la masacre de mujeres y niños que dio paso a la reivindicación de los derechos de la mujer, que desde hace más de un siglo celebramos el 8 de marzo, también como resultado del empuje del movimiento obrero. Hoy en día, como lo señalamos en su momento (La enorme deuda con las mujeres El Economista, 13 dic. 2020), la principal demanda social que enarbola el movimiento obrero pasa por acabar con la brecha salarial de género.

Los derechos de los trabajadores no podrán lograrse a plenitud si no se termina con la doble discriminación de que son objeto las mujeres. Parafraseando a Confucio, la mitad del cielo está sostenido por su sacrificio, aunque a ellas el mes de mayo, al menos en México a las que son madres, les prodigue zalamería y alabanzas.

*El autor es vocal ejecutivo de la afore Pensionissste.

Licenciado en Sociología Política, egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Doctor en Historia Internacional por la London School of Economics and Political Science (LSE).

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