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México ha perdido mucho pero nosotros no perdamos la esperanza
Estoy muy emocionado y agradecido porque en estos días estoy lanzando mi tercer libro del que espero hablarles muy pronto. Este momento emotivo y desafiante me ha hecho recordar aquellos días durante 2012 cuando presenté mi segundo libro: Un millón de jóvenes por México: Una agenda de libertad y corresponsabilidad.
Estos recuerdos no sólo responden a un vínculo emocional cuando me entusiasma tanto hablar sobre el poder de (RE)inventarnos, pero también al México distinto y distante a aquel de 2012. Sólo han transcurrido 9 años y es evidente que ante la disrupción y los cambios tan acelerados, ninguno de nosotros somos los mismos que en aquel momento, eso es natural pues vivimos en constante evolución.
Lo que no es normal es que México esté en una situación de enorme desventaja y deterioro con respecto a la realidad de aquel 2012 cuando terminaba el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa y se aproximaba el inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto. Han pasado nueve años en los que tendríamos que haber crecido, evolucionado, aprendido y transformado la realidad para bien de todos los mexicanos. Algo que tristemente no ocurrió. Teníamos todo para dar un salto histórico que nos incluyera y nos embarcara a todos en la construcción del México libre, solidario y próspero al que me referí en aquellas páginas pero que, desafortunadamente y por múltiples razones, no lo logramos del todo.
Me parece increíble que, a nueve años de haber propuesto y trabajado en un proyecto destinado a construir un México de primera, hoy estemos sobreviviendo en un México azorado por gobernantes de cuarta. Peor aún, muchos de esos ideales, principios, valores e ideas, están bajo amenaza, empezando por la propia libertad, esa por la que varios años atrás y siguiendo el consejo del Quijote, decidimos “aventurar la vida.”
Sigo siendo joven y comparto el idealismo con el que Ángel Gurría, entonces Secretario-General de la OCDE, afirmó en el prólogo de mi libro: “Al adentrarse en las páginas de Un millón de jóvenes por México, uno sólo puede contagiarse del sentido de urgencia y esperanza de una generación joven que, inmersa en un mundo cambiante y convencida por la velocidad con la que han ocurrido extraordinarias transformaciones en la tecnología, la política y la gobernanza mundial, tiene la certeza de que no existe nada que no pueda ser cambiado.”
Mantengo el mismo sentido de urgencia y esperanza y sigo teniendo “la certeza de que no existe nada que no pueda ser cambiado.” Las preguntas que debemos hacernos son: ¿qué nos ha faltado?, ¿qué hicimos bien?, ¿qué hicimos mal?; y sobre todo, ¿qué dejamos de hacer? o ¿qué podemos hacer mejor? Los jóvenes que en 2012 abrazamos esta causa y la propuesta de aterrizar una agenda ciudadana de liberatd y corresponsabilidad, no podemos renunciar al compromiso con nuestros hermanos, con nuestra patria y nuestra historia. Ese sigue vigente, al menos de mi parte.
Hoy, el llamado es contundente y es a todos los mexicanos, sin importar su edad o condición. El deterioro al que ha sido sometido recientemente nuestro país, nos obliga a vernos de una manera completamente nueva pues no podemos enfrentar desafíos tan grandes con la mentalidad de hace 9 años ni con las herramientas de aquel entonces. Muchas de ellas, como los paradigmas que sostienen a este gobierno, ya son obsoletas.
“Me congratulo por el esfuerzo de Armando Regil para sacudir neuronas y conciencias” escribió Ángel Gurría en aquel prólogo. Mi intención era y sigue siendo la misma, sacudir y sacudir más y más conciencias con el único deseo de que sea cual sea la trinchera y el espacio de creación, todos podamos hacer lo que nos toca e inspirar a otros a hacer su parte. No hay manera de recuperar a México si caemos en la tentación de volver a nuestra zona de confort o si esperamos que “alguien más” lo haga.
Volver a escribir un libro no sólo me entusiasmó por lo que representa una propuesta tan disruptiva como la de (RE)invéntate. También me compromete a seguir abrazando esas causas que me han formado y forjado a lo largo de estos años, a creer más, a amar más y a hacer más. Porque aunque México ha perdido mucho en los últimos 3 años, lo último que los mexicanos podemos perder es la fe y la esperanza. Nuestras raíces están cimentadas sobre roca. Hagamos honor a nuestra esencia co-creando un futuro del que, ojalá, en unos años, podamos sentirnos orgullosos. Aún estamos a tiempo.
@armando_regil