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Modelo económico mexicano: ¿un éxito?
Casi al cierre del sexenio ¿cuál es la autoevaluación? que realiza el gobierno mexicano en materia económica.
Más allá del mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador, que ha dicho que México está viviendo “un milagro económico”, ¿cómo se observa “en el espejo” el equipo encabezado por el secretario de hacienda, Rogelio Ramírez de la O?
Luego de escuchar –durante la conferencia mañanera de este 31 de julio– al responsable de las finanzas públicas y su equipo cercano, queda claro que están muy satisfechos con los resultados registrados.
Su autocalificación es muy positiva y su perspectiva es sumamente optimista.
No tuvieron el más mínimo márgen a la autocrítica.
Por el contrario, enaltecieron los resultados de la política económica “a la mexicana” y totalmente desligada de “las recetas de los organismos internacionales”.
Alardearon de un “modelo económico de equilibrio a la mexicana” y, en función de los datos que difundieron, lo consideran un éxito porque aumentó el ingreso de las familias de menores ingresos, creció el cobro de impuestos, sin reforma fiscal, que dicen, sigue siendo innecesaria, se redujo la deuda externa y se estabilizó la deuda total, además de que el gasto se reestructuró y aumentó el social.
Ramírez de la O aseguró que el presidente lopezobrador dejará finanzas públicas sanas y mayores ingresos para las familias.
Refirió el aumento en el gasto social en 27% en lo que va del sexenio; el aumento en 114% al salario mínimo; el aumento del 14% de los ingresos de la población de los deciles del I al III, el incremento de las pensiones a adultos mayores que pasó de 9 mil 400 a 36 mil pesos
Presumió la inversión de 5 billones de pesos en desarrollo regional: Refinería Olmeca, Tren Maya, Aeropuertos, Corredor del Istmo, Obras hidráulicas, carreteras, proyectos ferroviarios, entre otros.
Destacó el aumento de los ingresos tributarios en 20.2% real y que el sexenio cerrará con una deuda pública como proporción del PIB del 48.6%, con un aumento de 4.9 puntos porcentuales, inferior a los dos sexenios previos
Gabriel Yorio, el subsecretario de ramo aseguró que se ha logrado estabilizar la deuda y con tendencia sostenible.
Además de que por primera vez se reduce a 15.7% la deuda externa como porcentaje de la deuda total, con una disminución de 1 billón de pesos.
El subsecretario de Egresos, Juan Pablo de Botton, habló de la reconfiguración del gasto público y subrayó que se han invertido 2.9 billones de pesos en programas sociales prioritarios y 5 billones de pesos en proyectos de inversión prioritarios.
En la presente administración, los recursos dirigidos a los Programas Prioritarios Sociales pasaron de 253 mil millones de pesos en 2019 a 741 mil millones de pesos en 2024, representando un crecimiento de 131% real en este periodo.
En la presente administración –informaron– el gasto en desarrollo social, en beneficio del pueblo de México, la inversión en programas sociales y proyectos prioritarios 2019-2024 creció en promedio 5.4% real anual, mientras que en la anterior, solamente lo hacía en 1.2%.
El jefe del SAT, Antonio Martínez, declaró que México no necesita una reforma fiscal, porque todavía existe un amplio campo de fiscalización entre los contribuyentes actuales y sin necesidad de crear impuestos o aumentar los ya existentes. “Todavía hay mucho por hacer” sentenció.
Solicitó al Poder Judicial que resuelva las demandas contra 13 contribuyentes que deben 130 mil millones de pesos, de impuestos.
Informó que entre 2019 y el primer semestre de 2024, se han cobrado unos 21 billones de pesos de impuestos, lo que implica un incremento de 13.1% en comparación con el sexenio pasado.
Tales fueron los datos oficiales.
Del débil crecimiento económico a lo largo del sexenio que, anticipan la mayoría de los analistas, será el menor de los últimos seis sexenios y, el estancamiento del PIB per cápita en el nivel del 2017, no se habló.
Tampoco se habló del elevado nivel de déficit fiscal de casi el 6% que heredará el gobierno de Claudia Sheinbaum.
Ni se tocó el sobrecosto y la dudosa rentabilidad de algunas de las más importantes obras icónicas del obradorato.
Tampoco se abordó el “riesgo Pemex”, tanto para la propia petrolera, como para las finanzas gubernamentales.
Y del creciente costo de los programas sociales y el compromiso financiero que representa para las siguientes generaciones, nadie se acordó.
Solo se escucharon voces de optimismo y alabanza por lo que consideran el nuevo modelo económico a la mexicana. Al tiempo.