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Muerte súbita a emprendedores
Las malas decisiones económicas siguen a la orden del día: cancelación del nuevo aeropuerto de Texcoco, atentar contra las facultades autónomas de la Suprema Corte de Justicia, impulsar proyectos como la refinería de Tabasco sin proyecto ni permisos, y eliminar la evaluación docente del modelo educativo nacional, entre muchas otras. La última de las ocurrencias de este gabinete se puede ver en los recortes presupuestales masivos que contempla el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2019. En lo personal, una de mis preocupaciones más grandes son los recortes que sufrirán el Instituto Nacional del Emprendedor (el Inadem) y el Fondo Nacional del Emprendedor, de aproximadamente 50% y 80%, respectivamente. Esto, sin duda, es un gravísimo error que no puede ser tolerado.
Desde su creación en 2013, el Inadem ha impulsado una política nacional de apoyo al emprendimiento, así como a las pequeñas y medianas empresas (pymes). Sus acciones han elevado su nivel de competitividad y promovido la innovación, además ha generado la más importante integración empresarial de jóvenes de toda la República que se dan cita anualmente en la Semana Nacional del Emprendedor.
Dentro de los logros más destacados del Inadem se encuentra el apoyo a más de 100,000 proyectos empresariales durante el sexenio de Peña Nieto, mientras que, en la administración previa a la suya, la cifra fue de apenas de 4,000. Tampoco puedo dejar de mencionar que ha recibido reconocimientos del Coneval y del Inai; además en el 2015, la OCDE le otorgó la presidencia del Grupo de Trabajo de Mipymes y Emprendimiento de la organización. Por su enorme importancia debo mostrarles algunos números: en México existen 4.2 millones de negocios, y 99.8% es considerado pymes, genera 72% del empleo en el país y aporta 52% del Producto Interno Bruto. Pero a pesar de su gran potencial económico tienen importantes limitantes, cerca de 50%, según estudio de Konfío, tiene una base de clientes que no ha logrado escalar con el paso de los años; 70% está enfocado en aspectos de corto plazo y no ha logrado incorporar el uso de la tecnología para el crecimiento de sus ventas.
El otro gran desafío es la falta de financiamiento, lo que obliga que los emprendedores tengan que acceder a créditos personales o de consumo, los cuales tienen tasas de interés mucho más altas que las de capital de trabajo. Cuatro de cada 10 pymes cuentan con crédito otorgado por una institución financiera, pero 80% lo solicita a su nombre y no a nombre de su empresa, lo que refleja falta de opciones de crédito empresarial y riesgo a su patrimonio familiar.
De ahí la relevancia del Inadem, ya que este Instituto se ha especializado en dotar a las pymes de la asesoría necesaria para la definición de estrategias de largo plazo, el uso adecuado de la tecnología, la atracción de talento y la implementación de nuevos procesos para mejorar su oferta de valor, y por supuesto, dotarlas de financiamiento sin garantías. Desde mi punto de vista, el Inadem se ha convertido en un gran aliado para este importante sector mientras la reforma financiera continúa consolidándose.
Con un impulso decidido para las pymes podríamos estar alcanzando tasas de crecimiento mucho mayores a 2%, y mejor aún, tendríamos un crecimiento económico sostenido, permanente y que abone a la mitigación de la enorme desigualdad; de ahí que nuestra tarea como legisladores sea defender el presupuesto del Inadem y su permanencia, porque el México incluyente que merecemos, es un México de emprendedores y de oportunidades. El México que yo conozco y recorro todos los días no es un pueblo holgazán y perezoso, está lleno de gente que le gusta trabajar, servir e innovar, y demanda del gobierno las herramientas necesarias para crecer. Y si se las quitamos, ¿entonces cómo?