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Negociación imposible
A nadie le cabe duda de que, en términos de la 4t, los oficios, el carácter y la lealtad de Raquel Buenrostro, han sido de gran utilidad. Aunque sólo en esos términos, porque si la medida fuera la fortaleza institucional, la pertinencia administrativa, la búsqueda de aliados para el gobierno y la amabilidad del poder, Raquel saldría seriamente reprobada.
Hay una dosis de soberbia (tal vez inconsciente), que se reduce a sostener que, si unos tontos neoliberales podían hacer compras consolidadas, manejar la distribución de material médico y comprar papel, computadoras y todo lo demás, seguramente YO (Raquel) también lo puedo hacer a través de una sola ventanilla y no sólo igual, sino mejor porque no habrá corrupción.
A principios del sexenio un amigo me confió la siguiente anécdota. Eran tiempos en los que había que hacer urgentemente las compras de las medicinas, pues el final del año se acercaba y no había suficientes medicamentos para el año siguiente. Raquel ordenó a aquel funcionario que él comprara directamente las medicinas a menor precio de lo que en los últimos años se habían comprado y que se deshiciera de los distribuidores que eran unos vividores y corruptos. El funcionario, me dijo, le respondió que eso era imposible. Que la distribución de medicinas era un tema complejo de logística, alcance y pertinencia, por lo que, si le daban un año, él podría armar un sistema bajo el mando de la Secretaría de Salud, pero que sería imposible distribuir las medicinas por cuenta del gobierno. Raquel, lo miró directamente a los ojos y le dijo: ahhh o sea que usted está coludido con las distribuidoras y en contra de la 4t. Esto lo sabrá el presidente, le dijo. En la siguiente reunión con el presidente Raquel acusó al funcionario de desleal y de tener otros intereses. Nadie en la mesa, salvo uno, defendieron la probidad del acusado. Al día siguiente se le pidió su renuncia y lo demás ya lo sabemos. Desabasto, niños con cáncer prematuramente fallecidos, manejo de la pandemia y la compra de vacunas una competencia personal de funcionarios, etc. Un desastre como había pronosticado el supuesto traidor.
Su paso por el SAT, fue muy similar y las historias abundan. Ahora que se le nombra secretaria de economía, el mensaje no podría ser más claro. El presidente ha decidido, no negociar con las contrapartes canadiense y norteamericana nada en materia de inversión y compra de electricidad. Si no, ¿para qué mandar a Buenrostro?
He tenido la suerte de servir a México en tres negociaciones. En las negociaciones se discute, se acuerda, se buscan puntos de encuentro, se usan técnicas dilatorias y de relaciones públicas. Al principio usualmente se ponen en la mesa los “no” y se busca en todo lo demás. El problema es que el presidente comete por lo menos tres errores. Cree que su capítulo de soberanía energética está por encima del capítulo de trato nacional (por lo tanto de no discriminación) y del capítulo de inversión. Cree que el presidente Biden dirige las consultas y la negociación y eso no es cierto, en EUA y Canadá la negociación está fuertemente influenciada por la iniciativa privada y los inversionistas. Y finalmente cree que va a lograr un acuerdo, sin que tenga consecuencias económicas, lo cual es muy improbable, casi imposible, si no todo el T-MEC se desfondaría. Si aquí se puede hacer una excepción por razones políticas, porqué en otras partes del tratado no se podrían hacer también. Tatiana se lo debió haber hecho claro a AMLO y la terquedad del presidente debió haberse impuesto.
Es tan claro el asunto, que seguramente Tatiana les hizo saber a sus contrapartes que el presidente no cedería en la materia y que se iría, por no estar de acuerdo. Por ello, nuestras contrapartes decidieron ampliar los tiempos de consulta. Lo que nadie calculó es que AMLO mandaría a su soldado más sordo, más necio y más leal a la mesa, haciendo en las consultas un acuerdo imposible y lanzándonos a un juicio que saldrá muy caro como ya ha sido el de CFE con una empresa constructora de ductos. Un mensaje político y económico equivocado derivado de la ignorancia y la tozudez ideológica. Nada más, pero nada menos también.