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Pequeños pasos que cosechan grandes victorias
Los seres humanos somos criaturas de hábitos y nos cuesta muchísimo cambiar. Pero no sólo eso: todos tenemos formas distintas de comportarnos y de hacer las cosas. No le puedes dar el mismo consejo a una persona que es muy ordenada, que a otra que no sabe ni dónde tiene la cabeza. Lo que funciona para uno, no necesariamente le sirve a otras personas.
Antes de seguir, vale la pena matizar: los principios y conceptos sí son universales. Lo que difiere es la forma de aplicarlos a nuestra vida y circunstancias.
Es claro que ninguno de nosotros puede cambiar totalmente de la noche a la mañana. Roma no se construyó en un día, nuevos hábitos tampoco. Todo lleva tiempo y por eso muchos expertos han concluido que la manera de lograr resultados duraderos es dar pequeños pasos, pero en la dirección correcta. Antes de poder correr, necesitamos primero aprender a caminar.
¿Qué son esos pequeños pasos? Simplemente cambios simples pero progresivos, que no requieren un esfuerzo importante pero que con el tiempo logran resultados significativos.
Por ejemplo, hace tiempo conocí a Isabel, quien está endeudada porque siempre termina gastando más de lo que gana. Parte de su sueldo se le va en deudas, pero no logra reducirlas: por el contrario, van creciendo poco a poco. Está preocupada.
¿Crees que Isabel podría, de un día para otro, ahorrar 10% de su sueldo para su retiro? Sería imposible.
Lo que sí puede hacer es dar pequeños pasos, pero en la dirección correcta, de tal manera que en un futuro pueda lograr ese objetivo.
Diseñamos así una estrategia. Revisamos sus gastos y nos dimos cuenta que gastaba casi 300 pesos al día en alimentos (salía de su casa sin desayunar, compraba un café y un pan dulce llegando al trabajo y después comía fuera). Era demasiado para alguien con su nivel de ingresos y en su situación financiera.
¿Qué hicimos? Dar un pequeño paso. Un día a la semana prepararía desayuno y comida en casa para llevarlo a la oficina. Los demás días seguiría haciendo lo mismo que acostumbraba. Con eso, estaría dejando de gastar un promedio de 1,200 pesos al mes, dinero que serviría para pagar capital adicional en su deuda más pequeña, para salir más rápido de ella.
Pero también le puse un reto. Le dije que tenía que empezar a ahorrar de manera automática. Abrió una cuenta en Cetesdirecto y programó un ahorro automático de 100 pesos al mes. Es una cantidad pequeña que no iba a extrañar. A medida que pagara sus deudas, podría incrementar ese ahorro poco a poco, en la medida de sus posibilidades. Crecer poco a poco, a base de pequeños pasos, en la dirección correcta.
De esta forma, es mucho más probable que en un plazo de 2 años, Isabel ya esté libre de deudas y se haya acostumbrado a ahorrar 10% de lo que gana. Obviamente, Cetesdirecto no es un buen lugar para hacer ahorro para el retiro y tendríamos después que modificar la estrategia. Pero las bases ya están ahí, sólidas. Los hábitos también.
Hay expertos en finanzas personales que dicen que lo mejor es enfocarse en cosas grandes que realmente tienen un impacto financiero. En el caso de Isabel podría ser buscar una menor tasa de interés con sus acreedores. En México eso no es tan fácil de lograr, pero hay opciones. Hay bancos que ofrecen el servicio de transferencia de saldo en condiciones preferenciales. Hay empresas de crowdfunding que ofrecen créditos de consolidación a una tasa significativamente menor a la de muchos bancos. Eso puede sin duda ayudar.
Siempre se pueden hacer las dos cosas: dar pasos pequeños en la dirección correcta, pero también tomar un camino más corto. Eso es lo bonito de la vida y de las finanzas personales.