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Opinión

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Por el camino correcto

Legalizar la marihuana no será fácil. Aun así es el camino correcto: menos poder para los criminales y menos criminalización para los ciudadanos.

As California goes, so goes the nation es un dicho bastante común en Estados Unidos. Se usa para decir que, en muchos temas importantes de la vida pública estadounidense, es precisamente California la que ha marcado el camino, y es que hacia donde va California, va el resto del país.

Ése ha sido el caso en el tema que hoy quiero tratar en esta columna: la flexibilización del régimen prohibicionista de drogas en Estados Unidos.

Hace poco, el gobernador Schwarzenegger pasó una directiva en la que descriminalizaba la posesión de hasta una onza de marihuana (algo así como 28 gramos). Ese estado es también pionero en la aceptación legal del uso de esta droga para la medicinal. Retiró la prohibición de su uso medicinal en 1996 y le siguieron 13 estados más cuya población, en conjunto, suma más de 80 millones estadounidenses.

A pesar de que ninguno de los debates que han suavizado el régimen prohibicionista han sido fáciles, California enfrenta ahora uno sin precedentes: descriminalizar el uso de marihuana para fines recreativos. El asunto se votará durante las próximas elecciones intermedias en Estados Unidos el 2 de noviembre. Si las encuestas han logrado capturar adecuadamente el sentir de los californianos, hay una buena posibilidad de que la propuesta de legalizar se acepte.

¿Las consecuencias? Muchas y muy variadas, algunas de ellas que no se develarán en su totalidad sino hasta que el sistema impositivo y reglamentario que le dará forma y carácter específicos a la legalización sea puesto en marcha.

Mucho se habla, por ejemplo, de que el consumo aumente. La RAND Corporation, un think tank estadounidense, ha calculado que el precio de la marihuana podría bajar hasta 80% y que el consumo podría regresar a los niveles históricos registrados durante la década de los años 70. Además del precio, la RAND argumenta que una menor estigmatización y más publicidad positiva podrían ser factores adicionales que disparen el consumo.

Estas cifras están a debate, por supuesto, y habrá que esperar un tiempo después de aprobarse la medida (si es que se aprueba), para observar los efectos en el consumo. Lo que no está a debate y son cifras muy reales son las siguientes: en Estados Unidos hay 23 millones de usuarios de drogas de los cuales 7.6 necesitan tratamiento.

Muchos de ellos no pueden acceder a centros de tratamiento a las adicciones porque simplemente están saturados.

El sistema penitenciario estadounidense está en crisis: 1.5 millones de personas están arrestadas por delitos relacionados con las drogas, 40% de éstos por posesión de marihuana.

Los estados están prácticamente quebrados y no tienen recursos para seguir deteniendo, procesando y consignando a los miles de consumidores de marihuana que pasan por el sistema diariamente. De acuerdo con proyecciones del gobierno estatal, la eventual legalización de esta droga permitiría que California se haga de alrededor de 1,000 millones de dólares anuales, buena parte de los que se irían a: tratamiento, prevención y rehabilitación, áreas históricas e injustamente descuidadas por todos y cada uno de los gobiernos que se han enfrentado al problema de las drogas.

¿Legalizar será fácil? Probablemente no. Aun así, no me cabe duda que es el camino correcto: menos poder para los criminales, menos criminalización para los ciudadanos, menos doble moral para todos.

afvega@eleconomista.com.mx

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