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¿Por qué se rechaza la ayuda de EU?
“México tiene los suficientes recursos y, unidos pueblo y gobierno, saldremos adelante. Agradecemos las buenas intenciones, pero somos autosuficientes”. Palabras del entonces presidente Miguel de la Madrid, 36 horas después de que ocurriera el terremoto del 19 de septiembre de 1985.
A pesar de conocer la magnitud de la tragedia, Miguel de la Madrid aplicó la casi siempre rentable, por orgullosa, estrategia etnocentrista para demostrar que el país, al ser centro del planeta, no requería ayuda del exterior.
Se equivocó. El orgullo por una bandera no llena el vacío que deja la muerte. No hay pasaportes ni fantasmas de niños héroes en escenarios que conjugan la urgencia con la muerte.
Ahora, 34 años después, o si se prefiere 30,000 muertos bajo el escenario pantanoso del narcotráfico, el presidente López Obrador menciona que por razones de “soberanía” lo mejor es no aceptar la ayuda de Estados Unidos.
La masacre de la familia LeBarón y el operativo fallido contra Ovidio Guzmán son leídos por Washington como síntomas de una preocupante debilidad del gobierno del presidente López Obrador en materia de seguridad.
Dos elementos mueven los bloques tectónicos de la relación entre Estados Unidos y México: el operativo fallido es asimilado por el Departamento de Estado, las agencias de inteligencia y la Casa Blanca, y la masacre de la familia LeBarón impacta directamente en la población estadounidense.
Los medios de comunicación estadounidenses han optimizado la cobertura de la masacre proyectando la historia de la familia LeBarón junto a escenas de camionetas convertidas en fogatas. El impacto mediático es brutal y tendrá efectos inmediatos sobre el turismo.
Por lo que toca al tema del operativo fallido, la Casa Blanca degrada a México en el mapa diplomático. Es decir, hoy, en la realpolitik, el presidente López Obrador es más débil que hace un par de meses y mucho más que el 1 de diciembre del 2018, cuando inició su gobierno.
Las asimetrías se remarcan
Las súbitas respuestas del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y del senador de Morena, Ricardo Monreal, responden a una agenda local (México) y no diplomática (relación con Estados Unidos). Ebrard pone atención en el origen del país donde fabricaron las armas que fueron utilizadas para masacrar a la familia, y no en los dedos que oprimieron los gatillos.
Monreal decidió fajarse frente al senador Lindsey Graham. Si el estadounidense opina que prefiere viajar a Siria antes que a México por cuestiones de seguridad, Monreal le responde que no lo invitarán a México.
La mascare de la familia LeBarón demuestra que, a pesar de los 30,000 muertos en los últimos 13 años, la sociedad mexicana ha sido indolente frente a los estados fallidos del país. Cohabitar con la muerte ya es costumbre.
Los cotidianos resbalones del secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, retratan la dimensión de la crisis. Frente a las evidencias, se rechaza la ayuda de Estados Unidos por cuestión de “soberanía”.
Tras los ataques terroristas en París en el 2015, el presidente de Francia François Hollande pidió ayuda a Europa. Ahora, el presidente López Obrador habla de soberanía.