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Opinión

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Saber emocionar

Una de las características indispensables para todo candidato interesado en ganar una elección, es el de contar con la capacidad de impactar a una ciudadanía que lo pueda ver como una opción viable y que represente en alguna forma su manera de pensar. Más allá de programas y propuestas, la habilidad de un político de prender al electorado e impulsarlo a ir a las urnas el día de los comicios, es la carta con la que se puede vencer incluso a un aparato de partidos que saben cómo movilizar a un electorado cautivo.

El primer debate presidencial fue sin duda una experiencia anticlimática en el sentido de carecer de mensajes claros que impulsaran al electorado a participar el próximo 2 de junio. El temor de los partidos políticos por debates abiertos con pocas reglas limitantes y con una participación activa de moderadores que tengan la posibilidad de repreguntar y cuestionar a todos y cada uno de los candidatos, convierten a estos ejercicios en una feria de insultos, descalificaciones y frases cortas incapaces de articular un argumento sólido o una respuesta con contenido significativa para  la audiencia.

La rigidez de Claudia y el manejo desordenado de la información por parte de Xóchitl, se exacerbaron ante un formato anticuado y lleno de errores de producción, en algo que representó un retroceso frente a lo ocurrido en el 2018 cuando los debates fueron más libres y frontales.

En este sentido el formato del debate del pasado domingo benefició a la candidata de Morena quien en ningún momento se salió del guion, y de esa manera pudo sostener cifras manipuladas como las de los feminicidios o la de los ahorros del gobierno por 2.4 billones de pesos que no se sostienen ante el endeudamiento por 24.4 puntos del PIB en seis años.

Para ganar una elección se necesita emocionar al electorado, lo que difícilmente Sheinbaum puede hacer con su estilo impersonal y soberbio. Pero si Gálvez quiere que los indecisos y desinteresados en ir a votar se vuelquen en las urnas en junio, está obligada a explotar al máximo esa personalidad rebelde e impulsiva que le permitió barrer con la estructura burocrática de los partidos y convertirse en su candidata en contra de la voluntad de sus liderazgos.

El aparato oficial, la mano presidencial y los recursos infinitos de Claudia le alcanzan para ganar la elección siempre y cuando la movilización ciudadana con Xóchitl a la cabeza, no haga estallar el hartazgo popular que debe convertirse en la maquinaria movilizadora de gente en las urnas en menos de dos meses.

A eso, a emocionar a la mayoría, tiene Xóchitl que dedicarse para obtener la victoria.

Ezra Shabot Askenazi es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México. Analista político y catedrático universitario con 22 años de trayectoria en la UNAM. Como académico ha sido jefe del Departamento de Ciencias Sociales y Jefe de Planeación Académica en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Acatlán.

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