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Opinión

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¡Sequía cruel!

Actualmente, la sequía ya afecta aproximadamente el 70% del territorio nacional, principalmente en el norte y en el noroeste del país.

El hombre propone y Dios dispone, reza implacable un adagio popular. Y son innumerables los casos de su aplicación. Como ejemplo, en la historia económica de México está el gobierno de Miguel de la Madrid (1982 -1988). Después de grandes esfuerzos para sanear el desastre económico que le había heredado López Portillo, en 1985 y 1986 el destino atacó con crueldad. En septiembre de ese primer año, se produjeron dos tremendos sismos y el año siguiente el precio del petróleo se desplomó de 28 a 8 dólares el barril cuando la exportación de México era 70% petrolíferos.

La historia vuelve a repetirse y para todos hay en la viña del señor. Es la vieja idea del eterno retorno del filósofo alemán Nietzche. El gobierno actual de la llamada 4T ha sido atacado por dos choques externos de gravedad: primero, la irrupción de la pandemia por covid y actualmente la sequía que ya afecta aproximadamente al 70% del territorio nacional, principalmente en el norte y en el noroeste del país.

En la respetada columna de Eduardo Ruiz-Healy del lunes aquí en El Economista, se hizo ver la incidencia cruel que tendrá sobre las clases más desprotegidas la onda de calores que acompaña al fenómeno de la sequía. De seguro, ante la escasez del precioso líquido, los segmentos acomodados podrán tener mayor capacidad económica para adquirirlo. ¡Esto último, seguramente es válido para la afectada ciudad de Monterrey! Y los informes señalan que las condiciones de sequía extrema y excepcional aumentaron en el país con respecto al registro del año pasado.

Aparte de su gravedad relativa, una diferencia de importancia entre el covid y la sequía es el grado de previsibilidad. Desde luego, nadie puede saber el futuro con certeza, pero los expertos informan que el fenómeno climático a que se atribuye la actual sequía se produce periódicamente y dura entre dos y tres años. En ese orden, ya se anunció que la sequía “se mantendrá hasta finales de 2022”. En ese mismo sentido, la opinión de una experta señaló textualmente: “es importante que los tomadores de decisiones utilicen los pronósticos climáticos, que permiten –con tres meses de antelación– saber como vendrá la temporada de lluvias, así como conocer cuando habrá menos lluvias que el promedio histórico y determinar medidas preventivas”. Pero no se sabe de ninguna medida preventiva o paliativa para el fenómeno. Nada se ha anunciado.

bdonatello@eleconomista.com.mx

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