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Opinión

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T-MEC: Three amigos en una nueva era de disputas comerciales

Los three amigos sonríen y se abrazan. Ahí están las fotos. Los three amigos y sus equipos también discuten. Ahí están los documentos. En los 25 años que duró el NAFTA hubo 77 disputas por temas comerciales, alrededor de tres por año. Con el T-MEC, las controversias se han incrementado: desde 2021, han iniciado 17 disputas. Más de ocho por año.

Los datos son de la US Mexico Foundation y del Council of the Americas. Estados Unidos es el más litigioso: ha presentado nueve controversias contra México y dos contra Canadá. México, el más pasivo en este renglón: sólo ha interpuesto un asunto, contra Estados Unidos, por las reglas de origen del sector automotriz. Era inevitable. En esto, va acompañado por Canadá.

El laboral es el rubro que ha generado más disputas: son cinco, de Estados Unidos contra México. Cuatro de ellas se han resuelto en los términos que Estados Unidos ha planteado y la quinta va camino de resolverse así. Son asuntos relacionados con la falta de democracia sindical y se refieren a empresas que están en territorio mexicano pero que realizan actividades de exportación a Estados Unidos.

Las disputas laborales no existían en los tiempos del NAFTA, porque el capítulo laboral era sólo un apéndice del acuerdo. Cumplir o no cumplir era irrelevante. El apéndice no tenía dientes ni garras para sancionar a quien se portaba mal. Eso cambió con el T-MEC. Es un tratado en el que los sindicatos de Estados Unidos presionaron mucho para evitar que México tuviera ventajas competitivas por la vía de los bajos salarios o el uso de sindicatos de empresa. Para garantizar el cumplimiento, la embajada de Estados Unidos en México ha incrementado el número de expertos laborales en su plantilla y también ha asignado un presupuesto de más de 10 millones de dólares anuales, entre otras cosas para capacitar y concientizar a trabajadores mexicanos sobre sus derechos sindicales.

De las 17 controversias, hay tres que acaparan los reflectores y la atención. Los temas son relevantes, en términos simbólicos, pero también por la cantidad de dinero que está en juego y las posibles disrupciones a las cadenas de valor. Política energética de México; interpretación de las reglas de origen de los automóviles por parte de Estados Unidos y posible prohibición de parte de México de la entrada de maíz genéticamente modificado para consumo humano y quizá animal.

La Cumbre de los three amigos no emitió señales relacionadas con estos tres temas. Podemos suponer que nadie quiso arruinar la fiesta o que, de plano, el espacio para temas complicados fue acaparado por la migración y el combate al tráfico del fentanilo. El hecho es que los tiempos han llegado para conocer el dictamen del panel sobre las reglas de origen automotriz. De manera extraoficial, se sabe que es favorable a México y Canadá. Es muy importante conocer los detalles y la respuesta de Estados Unidos. Puede corregir las malas prácticas o aceptar la sanción.

De la disputa por la política energética de México no se habló, según el canciller Marcelo Ebrard. La secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, ni siquiera viajó a la CDMX, pero se dio tiempo para emitir el martes un comunicado donde le pide a México que haga un mayor esfuerzo para aumentar sus acciones en materia de energía limpia y alcance la meta de generación de 35% para 2024. Podemos pensar en este comunicado como algo parecido a la presión que hacen al jugador que va a tirar un penal en la final de un campeonato. Recuerden que la secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, ha estado en contacto con su contraparte estadounidense, Katherine Tai. La misión de Buenrostro es convencer a Estados Unidos de desistirse de llegar al panel. Para ello es clave saber qué concesiones puede arrancar a Manuel Bartlett, Rocío Nahle y los “duros”. Si México no cede, habrá panel y vendrán sanciones. Es nacionalismo energético vs alineamiento a la política energética ambiental de nuestros socios.

La controversia alrededor del maíz no ha llegado a una fase legal, pero está que arde. México es el mayor importador de maíz del mundo. Compra alrededor de 17,000 millones de dólares anuales a Estados Unidos. Para ellos, son 45,000 empleos directos relacionados con el maíz amarillo en Kansas, Nebraska y Missuri. El secretario de Agricultura de Estados Unidos advierte/amenaza que su país está analizando todas las opciones para evitar que México prohíba la entrada de maíz genéticamente modificado. Un estudio de World Perspective estima que el precio del maíz no modificado genéticamente podría subir 48% y que el precio de las tortillas podría subir 16% en promedio. Diversas industrias que emplean el maíz sufrirían disrupciones en su abasto, entre ellas quienes producen cerveza, refrescos, confitería y farmacéuticos.Ha llegado el momento de decir adiós a dos de los three amigos. No sé si sea sensato darle la bienvenida a la Nueva Era de las Disputas Comerciales.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

Licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario PÚBLICO de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio. Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas.

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