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Transición en el INE
Han pasado 16 meses desde que Guadalupe Taddei Zavala asumió la presidencia del INE. La organización de las votaciones más grandes en la historia reciente —por el número de cargos en disputa y los inscritos en el padrón de electores— obligaba a un complejo ejercicio de destreza institucional que estuvo en riesgo, por los precarios equilibrios internos.
La renovación escalonada del Consejo General generó esta vez una minoría (los consejeros entrantes) que enfrenta “contratiempos, obstáculos y una gran aversión al cambio”, en palabras de Flavio Cienfuegos Valencia, quien dejará la Jefatura de la Oficina de la Presidencia dentro de 20 días. A finales de la semana pasada, Taddei Zavala recibió la misiva en la que su colaborador agradece, tanto por la designación es esa posición, como haber sido propuesto para sustituir a Edmundo Jacobo Molina como secretario Ejecutivo.
“No ha sido fácil dar pasos con firmeza y con la tranquilidad mínima que se requiere para instrumentar un modelo de gobernabilidad institucional que permita un avance progresivo y sostenido”, resumió Cienfuegos Valencia, quien anticipó el inicio de una nueva etapa en el órgano autónomo, cuando concluya la asignación de los diputados y senadores de la LXVI Legislatura del Congreso de la Unión, en dos semanas.
La presidenta consejera tendrá mayor margen de maniobra para rearticular a la Junta General Ejecutiva. En pos de la gobernabilidad institucional, la consejera presidenta del INE ahora deberá emprender la designación de los 11 titulares de direcciones generales y unidades técnicas faltantes en la estructura de la Junta General Ejecutiva. Una tarea que se verá apresurada por los relevos en la Oficina de la Presidencia y también, por el ajuste obligado en la Unidad de Transparencia y Protección de Datos Personales, y la Coordinación Nacional de Comunicación Social, también vacantes
Graduado como ingeniero en electrónica en la UNAM en 1995, Cienfuegos Valencia estuvo entre los candidatos a ocupar una de las vacantes en el Consejo General del INE en el 2020, tras de haber servido brevemente como director de administración en el IMSS, primero, y después en el ISSSTE, convocado por Pedro Centeno.
Su salida de INE, empero, no deja trunco el proyecto en el que ha trabajo desde hace una década: el reconocimiento de la identidad personal como criterio rector de la política pública para la identificación de la población en México. Una tropicalización del modelo inglés que el funcionario sonorense materializó en el Tec de Monterrey (en la EGADE, que dirigía Carlos Urzúa) y que sustentó tras de su paso por el Registro Federal Electores y la Secretaría de Gobernación, cuando Alejandro Poiré fue titular de esa dependencia.
Efectos secundarios
¿ALIÑOS? Las primeras pistas surgieron del notable aumento de solicitudes de naturalización presentadas por personas de origen chino ante las autoridades migratorias. Las pesquisas indicaban al tráfico de documentos apócrifos aunque las autoridades federales ahora investigan la destrucción total de sellos, documentos y asientos informáticos en las oficinas centrales del Registro Civil de Puebla, donde se habrían emitido 200 actas a personas originarias de aquella nación del sureste asiático. Este escándalo —de confirmarse—sacudiría las intenciones del actual mandatario, Sergio Salomón Céspedes, de brincar al gabinete de Claudia Sheinbaum. Esas pretensiones también han generado críticas, principalmente de los más leales al gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta —principalmente su viuda, quienes no le perdonan a Salomón su apertura con las otras fuerzas políticas y sobre todo, haber validado la exoneración del panista Eukid Castañón, figura principalísima del morenovallismo.