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Opinión

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Tres premiadas, de cientos de miles en México

El politólogo Joseph Nye es el académico que más ha elaborado la teoría sobre la importancia del poder suave de una nación. Cuando se sabe capitalizar y aprovechar desde el Estado, el poder suave es muchas veces más eficaz como herramienta para avanzar la agenda y los intereses de un país.

El poder suave no es económico ni militar ni político —que son variables del poder duro— y reside en elementos como la cultura, la gastronomía, el arte, la intelectualidad y la naturaleza, entre muchos otros. 

México es una nación con un poder suave inmenso. En todos lados del planeta se reconoce nuestra riqueza y patrimonio suave. Si en términos económicos somos de las primeras 15 economías, en un índice de poder suave estaríamos en las primeras cinco naciones.

Tan sólo en estas semanas se han dado varias manifestaciones muy importantes de esto:

La chef Elena Reygadas, reconocida como la mejor del mundo por el World’s 50 Best Restaurants; la novelista Guadalupe Nattel, nominada al premio International Booker Prize, también en Reino Unido, cuya ganadora se anuncia el 23 de mayo; esta semana Carmen Aristegui recibe el premio Diario Madrid, por su “permanente defensa a las libertades”. Ellas son tres ejemplos de la calidad de nuestra cocina, literatura y periodismo. 

Pero hay muchas, muchas más mujeres galardonadas en otras disciplinas de nuestro poder suave. Sólo por mencionar algunas, las arquitectas Tatiana Bilbao, Frida Escobedo y Rossana Montiel, la diseñadora Carla Fernández, la artista plástica Teresa Margolles, la directora de orquesta Alondra de la Parra, la bailarina Elisa Carrillo, las músicas Julieta Venegas y Lila Downs, la directora de cine Natalia López, o Katya Echazarrenta, primera mujer mexicana que viajó al espacio. También tenemos al menos unas 20 importantes universidades autónomas estatales con destacadas rectoras, como la doctora Teresa García Gasca en Querétaro, la doctora Rita Plancarte en Sonora, y la doctora Silvia Elena Giorguli, presidenta del Colegio de México.

Éstas son sólo algunas de miles de mexicanas que todos los días demuestran que somos un país con un capital enorme de talento, en ideas, en creatividad, en esfuerzo.

Sus trayectorias también nos dicen algo muy importante del éxito en disciplinas tan competidas en todas las esquinas del planeta: son profesionistas que se han desarrollado de manera independiente, autónoma, en la competencia feroz que existe en sus ámbitos. Su éxito se manifiesta en la economía de mercado en la que vivimos, en las listas de espera que hay para comer en sus restaurantes, las decenas de miles de lectores, los cientos de miles de radioescuchas, los edificios que han construido, los millones de discos vendidos.  Es decir, han cautivado a sus clientes y consumidores. Su trabajo es aplaudido y adquirido en México y en todo el mundo.

Y si bien estos ejemplos están relacionados con el poder suave, hay que resaltar también que en México destacan, cada vez más, y con mayor fuerza, mujeres que ocupan importantes posiciones en las áreas que pertenecen al poder duro. Mujeres que son juezas, gobernadoras, senadoras, diputadas, secretarias de Estado, alcaldesas, directoras de empresa, entre otras áreas, y que realizan en su ámbito del poder duro un trabajo tan significativo como las que aquí he mencionado entorno al poder suave.

Sin embargo, al celebrar a estas brillantes mexicanas se debe pensar en el resto de mujeres notables en nuestro país. Mujeres que quizás nunca veamos en los medios de comunicación aspirando a un premio o celebrando sus triunfos internacionales, pero que son tan valiosas, decididas y destacadas como las que he enlistado en este espacio. Ojalá que el caso de estas mexicanas nos sirva para reflexionar en los obstáculos que ellas y millones de otras más han enfrentado para estudiar, trabajar, y ejercer a plenitud su capacidad y talento en un entorno y en un país equitativo y en el que se sientan seguras en todos los espacios. Construir ese país es el mejor homenaje que podemos ofrecerles.

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Julio es egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, con maestría en políticas públicas de la Universidad de Georgetown.

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