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Compra consolidada de medicamentos: autodiagnóstico, el pilar del éxito

OpiniónEl Economista

En el ámbito de la salud pública, las decisiones que afectan a millones de mexicanos requieren de un balance meticuloso entre eficiencia administrativa y resultados en salud tangibles. Sin embargo, el proceso de consolidación de compras a lo largo de su historia y desde 2008 ha estado bajo escrutinio en no pocas ocasiones. Esto no solo por sus resultados, sino también por las decisiones que lo han moldeado, particularmente en los últimos años. Muchas veces dicho escrutinio a los resultados de estos procesos está relacionado con la aparente falta de un diagnóstico certero que considere las capacidades reales del sistema y de quienes lo operan. 

El enfoque centralizado en la adquisición de insumos para la salud busca, en teoría, aprovechar economías de escala, combatir la corrupción y garantizar un acceso equitativo. Sin embargo, este modelo también enfrenta retos importantes que no siempre son abordados con la autocrítica necesaria. Problemas logísticos, insuficiencias presupuestales y fallos en la planeación estratégica han derivado en desabastos y retrasos que impactan directamente la atención médica, dejando en evidencia que no basta con la buena voluntad o los objetivos ambiciosos.

Para que cualquier proceso de consolidación cumpla sus metas, es indispensable que quienes coordinan estos esfuerzos comiencen por hacer una evaluación honesta de su capacidad operativa. Esto incluye reconocer limitaciones tecnológicas, la falta de personal capacitado y la necesidad de coordinarse efectivamente con instituciones descentralizadas y proveedores. Ignorar estas realidades lleva a la promesa excesiva con un elevado nivel de riesgo de incumplimiento, perpetuando la percepción de un sistema disfuncional.

Una pieza crítica en este diagnóstico es la sistematización de información relacionada con la demanda estimada de insumos. Cada unidad médica, cada estado y cada programa de salud tiene requerimientos específicos, que deben ser consolidados y auditados de manera precisa. La falta de datos confiables y actualizados sobre consumos históricos, patrones estacionales y cambios epidemiológicos no solo genera incertidumbre en las compras, sino que abre la puerta a errores costosos, como adquisiciones insuficientes o excesivas.

Además, la consolidación debe estar basada en datos históricos y verificables. Un diagnóstico preciso sobre las necesidades reales del sistema de salud —desde medicamentos esenciales hasta dispositivos médicos específicos— es clave para evitar compras desproporcionadas o sujetas a la gestión discrecional de adjudicaciones directas al amparo de esta falta de planeación efectiva. No se puede gestionar lo que no se mide, y mucho menos adquirir lo que no se entiende.

La adjudicación directa, aunque justificada en circunstancias excepcionales, se ha convertido en una práctica recurrente dentro del sistema de salud. Si bien permite una mayor agilidad en la adquisición de insumos, también conlleva riesgos importantes. Entre los más evidentes está la posibilidad de malas prácticas, como la selección de proveedores con poca experiencia, precios desproporcionados y/o condiciones desfavorables para el Estado.

El impacto de estas decisiones va más allá de la integridad del proceso; afecta directamente al presupuesto destinado a la compra de insumos. Cada peso que se pierde en sobrecostos o contratos ineficientes es un peso que no llega a las clínicas y hospitales.

La solución no está en erradicar por completo las adjudicaciones directas, sino en establecer controles claros que minimicen su uso y aseguren que, cuando se apliquen, se haga bajo criterios estrictos de necesidad, competitividad y beneficio público. Esto requiere fortalecer los mecanismos de supervisión y auditoría, así como fomentar la participación de organismos externos e independientes en la evaluación de los procesos de compra. En este sentido es muy relevante identificar que la implementación de estos mecanismos sea de aplicación directa tanto desde las entidades compradoras como desde la proveeduría, una que deberá de ser inhibida del mal uso de “oportunidades” que quedan abiertas ante un proceso de consolidación con huecos en su diseño.

La autocrítica no es un signo de debilidad, sino un requisito para la mejora continua. Las partes involucradas deben ser capaces de analizar sus propias fallas y limitaciones sin temor a admitir carencias. Por ejemplo, si los mecanismos de distribución han sido históricamente un cuello de botella, se deben diseñar soluciones que atiendan esta problemática antes de intentar abarcar todo el espectro de insumos.

Si queremos un sistema de salud robusto, es momento de fomentar una cultura de toma de decisiones informada, basada en evidencia y diagnósticos precisos. Esto requiere, por supuesto, una inversión sostenida en fortalecer las capacidades institucionales, pero también un cambio de actitud: dejar de lado la narrativa de suficiencia en capacidades del sistema nacional de salud y abrazar una postura más abierta y colaborativa.

Es importante hacer la consideración referente a que la consolidación de compras no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para garantizar el derecho a la salud. Si la Secretaría de Salud quiere cumplir con esta misión, debe empezar por evaluarse con el mismo rigor con el que promete evaluar a proveedores y procesos. Solo así se podrá construir un sistema que verdaderamente responda a las necesidades del país.

El gobierno tiene en sus manos una oportunidad coyuntural para transformar la gestión de insumos médicos, pero solo si escucha atentamente y actúa con la debida responsabilidad. Los tomadores de decisiones deben replantear no solo el "qué" y el "cómo", sino también el "por qué".

Hoy cierro con una frase que se atribuye a Martin H. Fischer: “El diagnóstico no es el fin, sino el comienzo de la práctica".

*Oscar Flores cuenta con 25 años de experiencia en el sector de la salud en México y Latinoamérica, fue socio fundador de una consultoría enfocada en el análisis de las políticas públicas en salud, salud digital y sostenibilidad. Y actualmente se dedica a la gestión de asuntos corporativos en materia de salud para la industria farmacéutica.

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