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Opinión

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Cultura Woke; excluyendo para incluir

Pendiente Resbaladiza

En la última década se ha propagado en varios continentes la corriente de pensamiento conocida como “Woke”. El término corresponde a la conjugación en tiempo pretérito del verbo “to wake”, en el idioma inglés, que significa despertar. En 1942, el escritor afroamericano J. Saunders Redding le dio por primera vez una connotación político-social, utilizándolo para referirse a quienes han tomado conciencia de las opresiones sufridas por motivos raciales. En 1962, The New York Times retomó el término, pero su viralización se dio realmente en 2014, a partir del movimiento conocido como Black Lives Matter en Estados Unidos. 

Desde entonces, la ideología Woke se ha extendido de manera exponencial, no solamente en cuanto al número de seguidores, sino que también en el alcance de sus aspiraciones pues, además de las minorías raciales, los Woke se preocupan por los grupos excluidos por motivos sexuales o de género, entre otros. Su finalidad principal es la inclusión de estos grupos en diversos ámbitos de la sociedad y la defensa de sus derechos humanos con un enfoque progresista.

No cabe duda de que esta finalidad es a todas luces válida, sin embargo, en mi opinión, muchos de sus seguidores han perdido el foco de la misma, al grado de poner en riesgo los derechos de terceros, como la libertad de expresión y de pensamiento. Una característica que comparten muchos partidarios de la corriente Woke es el pensamiento binario, un sesgo cognitivo que se presenta cuando una persona limita su pensamiento a la existencia de dos únicas categorías. En el caso de los Woke, el pensamiento binario se puede verbalizar con frases como “o estás conmigo, o estás en mi contra”; o bien, “o estás conmigo, o estás equivocado”. Esta falsa dicotomía se aprecia cuando algunos Woke atacan, a veces de manera agresiva, a quienes no comparten su ideología, a quienes son neutrales a la misma, o incluso a los miembros de las minorías que no se sienten excluidos o discriminados. Un ejemplo puede ser una mujer que libremente decide dedicarse al hogar, o tener hijos, aunque con ello actualice el estereotipo de género mujer-madre.

Este pensamiento binario es contrario a la política de inclusión que dio origen a la corriente Woke, pues en un intento por incluir a ciertos grupos, se está excluyendo a muchos otros, atentando contra su libertad de expresión y de pensamiento, y en ocasiones contra su derecho al libre desarrollo de la personalidad.

No debemos olvidar que la libertad de expresión es un derecho universal. Todas las opiniones pueden ser expresadas, aunque sean diferentes. De hecho, el verdadero reto en la protección de la libertad de expresión no es el respeto de las opiniones con las que coincidimos, sino precisamente la inclusión de las que son contrarias a la nuestra. No podemos hablar de pluralidad, si no aceptamos las diferencias.

Además, ninguna corriente de pensamiento es poseedora de la verdad absoluta, ni le otorga un valor moral superior a sus adeptos. De acuerdo con Enrique Rubio (Religión Woke, El Despertar del Supremacismo Identitario, 2023), muchos Woke han caído en el supremacismo moral, es decir, que se consideran moralmente superiores a quienes no comparten sus ideas. Para Rubio, este supremacismo no constituye un verdadero activismo en pro de la igualdad e inclusión, pues su único efecto es el enaltecimiento del sí, o el consuelo de su portador.

Definitivamente, tanto la sociedad como el Estado deben tomar medidas estructurales para reducir la opresión y la exclusión de las minorías, pero el camino para lograrlo tiene que construirse sin caer en el mismo error, y desde luego, sin atentar contra los derechos de terceros.

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