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Opinión

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El Nobel de Economía: las instituciones importan

El premio Nobel de Economía 2024, anunciado ayer para los economistas Daron Acemoglu, Simon Johnson, y James A. Robinson, pone de relieve un tema central relacionado con lo que ha estado ocurriendo en nuestro país desde el inicio de la administración del presidente López Obrador y que, como ya ha quedado claro, se extenderá durante la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum: el proceso de desinstitucionalización o la destrucción de instituciones en México. 

Los tres economistas se han dedicado de manera central a investigar la relación entre las instituciones que existen en un país y la prosperidad de largo plazo que disfruta la población de ese país. De hecho, en un muy conocido libro escrito por Acemoglu y Robinson, “Why Nations Fail”, (en español, “Por Qué Fracasan los Países”), analizan el por qué los habitantes de Nogales, Arizona gozan de un mucho mayor bienestar que los de Nogales, Sonora, justo al otro lado de la frontera. Los ahora premios Nobel señalaron en ese libro que las diferencias entre las instituciones que gobiernan las actividades de los habitantes en ambas ciudades fronterizas es lo que explica la diferencia en desarrollo económico, aún cuando son prácticamente ciudades gemelas. Entre otras cuestiones, destacan que los derechos de propiedad son más seguros en Nogales, Arizona que en su hermana mexicana.

Sí, los nuevos premios Nobel han señalado en sus trabajos de investigación que gran parte de las diferencias en la prosperidad entre naciones se debe a las instituciones que heredaron de la época en la que muchos de ellas fueron colonias de otros países. Es probable que “el segundo piso de la 4T” utilice esa vertiente del trabajo de los economistas premiados para recalcar en su narrativa anti España, pero si eligen mantenerse exclusivamente en esa arista y no reconocen que lo relevante tiene que ver con la construcción de instituciones modernas, acreditarán una profunda miopía que terminaría siendo el signo de esta administración: su obsesión por aferrarse a una discusión del muy lejano pasado y olvidarse de hablar del futuro y la ruta para que México acelere su paso hacia escenarios de mucho mayor prosperidad.

Los trabajos de investigación realizados por Acemoglu, Johnson y Robinson, precedidos por aquellos de otro economista premiado con el Nobel de Economía en 1993, Douglas North, quien hizo énfasis en el rol de las instituciones como factor que explica el desempeño económico de los países, vienen a colación frente al frenesí de lo que osa llamarse Cuarta Transformación, que en un ánimo de revancha se ha dedicado a demoler los cimientos de instituciones que, si bien tenían fallas o errores en su diseño, eran un buen cimiento para buscar darle a México las oportunidades para aspirar a mucho mejores niveles de desarrollo.

Buena parte del éxito de los países desarrollados y el andamiaje institucional que los caracteriza es la posibilidad de que haya pesos y contrapesos verdaderos, que no sea rehenes de los caprichos de un presidente acomplejado que busca quién se la pague porque en algún momento en el pasado lo miraron feo o le hicieron gestos. La solidez de las instituciones en esos países ha permitido que el régimen democrático bajo el que se desenvuelven le signifique a la gente que habita en esos países la promesa de mayor prosperidad.

En nuestro país, aunque la 4T y sus voceros se empeñen en pretender hacernos creer que la reforma al Poder Judicial es una buena medida porque según mejorará la impartición de justicia o que es mejor regresar a la idea de que el Estado es quien debe ser quien fije las reglas para que funcione la industria eléctrica, la industria aeroportuaria, la farmacéutica o incluso la de telecomunicaciones, es incontrovertible que solo se trata de medidas que aseguran un mayor control a quien tenga el control del Poder Ejecutivo, que están muy lejanas de traducirse en un cambio institucional virtuoso. La prueba irrefutable de que los cambios impulsados ni siquiera fueron bien estudiados son los errores y deficiencias que han aflorado en los textos ya aprobados. Llegará el día que se pueda demostrar que los cambios del 2024 lejos de mayor prosperidad se tradujeron en mayor rezago, simplemente porque permitimos que se destruyeran instituciones.

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