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Propuestas del profesor Polo para un país como México (II)

OpiniónEl Economista

¿Por qué no se ha desintegrado una sociedad como la mexicana? ¿Qué alternativas de convivencia social -y que le están dando consistencia a nuestras sociedades- se están entretejiendo actualmente? Porque con todo y los alarmantes índices de violencia, guerrilla y narcotráfico, es un hecho que el país crece no sólo en número de personas, sino en la mayoría de los indicadores tradicionales de desarrollo -aunque cada vez menos-. En dónde muy posiblemente hay fallas protuberantes es en la coordinación de alternativas, es decir en las diversas instancias para gobierno de la sociedad, que todo lo ha apostado al T-MEC y a la nueva reforma energética. Las alternativas, entonces, las proveen cotidianamente las personas, lo que no existe es quien las coordine adecuadamente. Se trata de una situación histórica muy particular. "Las condiciones de vida del mexicano medio mejoraron notablemente en los últimos cuarenta años. La esperanza de vida al nacer ha aumentado en 18 años desde principios de los años cincuenta, mientras que la mortalidad infantil con respecto a cada 1,000 nacimientos vivos bajó de 123 en 1955 a 30 para 1990. La prevalencia de la desnutrición infantil global disminuyó del 22.7% en 1966 a 12.5% en 1986 [...] el analfabetismo se redujo en más del 50% y la escolaridad promedio se duplicó con respecto a 1965.

Quedan, sin embargo regiones marginadas cuya situación está por debajo de estos promedios nacionales". Llamaré gobierno a la tarea de coordinación de alternativas. Acertar a gobernar es mantener el carácter positivo de la complejidad de las alternativas o inventarlo evitando que se disgregue"; y la cuantía de la migración rural urbana parecen desbordar las posibilidades de coordinación por parte de nuestras actuales formas de gobierno. Los grupos económicos y asociaciones de industriales grandes y medianos, junto con los grupos de poder político -en los que incluyo la guerrilla- y que solían constituir el poder en la sombra sobre cualquier gobierno, aunque lo siguen haciendo en importante medida parecen, en la actualidad, no tener el poder desestabilizador del pasado. La crisis del ejecutivo nacional con todo y la descertificación en ciertos temas por parte de los Estados Unidos no ha logrado desestabilizar el país en la medida esperada. Luego la pregunta para hacernos sería ¿quién está coordinando las alternativas que cotidianamente ofrece la sociedad? Coordinación que por ahora garantiza una supervivencia precaria y un pequeño crecimiento. ¿Indica esto que se está fortaleciendo la sociedad civil y que los gobiernos locales, gracias a la apertura regional en curso de hace más de una década para acá, están siendo eficaces coordinadores de alternativas? Aunque creo que un buen número de formuladores de política económica o aspirantes a serlo respondería que el mercado es el coordinador por excelencia. Pero me pregunto: ¿un mercado de expoliación como es el nuestro? Sí, porque he aquí un dato que no he encontrado en la literatura económica aún: la naturaleza del mercado en nuestro país y creo que en general en Latinoamérica, es bastante distinta a la de los países del Norte. La falacia del mercado. El «mercado» no es una abstracción vacía de contenido cultural, ésta es la ingenuidad de muchos de nuestros formuladores y ejecutores de política económica.

Para el anglosajón y el japonés común se trata de un espacio para medir calidad y oportunidad de bienes y servicios producto de la creatividad, perseverancia y esfuerzo de quienes hacen posible el intercambio en un ambiente de relativa confianza mutua, o al menos de reglas protegidas por un Estado de derecho eficaz. No suele ser así en nuestro caso en dónde la costumbre del privilegio, rezago de las teocracias de nuestros aborígenes y gobiernos coloniales, auspicia que el astuto, el sagaz y hasta el tramposo, las más de las veces, sean los que tengan «éxito» . Nuestros mercados no siempre constituyen un espacio abierto para el intercambio de «preferencias», a éste no llegan las partes en igualdad de condiciones para la negociación. Más que un intercambio de preferencias es el de un intercambio de «supervivencias diferidas». Hay quienes en nuestra sociedad si no trabajan ese día, pues no comen ese día o al siguiente. Si observáramos la estratificación social con esta óptica, en el otro extremo de la escala estarían, por ejemplo, los rentistas quienes no se afanan por lo cotidiano pues sus rentas les permiten diferir el relativo afán de su supervivencia material meses y hasta años al futuro. Luego en el intercambio económico algunos pocos ejercen sus «preferencias» y otros muchos están condicionados por su supervivencia cotidiana, semanal o hasta mensual, según el caso.

Es por esto que no podemos asumir el mercado como un espacio de intercambio en relativa igualdad de condiciones y capacidad de negociación; y mucho menos de coordinación de alternativas. Basta observar el agricultor individual en manos y mente del acopiador rural, y luego de éste último en manos y mente de los pocos miembros del oligopsonio de la central urbana de abastos. Dicho en otras palabras, nuestros mercados no siempre seleccionan el mismo tipo de talento y habilidad que seleccionan los mercados en el Norte. He aquí el meollo del problema. He aquí el porqué las metodolodogías de análisis, las categorías y los conceptos del análisis económico y las políticas consecuentes no siempre tienen los efectos esperados en nuestros países. La ciencia económica no es universal en los términos hasta ahora planteados. Lo que hasta aquí hemos dicho es que los poderosos no han sabido coordinar lo mejor de las alternativas a su alcance, que muchos gobernantes -económicos y políticos- no han sabido soñar futuros, que la sociedad como un todo valora negativamente el trabajo manual -el que en armonía con el trabajo intelectual logra la creación técnica fuente de incrementos de productividad-, y que al contrario de los mercados en los países del Norte, el intercambio económico nuestro es en alguna medida disociador, expoliador y calificador de astucias.

La proporción de población rural urbana se invirtió en tan sólo cuatro décadas aún quedando hoy una tercera parte de la población en los campos. Y, finalmente, para no alargar el listado de cambios sociales dramáticos, tal dinámica social y económica junto a la que la prensa internacional suele exacerbar, insistimos, obliga a la pregunta sobre ¿cuáles son los conectivos sociales que contribuyen no sólo a mantener nuestra sociedad integrada sino, además, creciendo mas allá de su simple tamaño?

Quisiéramos destacar unas actividades que aunque en una primera observación parecieran simple búsqueda de satisfacción de necesidades básicas -autoconstrucción de vivienda propia, de infraestructura de servicios públicos, vías- por el carácter autogestionario y comunal de éstas, rayan en un proyecto ético. Proyecto ético de ejercicio de libertad, como modo de ganar tiempo, de crecer irrestrictamente, y de construir esperanza. De construir esperanza, recordemos que en nuestra historia tuvimos capítulos en la que la perdimos. Ella fue la que posiblemente hirió más la sensibilidad de las Casas. En palabras de un muy juicioso estudioso del tema: "el descenso de la natalidad por negarse las mujeres indias a parir, como dice Las Casas, fue también en parte responsable de aquella dramática situación social. Las mujeres procuraban desentenderse de sus hijos al nacer, y los indios morían de hambre por insuficiencia de alimentos, al no sembrar para comer".

Cuatro siglos después, quien recorra nuestros campos y ciudades contemporáneas encontrará un poco de desorden y pobreza, no hay duda, pero no desesperanza, aunque ésta disminuya cada vez más (en México de tener la tasa de natalidad de reeemplazo de 2.1 en pocos años ha bajado tremendamente al 1.6 (¿pérdida de ilusión por la vida o búsqueda de la vida cómoda? Las palabras que en nuestro parecer mejor describen el clima psicológico de gran parte de familias que constituyen nuestra sociedad civil son las de una Epístola de Pablo a los Corintios: "Apremiados pero no acosados, perplejos pero no desesperados, perseguidos pero no abandonados, abatidos pero no aniquilados. Es muy posible que las solidaridades primarias que se dan al interior de la familia extensa explique en alguna medida la consistencia de nuestro tejido social. Una buena porción de la migración rural urbana se da bajo el esquema de acogida inicial por parte de un pariente urbano y en oficios muy relacionados con los hábitos y dotación técnica del emigrante: distribución y comercialización de alimentos, trabajos en la construcción, servicio doméstico, obreras en la industria de confección, por mencionar algunos.

Las relaciones, valores y actitudes que se dan al interior de la familia y con su entorno contribuyen a explicar acciones de otros grupos sociales al interior y con su ambiente. Las más recientes investigaciones en sistemas de información está usando el modelo de la familia para mejor entender los sistemas de información en los negocios y las empresas;

Las solidaridades secundarias -amistad, juntas de vecinos, asociaciones de padres, acción comunal- explican también la consistencia del tejido. El problema es que AMLO y Morena polarizaron todo, incluyendo a Claudia Sheinbaum. Sobre todo en aquellos casos en que por violencia o desempleo en los campos, las familias deben emigrar sin relaciones previas. Ocupan las «favelas», barriadas de invasión o zonas marginadas de las ciudades. La experiencia del emigrante previo es rápidamente transmitida por solidaridad y, a su vez, aprendida por imitación, por la familia emigrante recién llegada.

Así como para la familia recién llegada, su nuevo asentamiento constituye una oportunidad de aprendizaje de nuevos requerimientos de socialización -de supervivencia en las etapas iniciales-, ella también aporta novedades, producto de la cultura de donde procede. Este eventual factor positivo no ha sido tenido en cuenta. Debemos alertar que ciertos países tal vez aún no constituyen naciones, su intensa diversidad cultural y la ausencia de Estado y sus formalidades en la mayoría del territorio así lo explican. Así quizá se llegó con las políticas del odio y del caos sembrados por López Obrador. México, mal que bien, funcionaba. Las reglas cambiaron con Andrés Manuel. Es precisamente, en las ciudades en dónde se homologan hábitos, en donde se confrontan visiones, valores y, a su vez, se sintetizan. Por la velocidad de nuestra urbanización, ella constituye un evento socializador tan importante como la masificación de la radio y la televisión. "La técnica funciona a partir de una situación objetivada [...] el hombre integra, se incorpora el ámbito cultural y actúa desde él", dice Don Leonardo.

La casi totalidad de las familias emigrantes a estos asentamientos son campesinas -la migración de jóvenes individuales es inicialmente acogida por la familia extensa-, luego sus destrezas manuales, su austeridad y su estupenda eficiencia en el uso de los escasos recursos económicos son preponderantes. Esta riqueza, que se hubiera podido aprovechar a través de tecnologías apropiados y un capitalismo más poPular, no fueron tomadas en cuenta. Dichos hábitos explican la rápida transformación de viviendas precarias -de cartón y láminas de zinc- en viviendas con mejores materiales. Se toma un poco más de tiempo la consecución comunal y autogestionada de los servicios públicos: agua, alcantarillado y energía eléctrica.

Las situaciones objetivadas no están aquí ni en manuales ni en planos ni en modelos a escala. Están a escala uno a uno. Las técnicas de construcción van mejorando por la sumatoria de novedades. No hay duda, aquí hay creación técnica y racionalidad financiera. La familia, una vez asentada en su vivienda precaria, en la medida que sus ingresos se lo permiten, va comprando materiales -arena, ladrillos, tejas- y almacenándonos hasta el momento en que por módulos pueda, con la ayuda de vecinos, ir construyendo un piso, un cuarto, una placa para un segundo. Las solidaridades secundarias -que existían antes de la subida de AMLO al poder, fueron destruidas o debilitadas, cuando coordinan e integran toda esta energía humana latente.

Faltan líderes comunales, no promovidos por AMLO sino incorporados al aparato y a la lealtad estatal, graduados en la experiencia cotidiana del infundir ánimo, de convencer a los escépticos y de arrastrar con su ejemplo incluyendo el del trabajo manual requerido por la apertura de zanjas, colocación de postes, fundir placas de concreto, etc. Otra salida sería el trabajo intelectual de lograr consensos, solicitar ante las agencias públicas la flexibilización de reglamentos, la legalización de sus asentamientos, el acceso a servicios públicos así la comunidad sea la que con su trabajo manual tienda las redes y haga las acometidas. Esta es una importantísima actividad que contribuye a la consistencia del tejido social y, además, fuente de prestigio auténtico; la fama y el honor en estos grupos sociales es transparente y no está mediada por la ficción de imágenes de los medios de comunicación masiva. Aquí si existe coordinación, también auténtica, de alternativas. Las solidaridades primarias y secundarias y la coordinación de alternativas que se dan en estos grupos de población explica en gran medida la consistencia de nuestro tejido social. Recordemos que estamos hablando de más de la mitad de las familias del país. Los bienes en los que estas familias cifran su esperanza son los más elementales: convivencia pacífica, trabajo remunerado, vivienda e infraestructura de servicios, educación para sus hijos. Ellas no conocen el Estado -las formalidades de éste en nada las han afectado, exceptuando los jóvenes reclutados para el servicio militar o la guerrilla, donde ésta hace las veces de «Estado», o el garrote policial que pretende expulsarlos de los terrenos invadidos cuando es el caso- y mucho menos la seguridad social. Ellas no llegan a un barrio del suburbio con todo ya dispuesto. No, saben muy bien que todo se lo han de dotar ellas mismas. Sus imágenes de futuro son muy concretas: vivienda, trabajo, y mejores oportunidades para sus hijos que las que ellos tuvieron. Las posibilidades se las dan sus hábitos de trabajo duro, su aguante, su paciencia, junto con la simiente de virtudes que mencionara arriba: apremio, perplejidad, persecución, abatimiento. Las dificultades son grandes, de supervivencia inicialmente y de luego "incorporar un ámbito social complejo y actuar desde él". AMLO mató todas esas iniciativas a cambio de un reparto de dinero para mantener el control político, pero nunca se preocupó para que la sociedad mexicana alcanzara la mayoría de edad, lo que le ha reprochado Illades en La revolución imaginaria.

He aquí los cuatro componentes: bien, futuro, posibilidad y dificultad de los que hablara Tomás de Aquino como constituyentes de la esperanza. Por eso, nosotros añadiríamos que a pesar de la 4T y de la oposición, que no supo despertar estas esperanzas en la población, Polo afirma que estos grupos sociales son unos auténticos constructores de esperanza. Establece luego algún negocio, una tienda en el espacio de enfrente o arrienda una pieza para estabilizar sus ingresos. Un gobierno bien intencionado quiso facilitar vivienda popular terminada pero con el esquema de hipotecas y cuotas, naturalmente que como el ingreso de las familias no es fijo, pues juntos, familias y agencias del Estado que administraban el programa se quebraron. Un grave problema de los mexicanos de abajo, que tenían vitalidad social y despertaban vida económica aunque fuera de subsistencia o informal, fueron matados por AMLO. Esto explica la tremenda bajada de la natalidad.

Este encauzar las energías vitales hacia la satisfacción de necesidades básicas es todo un proyecto ético, pero definitivamente no estuvo ni en AMLO, la oposición o el Segundo Piso de la 4T. Hay oportunidad de crecimiento no sólo material sino intelectual, espiritual. Este aspecto también fue destruido por López Obrador -y la oposición tampoco hizo nada relevante para aprovecharla. El material, ya lo describimos. El crecimiento intelectual tiene como acicate la complejidad de nuevas situaciones, de relaciones sociales más diversas, de exigencias más intensas en el trabajo, de enfrentar una mayor diversidad cultural y otras posturas ante la vida. Todo esto fue un gran ausente del gobierno de AMLO y de la oposición. Razón teórica y razón práctica juntas o desarrollan hábitos positivos y virtudes o la supervivencia física y psicológica puede verse amenazada. Las personas ante estas situaciones ejercen su libertad -con todo y las limitaciones económicas que la condicionan-, no pierden tiempo -de lo contrario sencillamente no sobreviven- y se brindan la oportunidad de crecer como personas -la esencia de la ética para convivir-

Un buen número de ellas lo logran. Basta observar el avance en infraestructura de aquellos barrios y el florecimiento de las solidaridades secundarias. Se trata de un gran movimiento migratorio al interior del país. Recordemos las ventajas de la migración europea a Norteamérica en el siglo pasado. Alivió la precariedad de recursos en el continente y oxigenó la naciente economía norteamericana. Puede estarse sucediendo algo semejante al interior de nuestros países latinoamericanas. Pero esta vez para otro modelo de organización social distinto al del Norte, no conocemos aún su nombre, aquí solo hemos bosquejado algunas de sus manifestaciones. Sabemos que ya superado el odio racial gracias al mestizaje aún no "somos lo suficientemente, y esto alienta nuestra esperanza. Intuimos que para aliviar nuestras tensiones sociales auspiciadas por una rampante inequidad y el rezago de encomienda y hacienda, debemos transformar nuestra educación y valoración social del trabajo. Debemos democratizar los medios de producción y alentar los gobiernos locales. Lo importante es que lo hagamos no aspirando a subir peldaños de la escalera de los que «ya son suficientemente» ya que es ésta la razón de su desasosiego y vacío de sentido.

Estas líneas de salida aportadas por Polo apuestan en la misma línea de economistas como Gabriel Zaid y su apuesta por lo pequeño, en la línea de las propuestas de las tecnologías intermedias -ahora denominadas apropiadas- del economista Schumacher, y la gente preparada que tenía AMLO para proteger la economía social y solidaria, brillaron por su ausencia. La mayoría de edad que esperaba Illades se convirtió en un mero instrumento del poder político y la formación de personas dependientes exclusivamente de los subsidios estatales, que para no hacer daño el propio Papa Francisco ha dicho que en principio deben ser temporales.

Si sumamos todo eso a la primera vez que la supuesta izquierda tuvo la oportunidad de gobernar, ahora por segunda vez, en dos referéndums de la mayoría del pueblo mexicano, nos tememos mucho que la energía y creatividad del mexicano habrán sido matados por las políticas meramente asistencialistas y de poder del presidente López Obrador.

El autor es Máster y Doctor en Derecho de la competencia, Profesor Investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana y socio del área de competencia económica, derecho penal de la competencia y comercio internacional del despacho Jalife Caballero. Investigador Nacional Nivel I.

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