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Política

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Calderón termina sexenio en un punto muerto

Calderón, quien envió batallones de soldados mal entrenados a las calles para luchar contra poderosas organizaciones criminales transnacionales, deja esta semana el campo de batalla después de seis años, con un saldo de al menos 60,000 muertos por la violencia del narcotráfico.

Ciudad de México. El presidente Felipe Calderón, quien envió batallones de soldados mal entrenados a las calles para luchar contra poderosas organizaciones criminales transnacionales, deja esta semana el campo de batalla después de seis años, con un saldo de al menos 60,000 muertos por la violencia del narcotráfico y con su guerra esencialmente en un punto muerto.

Aunque las fuerzas de seguridad de Calderón han capturado o matado a más de dos docenas de los líderes de los cárteles de las drogas más buscados de México, muchas de esas vacantes ya han sido cubiertas. Y mientras que algunos carteles han sido disminuidos, otros han prosperado y no ha habido ninguna disminución apreciable en la cantidad de droga contrabandeada hacia Estados Unidos.

La estrategia de Calderón desató niveles sin precedentes de la delincuencia que ayudaron a que su partido obtuviera una sorprendente derrota en las elecciones presidenciales de julio, pese a que la mayoría de los mexicanos afirma en las encuestas, que apoya la campaña militar.

El presidente entrante, Enrique Peña Nieto, del rival Partido Revolucionario Institucional, sustituye a Calderón el sábado, con la promesa de seguir adelante con la lucha y mantener la alianza con EU en la guerra contra el narcotráfico en México.

Sin embargo, Peña Nieto dice que va a luchar contra la guerra de las drogas de manera diferente, al medir el éxito de ésta a través de un descenso en la tasa de homicidios en México, en lugar de derrotar a los jefes de los cárteles.

Lo que no está claro es cómo el nuevo Presidente de México puede ofrecer avances en seguridad en ciudades y pueblos, donde las tropas del gobierno son a menudo el único baluarte entre un relativo orden y un control absoluto de los criminales.

Calderón ha insistido en que su estrategia militar finalmente ha hecho un México más seguro. Los homicidios atribuidos a la actividad del crimen organizado cayeron en los primeros seis meses de este año, según su administración, por primera vez una reducción desde que Calderón asumió el cargo en diciembre del 2006.

Las tasas de homicidios han bajado, notoriamente, en peligrosas ciudades de la frontera de Tijuana y Ciudad Juárez. Empresas han vuelto a abrir y los ciudadanos alaban la relativa calma.

Pero fue un progreso ganado a un precio extraordinario.

Calderón llegó al poder con la promesa de reducir la pobreza, de aumentar las oportunidades de educación y de abrir el país a la libre empresa y a la competencia. Modestos avances se hicieron en esos aspectos, pero su gobierno de centro-derecha fue consumido por la guerra contra las drogas.

El detener el flujo de narcóticos ilegal de México fue una de las principales prioridades de la lucha contra la droga para Washington, que ha apoyado a Calderón con casi 2,000 millones de dólares en ayuda para seguridad.

El gobierno estadounidense le entregó helicópteros Black Hawk, gafas de visión nocturna y sofware para la lucha contra el crimen, y le ayudó a formar a miles de policías federales mexicanos en las academias apoyadas con dinero de los contribuyentes estadounidenses.

A seis años transcurridos desde que inició su lucha, la marihuana mexicana, la metanfetamina y la heroína siguen siendo baratas y más abundantes que nunca en Estados Unidos, según datos del gobierno de ese país.

Encuestas de Naciones Unidas indican que el precio por gramo de la cocaína en las calles de EU es más o menos el mismo hoy que hace una década.

Un informe de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, presidido por el senador demócrata John Kerry, en julio concluye que el despliegue de las fuerzas armadas mexicanas para combatir el crimen organizado ha sido ineficaz y puede haber aumentado los asesinatos cometidos por las mafias del crimen al fragmentarlas en grupos beligerantes.

Calderón trató de reformar la policía federal de México, al aumentar el número de agentes de 6,000 a más de 35,000. Pero la agencia ha estado plagada de escándalos e infiltración criminal.

Un informe de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, presidido por el senador demócrata John Kerry -un posible reemplazo para la Secretaría de Estado en caso de la eventual renuncia de Hillary Clinton- en julio concluyó que el despliegue de las fuerzas armadas mexicanas para combatir el crimen organizado ha sido ineficaz y puede haber aumentado los asesinatos cometidos por las mafias al fragmentarlas en grupos beligerantes.

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