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Política

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Contratos leoninos, ¿qué son y cómo detectarlos?

Ya sea entre grandes empresas, con el gobierno o de servicios medios, cualquier persona corre el riesgo de encontrarse con un contrato abusivo que pueda perjudicar sus intereses o su patrimonio.

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Ya sea entre grandes empresas, con el gobierno o de servicios medios, cualquier persona corre el riesgo de encontrarse con un contrato abusivo que pueda perjudicar sus intereses o su patrimonio.

Desde que inició el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, la llamada Cuarta Transformación se ha comprometido a erradicar la corrupción y todo lo que vaya en "contra de los intereses del pueblo mexicano".

Entre las acciones y reacciones que ha tenido el gobierno federal respaldadas por esta premisa destacan las renegociaciones y suspensiones de acuerdos en , bajo el argumento de que se tratan de contratos leoninos, heredados por los gobiernos anteriores de una etapa que el jefe del Ejecutivo ha identificado como "periodo neoliberal".

Uno de los casos más recordados ocurrió en mayo de 2020, cuando López Obrador aseguró que la decisión de frenar la inversión privada en materia de energías limpias se tomó ante los excesos que existían en los contratos que se entregaron en administraciones pasadas.

El presidente criticó en aquel entonces que algunos empresarios cuestionaran la medida, pese a que se establecieron contratos leoninos y se excluyó a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Sin embargo, cualquier persona corre el riesgo de encontrarse con un contrato de esta naturaleza que pueda perjudicar sus intereses o su patrimonio.

 

¿Qué son los contratos leoninos?

Contrato leonino” es la expresión coloquial para calificar un contrato considerado en términos legales como abusivo, en el que una de las partes obtiene ventajas exageradamente mayores a las de sus contrapartes.

Llamar a un contrato leonino “es jerga muy común, pero sí cobra mucho sentido cuando se habla de un contrato que abusa (...) lo entiendes como si fuera una cadena alimenticia, con la ley del más fuerte”, comentó la abogada y especialista en Derecho Administrativo y Fiscal, Sandra Rodríguez Castro.

También se habla de cláusulas leoninas (abusivas o vejatorias) las cuales pueden mermar el equilibrio que se pretende obtener en los contratos.

Según el Diccionario panhispánico del español jurídico, una cláusula leonina “impone exigencias exorbitantes o consecuencias desproporcionadas en caso de incumplimiento”.

Si bien, recientemente se han mencionado de forma recurrente en los medios de comunicación a los contratos abusivos relacionados a acuerdos comerciales entre el gobierno federal y grandes compañías internacionales, los contratos leoninos pueden encontrarse en cualquier tipo de acción mercantil o en las sociedades civiles.

Las cláusulas abusivas se pueden detectar en contratos de todo tipo, comerciales, de crédito, hipotecario, servicios de telecomunicaciones, de arrendamiento, entre otros.

Este tipo de condiciones van en contra del principio de buena fe y el desequilibrio entre los derechos y obligaciones de las partes, que en la mayoría de los casos se da en perjuicio de trabajadores o consumidores ya que los sitúan en una posición de debilidad frente quienes ofrecen productos o servicios.

El posible origen de la expresión “leonino”

Algunos estudios académicos plantean que el posible origen de la expresión “leonino” viene de una historia del fabulista griego Esopo, cuyos relatos fueron recopilados por el romano Cayo Julio Fedro y que influyeron en varias obras narrativas europeas.

Con base en esta teoría, se le atribuye el concepto “leonino” a la fábula llamada “Vacca, capella, ovis et leo”, donde se muestra a un león que argumenta por qué le corresponde a él la mayor parte de una presa capturada con la colaboración de otros animales.

“Una vez, un león, una vaca, una cabra y una oveja se aliaron para capturar a un ciervo muy grande. El león dividió el premio en cuatro partes iguales. Luego habló de la siguiente manera: la primera parte es mía porque soy un león; me concederás la segunda parte porque soy el más fuerte; me quedo con la tercera parte debido a mi arduo trabajo; quien toque la cuarta parte despertará mi ira. Así, el león solo se llevó todo el premio.

“Moraleja: cuando se tiene la honradez de la vaca, la inocencia de la cabra y la mansedumbre de la oveja, no se debe formar sociedad con los leones”.

¿Cómo actuar ante un contrato leonino?

Él plantea que “cuando alguno, explotando la suma ignorancia, notoria inexperiencia o extrema miseria de otro; obtiene un lucro excesivo que sea evidentemente desproporcionado a lo que él por su parte se obliga, el perjudicado tiene derecho a elegir entre pedir la nulidad del contrato o la reducción equitativa de su obligación, más el pago de los correspondientes daños y perjuicios”.

Sin embargo, la también directora general de la consultora Jentel, consideró que para conseguir la nulidad de un contrato es necesario pasar por el “tortuoso y agotador camino” de un procedimiento judicial.

“Habría que ver primero qué tipo de contrato se trata para saber cuál instancia es la responsable; si es civil, si es mercantil, o administrativo (entre otros) en su concepción. Y así tendrías que acudir a la instancia para solicitar que se anule el contrato a través de un procedimiento judicial”.

Para , la prevención es la mejor opción. “Muchas veces, y me incluyo, no estamos acostumbrados a leer el contrato. Y lees a lo mejor las tres primeras cláusulas, pero luego lo dejas”.

“Aprender a leer los contratos, es el punto medular de todo para saber si conviene o no firmar (...) Si ves que no vas a poder cumplir con los requisitos o las estipulaciones, no lo firmes y busca otra opción”, dijo.

La especialista en regulación del sector de telecomunicaciones destacó la labor de instituciones como el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) o la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), que se han dedicado a trabajar en la estandarización de modelos de contratos para diversos sectores, que ayudan cuidar condiciones específicas.

Por ejemplo, la Profeco cuenta con un Registro Público de Contratos de Adhesión, donde se encuentran los documentos elaborados unilateralmente por proveedores para establecer en formatos uniformes los términos y condiciones aplicables a la adquisición de un producto o la prestación de un servicio.

En el Artículo 90 de la Ley Federal de Protección al Consumidor se especifica el tipo de cláusulas que no serán incluídas en los contratos de adhesión, ni se inscribirán en el registro cuando:

  • Permitan al proveedor modificar unilateralmente el contenido del contrato o sustraerse unilateralmente de sus obligaciones.
  • Liberen al proveedor de su responsabilidad civil (excepto cuando el consumidor incumpla el contrato).
  • Trasladen al consumidor o a un tercero que no sea parte del contrato la responsabilidad civil del proveedor.
  • Prevengan términos de prescripción inferiores a los legales
  • Prescriban el cumplimiento de ciertas formalidades para la procedencia de las acciones que se promuevan contra el proveedor.
  • Obliguen al consumidor a renunciar a la protección de la Ley Federal de Protección del Consumidor o lo sometan a la competencia de tribunales extranjeros.

En tanto, la Condusef habilitó en 2018 un portal para documentarse sobre los contratos para el uso de productos y servicios financieros y así evitar cláusulas que deriven en desventajas.

Además, presenta un listado de algunas de las cláusulas abusivas más comunes que se han encontrado en contratos de instituciones financieras.

La abogada Sandra Rodriguez consideró que existen diversas opciones para que un consumidor actúe en caso de encontrarse con un contrato abusivo:

No lo firmes. “Si ves cláusulas abusivas y que a lo mejor no voy a poder con todo eso, no lo firmes y busca otra opción”.

Trata de asesorarte con alguien especializado antes de firmar.

En caso de tratarse de servicios medios, donde no hay asesores cerca, como los de telecomunicaciones o del sector financiero, leer con atención las “letras chiquitas” y considerar todas las condiciones.

Si ya firmaste un contrato que afecta tus intereses, busca los elementos suficientes en caso de recurrir a un juicio.

En caso de haber firmado algo que finalmente no te convenía “trata de apegarte a cumplir con lo acordado, para que cuando llegue a su término ese contrato logres salir lo mejor librado”, recomendó.

La especialista sugiere que si al analizar a fondo el documento que se va a firmar, y encuentras condiciones u obligaciones que sabes que no podrás cumplir “evita actuar en contra de ti” y trata de renegociar o buscar una mejor opción.

“Lamentablemente así son las prácticas, el más grande se come al más chico”, dijo Sandra Rodríguez.

rrg

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Es Licenciada en Periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García con especialidad en Divulgación de la Economía. En su trayectoria se ha dedicado a la coordinación de información y entrevistas, así como a la producción radiofónica.

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