Buscar
Política

Lectura 4:00 min

Hay una doble desaparición forzada: John Gibler

Estamos ante uno de los crímenes mejor documentados de los últimos tiempos, pero que, paradójicamente no se sabe legalmente qué paso, plantea el autor del libro Una historia oral de la infamia. Los ataques contra los normalistas de Ayotzinapa, editado por Tinta Limón.

John Gibler, autor del libro “Una historia oral de la infamia. Los ataques contra los normalistas de Ayotzinapa”, editado por Tinta limón. Foto: Cortesía

Para enfrentar la complejidad de los hechos (la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014) es muy importante entender que se trata de una desaparición forzada en dos etapas: una material que inicia cuando policías municipales los entregaron a integrantes de la delincuencia organizada y no se sabe a ciencia cierta qué hicieron con ellos y, la segunda, la administrativa-burocrática, que es todo el trabajo realizado por el Estado para no hacer público lo que ahí ocurrió, señala John Gibler.

Al plantearle que haga una reflexión de ese caso, el autor del libro Una historia oral de la infamia. Los ataques contra los normalistas de Ayotzinapa, editado por Tinta limón, en Argentina, responde de inmediato con una aseveración enfática: a cinco años de esos hechos, estamos ante uno de los crímenes mejor documentados de los últimos tiempos, pero que, paradójicamente no se sabe legalmente qué paso.

Inmediatamente trae a colación una declaración pública del subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas, quien dijo: “…la única verdad en el caso Ayotzinapa es que todavía no hay una verdad”.

El escritor estadounidense que durante las primeras semanas posteriores a esos hechos se trasladó a Ayotzinapa en búsqueda de los testigos presenciales de ese episodio, dice que el enunciado pronunciado por el funcionario federal constituye una negación total “de una tremenda documentación e investigación” realizada fuera del Estado, tanto por expertos internacionales de la ONU y organizaciones de la sociedad civil que juzga valiosas, igual que las aportaciones realizadas durante estos años por las familias de los jóvenes ausentes.

“Descartar todo ese complejo de conocimiento como un acto de Estado indica una discrepancia entre la manifestación política del nuevo gobierno y los hechos (sus actos)”, recalca.

Por ello el escritor expone que, a cinco años de ese suceso, hay una doble desaparición forzada.

La primera tiene que ver con la desaparición física de los jóvenes, en la que, según lo que se ha podido documentar, tanto por la autoridad como por periodistas y organizaciones no gubernamentales, escritores y los propios familiares, participaron policías municipales, principalmente.

La segunda, según el escritor, tiene que ver con un complejo entramado de “no investigar, mentir, destrozar evidencias forenses, sembrar evidencias físicas falsas, de inventar un escenario del crimen falso y de producir un discurso oficial a partir de confesiones conseguidas a través de tortura”.

El escritor, inicia su texto con dos dudas: “¿Cómo se puede escribir una historia de lo imposible?, citando a Michel Rolph Trouillot y ¿a quién reclamarle justicia si la misma ley que mata es la que levanta los muertos?, de Osiris en Alfredo Molano.

Luego, ofrece un texto con base en testimonios de sobrevivientes de los ataques contra los estudiantes levantados por él entre el cuatro de octubre de 2014 y el 19 de junio de 2015.

Refiere que su esfuerzo consistió en buscar únicamente información de primera mano.

Eso implicó hablar con sobrevivientes, testigos directos y para que contaran solamente lo que vieron. Nada más.

“Para mí, ese trabajo todavía se sostiene a los cinco años, porque fue enfocarme sola y rigurosamente en las experiencias vividas de las personas que estuvieron ahí precisamente en los hechos”, refiere.

Yo no quise especular nada, ni adelantar una teoría, una hipótesis porque en ese momento los hechos eran tan complejos y tampoco servía hacer ese tipo de especulación, agrega.

Para el estadounidense, a cinco años de esos hechos, tal vez lo que urge es seguir profundizando en el análisis de cómo se construyó la etapa administrativa, de desaparición forzada a través de la PGR y estar pendientes de qué va a pasar ahora que la investigación está en manos de un nuevo gobierno.

El libro de Gibler termina con una cita que hace Coyuco Barrientos, un estudiante de Ayotzinapa que dice “hay una frase que muchos dicen aquí: quien ve una injusticia y no la combate, la comete”.

diego.badillo@eleconomista.mx

Temas relacionados

Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Últimas noticias

Noticias Recomendadas