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Independientes de diferente firma
Siendo la primera vez que la legislación electoral permitió la postulación de personas sin partido, era un ejercicio interesante ver qué estrategias adoptaban los interesados para lograr integrarse al elenco de candidatos presidenciales.
Muchos seguimos con interés el proceso de los candidatos presidenciales independientes para obtener las 866 mil y pico de firmas en 17 estados de la República, al menos, para poder ser incluido en la boleta del 1 de julio. Siendo la primera vez que la legislación electoral permitió la postulación de personas sin partido, era un ejercicio interesante ver qué estrategias adoptaban los interesados para lograr integrarse al elenco de candidatos presidenciales.
Había cinco candidatos independientes probables: Jaime Rodríguez, gobernador de Nuevo León; Armando Ríos Piter, exsenador por Guerrero; Margarita Zavala; María de Jesús Patricio, indígena jalisciense, y Pedro Ferriz de Con, conocido comentarista. Hasta el 15 de febrero, los tres primeros habían logrado el número de votos y la dispersión suficiente para integrar la boleta. Los dos últimos, quienes se creyó que podrían lograr juntar las firmas necesarias con facilidad, simplemente no pudieron.
Margarita Zavala era la precandidata independiente que más atención concitaba por su historia personal y por cuestiones de género. Panista desde la cuna, el hecho de no haber sido postulada por Acción Nacional le pesó. Sinceramente, más le debió haber pesado la losa de su marido, cuyo gobierno fue menos que mediocre y, además, causó serias fracturas internas al PAN. Si Felipe Calderón no hubiese intentado comportarse como sátrapa priista, imponiendo presidentes nacionales a su partido, quizá otro gallo le hubiese cantado a Margarita … Para la señora Zavala fue sumamente difícil conseguir los 986 mil y pico de firmas; apenas consiguió la dispersión en la primera semana de febrero, pese a ser tan conocida.
Me llamó la atención, aunque también considero consistente, que en dos estados, Puebla y Guanajuato, tradicionalmente conservadores y donde pudo haber encontrado más apoyo, sólo consiguió 28% y 35%, respectivamente, de las firmas indispensables para lograr la dispersión. Es obvio que los gobiernos panistas locales maniobraron para impedir que Zavala entrara a la boleta. Margarita tampoco parece gozar de tantas simpatías en Hidalgo y Chihuahua, donde seguramente intentaron lo mismo que en Puebla y Guanajuato, pero no lo lograron. Es muy interesante constatar que los seguidores de Margarita se ubicaron en el Estado de México y Oaxaca.
Armando Ríos Piter es un caso aparte. A diferencia de Margarita Zavala, el guerrerense sí tiene experiencia en gobierno: trabajó en las Secretarías de Hacienda y Reforma Agraria a nivel federal, y en el gobierno de Guerrero, y no sólo como legislador. Además, cuenta con una sólida formación como abogado (UNAM), economista (ITAM) y dos maestrías en Estados Unidos, una en seguridad nacional (Georgetown) y en administración pública (Harvard). Aunque militó por años en el PRD, tiene buena relación con priistas y panistas y ello facilitó su carrera legislativa. Tuvo logros importantes. En la Cámara de Diputados impulsó la Ley Alimentaria y en el Senado fue un entusiasta impulsor del Sistema Nacional Anticorrupción. También fue diputado constituyente en la CDMX. A mi juicio, es una de las bajas que más debió sentir el PRD porque era uno de sus mejores cuadros. El Jaguar consiguió la nada despreciable cantidad de 1 millón 5,000 votos; como es natural, un buen número de firmas son de guerrerenses, 12%, pero el número más importante, 140,000 firmas, las recopiló en el Estado de México, así como 128,000 de la Ciudad de México.
Entre las tres entidades, reunió 39% del total de firmas y 45% de las necesarias para aparecer en la boleta. A Ríos Piter no lo conocen en Baja California, Coahuila, Nayarit, Hidalgo, Durango, Tamaulipas, Tabasco, San Luis Potosí y Sonora, aunque obtuvo un número importante de firmas en Sinaloa, Zacatecas y, sorprendentemente, en Yucatán y Querétaro. Por ahí se dijo que la candidatura independiente de Ríos Piter fue auspiciada por sus amigos economistas ligados al peñismo, de ahí el elevado número de firmas mexiquenses, pero tomando en cuenta el número de personas de la CDMX que firmaron por su candidatura, debe tener apoyos más diversificados socialmente. Pese a ser el candidato independiente que mejores atributos personales y profesionales tiene, es una figura pública menos conocida territorialmente y carece de los recursos de Zavala y Rodríguez Calderón.
Jaime Rodríguez, el Bronco, es el inefable gobernador de Nuevo León con licencia, busca la candidatura presidencial sólo por el placer de grillar y sin ninguna expectativa. Su perfil parece ser semejante al de López Obrador, pero en norteño. El principal problema del Bronco es que su gestión de gobierno ha dejado que desear y los neoleoneses se preguntan por qué votaron por él.
Se dice, se rumora y se comenta que, habiendo sido tantos años priista, su candidatura está patrocinada por las altas esferas del poder para quitarle votos a AMLO. Lo cierto es que fue el primer candidato independiente en contar con el mínimo de firmas y la dispersión en 17 estados. Curiosamente, el mayor número de firmas, después de las obtenidas en Nuevo León que fueron poco menos de 304,000, las consiguió en el Estado de México: 154,000 firmas. Sumando ambas, 459,000, obtuvo 53% de las necesarias. ¿Coincidencia?
María de Jesús Patricio es una figura encomiable, que se pensó habría de tener más apoyos para aparecer en la boleta. Al 15 de febrero, apenas llegó a 230,000 firmas, 55,000 de ellas conseguidas en la CDMX, casi 32,000 en Chiapas, poco más de 22,000 en el Estado de México y 23,000 en Jalisco, su estado natal. Es evidente que no va a ser candidata, lo mismo que Pedro Ferriz, quien se pensó tenía una cantidad ilimitada de recursos. Para la misma fecha y siendo una figura conocida, apenas llegó a 74,000 firmas.
Estamos cortos en representatividad de grupos
Aún reconociendo que la legislación electoral dificulta excesivamente el registro de una candidatura independiente, el hecho de que sólo tres candidatos sin partido sean incluidos en la elección presidencial dice mucho del sistema electoral y de partidos. Podemos presumir de una democracia procedimental más sofisticada que a principios de siglo. Por regulaciones no paramos, y sin embargo nos quedamos cortos en cuanto a representatividad de grupos minoritarios y género. El problema sigue siendo la implementación y el seguimiento de la norma.
Sin embargo, los escenarios para julio son inciertos. No porque ignoremos en este momento quienes son los punteros. Lo que se prevé son tres meses de campaña en los que el mejor no será el que más méritos tenga, sino el que menos errores cometa.
En una sociedad donde se premia a la víctima y se denuesta a quien parece ser más afortunado, que está harta de haber sido defraudada y que tiene muchos agravios pendientes que cobrar, es natural que los electores se identifiquen con el candidato cuya experiencia más les resuena. Es justo en este espacio en el que los independientes pueden encontrar un nicho favorable. No estamos en un contexto como el francés, en el que Emmanuel Macron vino de la nada y ganó. Para ello se necesitaría una segunda vuelta. Es probable que al menos Ríos Piter incida entre los indecisos y cambie la correlación de fuerzas actual. ¿Habrá declinaciones? Todo puede suceder.