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Más tráfico en la CDMX: bienvenidos a la nueva normalidad
A dos años de la llegada de la Covid-19, la Ciudad de México reactiva actividades al 100% con más tráfico, más gente y más coches en las calles.
“Si uno no se siente aglomerado en la Ciudad de México, está viviendo en otra parte”, decía el cronista Carlos Monsiváis sobre el monstruo urbano y sus periferias. La Ciudad de México una de las urbes más importantes de América Latina y es el hogar de alrededor de 20 millones de personas, contando quienes efectivamente residen en alguna de sus alcaldías y quienes a diario se trasladan para estudiar o trabajar.
La Ciudad de México es una metrópoli llena de gente y también de autos. Sólo en el 2020, el año de los confinamientos más severos por la pandemia de Covid-19, la Ciudad cerró con un total de 5 millones 535,792 autos en circulación, de los cuales el 98% son particulares. Esto implicó que, incluso con la pandemia, se rompiera, como cada año, un nuevo récord de coches transitando por la capital mexicana.
Durante 2020 el virus logró lo inimaginable: vaciar por algunos días las calles, avenidas y estaciones de transporte de la ciudad. El regreso pleno a las actividades, en 2022, la necesidad de movilidad regresó los niveles de congestión vehicular y concentración de personas a la normalidad prepandémica y, en algunos casos, de hecho, los aumentó.
Al corte del 13 de marzo del 2022, la movilidad en zonas corporativas aumentó 29% respecto de enero del 2020 (antes de la pandemia), en supermercados y farmacias incrementó 25%, en estaciones de transporte creció 12%, de acuerdo con cifras obtenidas de los Reportes de Movilidad de Google.
En la data que recolecta Apple a través de su sistema operativo para teléfonos móviles (iOS) se encontró que para este marzo de 2022 la capital mexicana ya ha superado los niveles de movilidad registrados antes de la pandemia: la circulación de personas a pie incrementó 56% respecto de enero del 2020, la circulación de autos privados creció 35% y la circulación de personas en transporte público aumentó 9 por ciento.
Los registros sobre el Transporte Urbano de Pasajeros que difunde el Inegi, la oficina de estadística oficial, reflejan que al corte de enero del 2022 el sistema de metro de la Ciudad de México transportó a 70 millones de pasajeros, lo que implica poco más de la mitad del total de pasajeros que transportaba hace dos años. El metrobús operó con el 73% de usuarios que trasladaba antes de la pandemia.
Estas cifras nos dan pistas de lo que está ocurriendo en la capital: aunque casi todos los capitalinos ya volvieron a las calles, la vida social y laboral, una buena parte de ellos pasó de usar el transporte público a usar el transporte privado. Lo que podría explicar el importante aumento de autos en circulación, la congestión vehicular y los incrementos de tiempo en traslados.
La normalidad del tráfico vial
La consultora TomTom, especializada en sistemas de navegabilidad, publicó su Índice sobre Congestión Vehicular 2021 y colocó a la Ciudad de México en el lugar 28 de urbes con más tráfico vial del mundo. Durante 2021, los tiempos de traslado fueron 38% mayores a las condiciones normales debido al tráfico. Por la congestión vehicular se perdieron cerca de 90 horas durante todo el 2021.
Y aunque las alternativas de transporte público incluso se han expandido durante el último año, con el inicio de operaciones del cablebús, la ampliación de la línea 3 del metrobús o la creación de nuevas rutas ciclistas, el uso de automóviles privados continúa creciendo a un ritmo acelerado mientras que el total de usuarios del transporte público sigue por debajo de los niveles prepandémicos. Esto puede ser consecuencia del temor a contraer el virus y a los cambios en los esquemas y jornadas laborales.
A esta problemática que ya se presentaba desde antes de la pandemia se le ha sumado el acelerado proceso de gentrificación en algunas colonias céntricas de la Ciudad de México, que ha pronunciado la expulsión de algunos residentes hacia las periferias, además de impactar directamente en el derecho a la vivienda y en la calidad de vida de las personas, se presenta como un factor que impacta también la urbanización y el transporte.
La centralización de la actividad económica y laboral en la Ciudad de México afecta de manera desproporcionada a los residentes de alcaldías ubicadas en las periferias, la congestión vehicular y los riesgos en el transporte público se exacerban para esta parte de la población capitalina.
No cabe la gente… ni los coches
La densidad poblacional de la Ciudad de México es de 6,163 habitantes por kilómetro cuadrado, de acuerdo con cifras del Censo Poblacional del 2020 levantado por el Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía). En alcaldías como Iztacalco, Cuauhtémoc, Benito Juárez e Iztapalapa, la densidad poblacional supera los 16,000 habitantes por kilómetro cuadrado.
Esta realidad contrasta significativamente con la media para México, que es de 64 habitantes por kilómetro cuadrado. Esto significa que la densidad poblacional en algunas regiones de la capital mexicana es 250 veces mayor que el promedio nacional y que en este pedazo pequeño de tierra se concentra una gran cantidad de personas.
En la ciudad más importante del país en términos socioeconómicos se concentra una importante proporción de la población y estos indicadores demográficos se complementan con indicadores macro que muestran que la calidad de vida es mejor, hay más oportunidades laborales o mejores remuneraciones.
Antes y durante la pandemia se siguen escuchando experiencias del terror no sólo en tiempos de traslado o el gasto que se ejerce en este rubro, también sobre la inseguridad, violencia —y ahora los riesgos sanitarios— que implica viajar desde afuera hacia el centro de la Ciudad de México.
La pandemia revolucionó las dinámicas sociales y económicas alrededor del mundo. La Ciudad de México no es excepción. Con algo más de tráfico que lo normal, cada vez más habitantes, algunos días con más contaminación que otros, la capital mexicana sigue siendo la segunda urbe más importante, en materia económica, de América Latina.
ana.garcia@eleconomista.mx