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Política

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¿Qué necesitamos para preservar el agua?

La percepción que tenemos del agua cambia para todos, pese a los programas de concientización del Estado, instituciones y asociaciones. 

Foto EE: Nayeli Tenorio

Entre las consecuencias del cambio climático relacionadas con el agua es el incremento de inundaciones y sequías, pero contrariamente, acelera su escasez por el aumento de las temperaturas que cambian los patrones de precipitación, así como su ciclo natural, según indica la Organización de las Naciones Unidas (ONU). 

“El agua es fundamental para la economía en general, de las ciudades, de las industrias, de los servicios privados y públicos, y por supuesto es asunto rural, del campo”, indica Luis Aboites Aguilar, investigador en los usos del agua en México.  

La semana pasada, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) anunció que reduciría el suministro del Sistema Cutzamala desde el fin de semana del viernes 21 de junio, debido a los bajos niveles de las presas por la sequía que se enfrenta en el país; este sistema abastece a cerca del 25% de la población en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM). 

Datos de la Red de la Red de Investigación de Agua de la UAM muestran que el suministro en la capital no es uniforme, porque sólo el 56% tiene un servicio continuo, mientras que el 17% tiene tandeo diario, 9% tandeo semanal y 4% un abasto de agua de calidad deficiente (denominado “enmascarante”). 

Aun así, no siempre tenemos conciencia de la falta que nos hace: “Como individuos lo tenemos presente cuando deja de haber agua en tu casa, ese es realmente el único momento”, responde Óscar Ocampo, coordinador de Energía y Medio Ambiente en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). 

El papel de las instituciones 

Por años, el Gobierno, las instituciones y asociaciones han implementado diversas campañas y/o programas para fomentar la conciencia sobre la crisis del agua y su cuidado. 

La “Cosecha de lluvia” es un ejemplo de programa que el Gobierno de Ciudad de México implementa en las alcaldías donde el líquido hace más falta, para luego darle varios usos. En sí, se trata de colectar el agua de las lluvias y almacenarla en Sistema de Captación de Agua de Lluvia (SCALL).  

Y aunque este tipo de programas son en beneficio de muchas familias, no son suficientes porque la crisis del agua es un tema complejo que no corresponde únicamente a los ciudadanos; como menciona Aboites, “es un asunto del planeta y de los países en general”.   

En México, el Estado cambió a lo largo del tiempo la inversión de “obras públicas destinadas a construir grandes obras de riego con aguas superficiales, es decir, de los ríos, pero desde mediados de la década de 1950 tal intervencionismo fue empequeñeciendo, la inversión fue dejando atrás las grandes presas y los canales de riego”, refiere Luis Aboites. 

Ello derivó a la preferencia del agua subterránea para proveer a la ciudadanía y las industrias, así como los servicios públicos y privados, pero el Estado mexicano no supo cómo reaccionar, y la fundación de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) no representó un alivio. 

“No es un problema de conciencia ciudadano sino de política, de refuerzo de la actuación gubernamental, de la Conagua en primerísimo lugar”, señala el también doctor en Historia.   

¿Qué necesitamos para cuidarla? 

Conforme se dio la cobertura del suministro en las ciudades, surgieron diferentes problemas, como la falta de pago por el agua: “Se refiere a la noción de que el agua como es de la nación (...) no podía ni puede cobrarse, pero esta noción era falsa, pues lo que se cobraba no era ni es tanto el agua sino el servicio de agua, es decir, la instalación de tuberías, medidores, la operación general (reparación de fugas)”, explica Aboites Aguilar. 

Óscar Ocampo opina que el agua es un derecho humano que no se le puede negar a nadie, pero cuando algo es gratuito, resulta demasiado barato para valorarlo, siendo que no pensamos el agua como un recurso finito y que no todos pagamos por el suministro. 

“La realidad es que pagamos muy poco por el agua y ahí hay un balance muy importante que hay que hacer, cómo balancear pagar algo justo por el agua sin que no tenga estas repercusiones desproporcionadas por quienes menos recursos tienen (...) en la factura que recibimos quizá pagamos demasiado poco, cambia de lugar al lugar, pero en general, pues al final del día no pagamos el costo real del agua”, apunta Ocampo. 

También evidencia la importancia de la última milla en Ciudad de México, que corresponde a las tuberías que llegan a tener hasta 50 años de antigüedad y que se deben de renovar, porque cerca de una tercera parte del líquido se pierde en fugas. 

La percepción que tenemos del agua depende mucho del lugar donde vivamos; si es en donde hay un desabasto constante o con gran abundancia, aunque no se puede generalizar cuando hay zonas como Iztapalapa con décadas de padecer la falta de suministro. 

“Creo que la Ciudad de México estuvo mucho tiempo mal acostumbrada a contar con un suministro relativamente confiable relativamente asequible”, observa el coordinador de Energía y Medio Ambiente en el IMCO. 

En cuanto al panorama a futuro del agua en el país, subraya que “si tomamos las medidas en tema de conservación, en tema de mantenimiento de infraestructura, la realidad es que no tendríamos por qué prever ningún escenario catastrófico". 

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