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Política

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Termoeléctrica de Salamanca y las aves que no apagarán la luz

Los salmantinos señalan que la termoeléctrica y la refinería son los principales causantes de la contaminación en la región; en lo que va de 2020, han estado operando sólo dos unidades a 90% gas y 10% combustóleo, lo cual es una buena noticia, pero el riesgo es que la CFE vuelva a preferir el combustóleo.

Foto: EE Archivo.

Cuenta doña Lety Ochoa, que hace más de 20 años un periodista preguntó a integrantes de una organización ecologista de Guanajuato cuál era el indicador que tenían para asegurar que la contaminación en Salamanca estaba llegando a puntos intolerables.

Una de ellas contestó: ¡Nosotros vamos a caer cuando los pájaros caigan muertos! “¡Vayan a ver cómo están cayendo las aves en Salamanca!” Al día siguiente, acudieron a las inmediaciones de la termoeléctrica de ese lugar y se impactaron al ver la cantidad de cadáveres de emplumados en el suelo.

Hoy, a más de cuatro lustros de distancia, la situación no ha cambiado radicalmente, sólo que los salmantinos han tenido que aprender a vivir entre la contaminación y algunos hasta lo han normalizado.

Los fuereños que se paran en ese lugar preguntan ¿a qué huele Salamanca? Los pobladores locales dicen “a nada”, mientras que entre los forasteros las respuestas pueden desencadenar discusiones, sobre a qué huele el azufre, ese que se siente en el paladar donde parece que se pega, cuando va de paso a la garganta.

Pero lo relevante es ¿de dónde viene? La respuesta es de un corredor industrial donde la central termoeléctrica que opera ahí la Comisión Federal de Electricidad (CFE) desde 1971, es parte importante del problema.

María Isabel Ortiz Mantilla, secretaria de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial de Guanajuato, señala que la contaminación generada por esa empresa debe verse no sólo en el contexto en que se encuentra, particularmente porque es vecina de la refinería de Petróleos Mexicanos (Pemex) y empresas del ramo químico o incluso de instalaciones de algunas que han cerrado, pero han dejado sus pasivos ambientales.

Además, hay que tomar en cuenta las empresas o fuentes de contaminación que están en el corredor industrial que inicia desde las goteras de la ciudad de Celaya y termina en los Pueblos del Rincón, pasando la ciudad de León.

De acuerdo con información del gobierno del estado, Salamanca contribuye con 88% de las emisiones de dióxido de azufre en el estado y 7% de partículas con un diámetro aerodinámico inferior a 2.5 micrómetros (PM2.5).

Eso ha encendido las alarmas no sólo de los salmantinos, sino de prácticamente todo el estado, pues los vientos arrastran las suciedades que se emiten al aire, al menos hasta León o Querétaro, según a donde apunten las veletas que indican la dirección del viento.

Emisiones de la central eléctrica

Durante años, los salmantinos han señalado que la termoeléctrica y la refinería son los principales causantes de la contaminación generada en la región; sin embargo, la secretaria de Medio Ambiente destacó que hay un antes y un después en el año 2000, porque fue cuando la CFE llevó a cabo una reconversión en esa central para que pudiera utilizar gas natural, en lugar de combustóleo para sus procesos de generación de electricidad.

Esa situación generó una reducción muy considerable en la emisión de contaminantes al aire.

De acuerdo con el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), la termoeléctrica de Salamanca cuenta con dos centrales y cinco unidades que operan con combustible y gas, con una capacidad instalada de 1,023 megavatios (a diciembre de 2018).

En 2019, de enero a noviembre, la termoeléctrica generó 788,402 mega watts hora, para lo cual utilizó 38,449 metros cúbicos de combustóleo, contra 228 millones 330,820 metros cúbicos de gas natural.  85% del combustible que utilizó para generar energía eléctrica fue gas natural y 15% de combustóleo.

En lo que va de 2020, han estado operando sólo dos unidades a 90% gas y 10% combustóleo, lo cual es una buena noticia en materia de emisión de contaminantes.

Sin embargo, en febrero pasado, debido al aumento de la demanda de energía eléctrica en el sistema nacional, fue necesario poner en servicio un quemador más de combustóleo, lo cual generó emisiones extraordinarias, aunque fue solo por un lapso breve de tiempo en un día y no impactó de manera relevante la emisión de contaminantes a la atmósfera. Eso inquietó a más de uno.

Emisiones de contaminantes al aire

De acuerdo con el inventario de emisiones de contaminantes de 2017, el más reciente, la central termoeléctrica de Salamanca contribuye con 4.16% de emisiones de partículas con diámetro inferior a 10 micrómetros (PM10) en Salamanca; 5.17% de partículas con un diámetro aerodinámico inferior a 2.5 micrómetros (PM2.5); 4.6% de dióxido de azufre; 9.39% del monóxido de carbono y con 9.84% de las emisiones de óxidos de nitrógeno, 0.22% de compuestos orgánicos volátiles y 11.35% de las emisiones totales de amoniaco.

En toneladas ese mismo año la emisión fue de 59.32 de PM10; 44.57 de PM2.5; 762.60 de dióxido de azufre; 139.59 de monóxido de carbono; 357.72 de óxidos de nitrógeno; 12.66 de compuestos orgánicos volátiles y 8.20 de amoniaco.

La secretaria de Medio Ambiente de Guanajuato comentó que se han estado haciendo una serie de gestiones con la CFE para que se mantenga la política de privilegiar el uso de gas natural en lugar de combustóleo para mantener bajas las emisiones de contaminantes.

En ese sentido, destacó que en noviembre de 2019 se actualizó la norma oficial mexicana NOM- 022-SS-A1-2019 en materia de emisiones de dióxido de azufre y se puso en vigor en febrero pasado.

Dijo que, si la termoeléctrica se mantiene en los niveles de quema de combustóleo como hasta ahora, se podría cumplir con la norma la mayor parte del año.

Los cálculos del gobierno estatal refieren que, si la termoeléctrica sigue consumiendo gas, los días en que se superaría la norma no rebasarían el 20 por ciento. Pero si el gobierno federal vuelve a apostar por el uso de combustóleo, pondría a Salamanca en una situación preocupante, porque entonces se incrementaría a alrededor de 71% los días en los que se incumpliría la norma, con las consecuencias para la salud que eso traería.

Calidad del aire

De acuerdo con el sistema estatal de monitoreo de la calidad del aire, de 2008 al 2020 sólo en tres días se había superado la norma.

Dos en 2012 y uno en 2016. Hasta el 19 de mayo de 2020, se tiene el registro de que 24 días Salamanca superó los niveles de contaminación del aire, aunque se puso más rigurosa la norma.

El sistema de monitoreo de Guanajuato es el segundo más completo del país, sólo superado por el de la Ciudad de México y cubre 66% de la población de la entidad con estaciones de monitoreo.

Joel Berlín Izaguirre, presidente de monitoreo atmosférico de Guanajuato, llamó la atención en que cuando la termoeléctrica y otras empresas de la zona utilizaban principalmente combustóleo para sus procesos y se llegaron a tener hasta 86 días al año fuera de la norma oficial de contaminantes al aire, cuando la normatividad establece que no debe de pasar de un día en esas circunstancias.

Expuso que, desde 2005 se establecieron programas para mejorar el combustible utilizado en la zona y para 2010 se vio un impacto positivo en la calidad del aire, aunque aún se tienen algunos problemas.

El también exdirector de Medio Ambiente dijo que actualmente los resultados del monitoreo, que se pueden ver en tiempo real desde la app Ecoapp señalan que Salamanca tiene menos problemas de calidad del aire, particularmente en cuanto a presencia de partículas PM10 y PM2.5 que otros municipios como Celaya, León e Irapuato.

Mencionó que en Salamanca hoy los mayores problemas de contaminación son en suelo y agua que dejaron empresas que ya cerraron.

En ese sentido, mencionó que la CFE tiene pasivos ambientales en forma de depósito de tierra al aire libre que provienen de los lodos de los ciclos de enfriamiento por utilizar agua con altas concentraciones de arsénico debido a la profundidad de la que se extrae.

Carlos Álvarez Flores, presidente de México Comunicación y Ambiente, experto en gestión de residuos y cambio climático, dijo que Salamanca forma parte de una zona critica de acuerdo con la norma de emisiones al ambiente de fuentes fijas, entre ellas la termoeléctrica de la CFE.

Mencionó que la central eléctrica y la refinería, juntas, son responsable de cuando menos el 80% de la contaminación generada en el municipio.

Desde su perspectiva, el mayor riesgo es que la termoeléctrica vuelva a utilizar primordialmente combustóleo, debido a que el que produce Pemex en refinerías viejas tiene altas concentraciones de azufre al producirse a partir de petróleo pesado.

El especialista refirió que actualmente existe la tecnología para bajar las emisiones de la termoeléctrica, pero eso implica inversión que no se ha hecho. Con eso se reducirían los ácidos nítrico y sulfúrico que emite y que, entre otras causas, genera lluvia ácida que afecta la zona agrícola de la región, además que es altamente toxica.

Consecuencias en la salud

El dióxido de azufre con olor penetrante que afecta las mucosidades, pulmonares, provocando ataques de tos, llega afectar el tracto respiratorio si se está expuesto a altas concentraciones.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 92% de la población mundial ha estado expuesta a contaminantes atmosféricos y cada vez más se están rebasando los datos permisibles.

En 2015 la contaminación del aire causó más muertes que la obesidad, las dietas altas en sodio, el alcohol y los accidentes automovilistas, y supera hasta en tres veces las muertes por malaria, SIDA y tuberculosis.

Álvarez Flores dijo que la contaminación de la zona de Salamanca se ha traducido en enfermedades del sistema respiratorio, cardiovasculares, leucemia, del sistema nervioso central, casos de retraso mental, síndrome de déficit de atención, autismo, insuficiencia renal y cáncer. Además, llamó la atención en el elevado número de abortos de madres primerizas en la región, que seguramente están relacionados con la contaminación ambiental.

Dijo que la termoeléctrica también genera vapores y líquidos que afectan los acuíferos y por ende a la salud de la población.

Plan Salamanca 

En febrero pasado se reactivó el Plan Salamanca, una iniciativa de mejoramiento ambiental que fue impulsada hace algunos años desde el gobierno federal, que tiene como objetivo mejorar las condiciones ambientales del municipio y reducir los contaminantes que se generan en la zona.

Hasta el momento, se han realizado dos reuniones en febrero y junio pasado en las que han intervenido representantes de dependencias federales, estatales y municipales.

Ese plan data de 2015 cuando se inició con un diagnóstico sobre los pasivos ambientales en el municipio.

Una de las líneas estratégicas es lograr la reducción de emisiones de los sectores energía e hidrocarburos.

En ese sentido, Juan Carlos Jiménez Lugo, director de Medio Ambiente de Salamanca manifestó que para el ayuntamiento es muy relevante la reactivación del Plan, debido a que se abre la posibilidad de revertir el daño ecológico que padece este municipio.

Dijo que en el la ciudad padece una contaminación significativa en todos sentidos, pero actualmente no es el municipio más contaminado del estado e incluso en cuanto a varios contaminantes, otros municipios tienen una situación más delicada.

No obstante, expuso que el mejoramiento del ecosistema es un asunto prioritario para el ayuntamiento.

Afirmó que, en el caso de la refinería, cuando la empresa opera con combustóleo crece inmediatamente las emisiones al medio ambiente, y aunque son episodios esporádicos, son motivo de preocupación para la autoridad municipal.

A su vez Maura Alicia Vázquez Figueroa, presidenta de la organización Humanos por Amor a la Madre Tierra (Huamat), aseguró que Salamanca es una de las ciudades más contaminadas del país, principalmente por los pasivos ambientales de empresas que ya no operan, pero también por la que emiten las actuales y la central eléctrica y la refinería son dos de las principales fuentes de generación.

Indicó que el mayor problema es que mientras la población vive las consecuencias de la contaminación ambiental en su salud, las autoridades municipales, estatales y federales “se avientan la bolita uno al otro” y nadie se hace responsable de las consecuencias de la contaminación.

Finalmente, dijo, esos pasivos ambientales siguen ahí y aunque la autoridad dice que la normatividad se cumple, para los salmantinos no hay duda de que viven “en el triángulo de la muerte” en cuyos vértices están la contaminación que dejó de Tekchem (una empresa de plaguicidas clausurada luego de que registrara una explosión que produjo un grave impacto ecológico en la zona en 2000), la refinería y la termoeléctrica.

Lo cierto es que en Salamanca algo huele mal y aunque parece una escena cotidiana, lo que este periódico sí pudo documentar es que al menos el 14 de abril pasado, en el boulevard San Pedro, aparecieron decenas de pájaros a la sombra de los árboles, lo que hacen pensar que en esta ciudad la luz no la apagarán las aves.

diego.badillo@eleconomista.mx

kg

Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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