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UE todavía negocia términos pruebas de resistencia bancos Europa

Los supervisores europeos todavía están negociando el nivel de exigencia que aplicarán para los requisitos de capital en las pruebas de resistencia a las que tendrán que someterse los bancos del continente, tras los decepcionantes resultados del año pasado.

Los supervisores europeos todavía están negociando el nivel de exigencia que aplicarán para los requisitos de capital en las pruebas de resistencia a las que tendrán que someterse los bancos del continente, tras los decepcionantes resultados del año pasado.

Los inversores esperan que una segunda ronda de pruebas de resistencia, que ya está en marcha, despeje las incertidumbres sobre qué entidades disponen de un capital suficientemente robusto para resistir embates económicos adversos.

El nuevo supervisor bancario europeo, la Autoridad Bancaria Europea (ABE), dijo que aplicaría una definición de capital más estricta para obtener una mayor credibilidad con estas pruebas, pero la definición exacta no ha sido acordada.

Europa está intentando elevar el nivel de exigencia de capital en un momento en el que los bancos estadounidenses están a la espera de recibir el visto bueno para devolver efectivo a sus accionistas después de una segunda ronda de pruebas de resistencia en Estados Unidos.

"Es probable que desemboque en una demanda de más capital para bancos europeos en un momento en el que la Fed está diciendo a los bancos estadounidenses que algunos de ellos se encuentran en una posición para devolver capital", dijo Jon Peace, analista del banco de inversión japonés Nomura en Londres.

"Tenemos definitivamente a Estados Unidos y a Europa moviéndose en direcciones opuestas en este momento", señaló.

Las pruebas de resistencia de unas 90 entidades europeas comenzaron este mes, y el viernes la ABE publicó detalles de escenarios económicos adversos que serán de aplicación a entidades de forma individual y la metodología de las pruebas.

El año pasado, los bancos tuvieron que cumplir con un requisito de ratio Tier-1 del 6% para superar las pruebas.

Este ratio hace referencia a una amplia medida de la capacidad de resistencia de un banco para afrontar escenarios de crisis, aunque las entidades pueden incluir en este apartado, activos de menor calidad que dificultan saber qué parte de capital está disponible.

Analistas habrían preferido una definición más estricta de core Tier-1 que englobe el capital y los beneficios retenidos de los accionistas, posiblemente fijado en un ratio del 5 % para determinar el nivel de aprobación.

En un intento por endurecer las pruebas de este año, la línea de aprobación se determinará por cuánto core capital acaba teniendo un banco tras aplicar supuestos económicos ideados por el Banco Central Europeo.

La definición de esta medida de capital "core Tier 1" difiere a lo largo de Europa y la ABE aún tiene que discutir un consenso entre los supervisores nacionales sobre qué cuenta para medir este capital core Tier 1.

Sólo después de esto se podrá dibujar una línea que separe a los bancos aprobados de los reprobados.

"Hemos fortalecido el ejercicio considerablemente. Es importante llevar a cabo una prueba creíble", dijo Andrea Enria, presidente de la ABE.

Los responsables de este organismo dijeron que esperan anunciar pronto una definición de consenso de capital y una línea de aprobación.

También ha habido omisiones en los detalles de los supuestos publicados por la ABE.

Como el año pasado, no habrá prueba de estrés de la deuda soberana que los bancos tienen en cartera de deuda con terceros -que se percibe como un mejor indicador de estabilidad a largo plazo- porque los gobiernos no quieren asustar a los mercados ni siquiera contemplando un teórico impago soberano.

El objetivo es tranquilizar a los inversores dando más precisión sobre cómo los bancos salen de la recesión en los próximos dos años.

El éxito en las pruebas forzaría a los bancos más débiles a recapitalizar y reforzaría la confianza en los prestamistas más fuertes.

El test del año pasado se percibió como un fracaso después de que sólo siete bancos lo desaprobasen. Todos los bancos de Irlanda aprobaron, pese a que posteriormente necesitaron un rescate enorme que causó una operación europea para rescatar al país de una posible cesación de pagos.

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