La vida, de rama en rama

Hoy se cumplen 150 años de la publicación de El origen de las especies, el libro con el que Charles Darwin cambió por completo la forma en que la humanidad se concibe a sí misma y su presencia en la Tierra.

Esta revolución del pensamiento llegó a México tarde y diluida (pero cuando lo hizo dio pie a uno de los episodios más divertidos del periodismo).

Tarde, a causa del desequilibrio social que imperaba durante 1859 y años posteriores.

Entre la intervención francesa, el imperio de Maximiliano, la oposición de Juárez, se puede decir que hubo estado de guerra hasta 1867… y apenas dos años después iniciaría la Revolución de Tuxtepec que llevaría a Porfirio Díaz al poder.

Diluida porque los intelectuales que finalmente se ocuparon del asunto seguían las posiciones francesas en torno del debate (y eran mucho menos apasionadas que las inglesas); de hecho, los libros de Darwin que podían encontrarse en la Biblioteca Nacional en 1890 eran traducciones al francés.

Debate y diversión

En 1875, el influyente Justo Sierra escribió: Existe en el mundo de la discusión científica un debate admirablemente propio para avivar el interés de los pensadores y aun de los simples aficionados. Nos referimos a la teoría de la transformación de Darwin y de Wallace .

Ésa no sólo fue la primera mención clara y directa al darwinismo en México, también fue una profecía.

En especial en 1878, las publicacion La libertad y la católica La voz de México se engarzaron en tremenda lucha en torno de The Descent of Man, que Darwin publicó en 1871.

Pongo aquí ejemplos del magnífico nivel de este debate: La voz de México publicó: Nuestra queridísima vecina La Libertad tuvo ayer una deliciosa sorpresa, una emoción que la hizo desmayarse.

Pasaba frente a su redacción un extranjero de organillo al brazo y mono al hombro, cuando éste, al ver a los respetables redactores [...] de un salto gracioso y prehistórico pasó a dar un estrecho abrazo y ósculo cosquilloso a cada uno de los que con él se dicen entroncados; y luego (se) formó entre las filas de sus hermanos, para encargarse de escribir parrafillos de selección natural .

Responde La Libertad: Cuenta la vecina, llena de santa ironía, que ayer pasó por frente de nuestra redacción un mono, y se coló de repente entre nosotros para escribir sobre la teoría darwinienta.

El hecho es perfectamente histórico: casi tanto como el de que el hombre proviene del barro merced a un resoplido; pero nuestra vecina olvidose de decir que el susodicho mico era platirotinto, que no podía lógicamente pretender a la antropomorfización, y que venía en línea recta de la redacción de La Voz [...]. Allí habrá colaborado siempre y no sabemos por qué se escaparía ayer .

Y qué tal este fragmento de un poema que publicó La voz: … extraño a los halagos de

la fama, / sin pensar en la tierra ni en el cielo / nuestro inocente abuelo, / la vida se pasó de rama en rama. / Tal vez enardecida y juguetona / Alguna virgen mona / prendióle astuta en sus amantes lazos [...] Los dos tiernos esposos / engendraron al árbitro del mundo. / ¡Al árbitro del mundo! … ¡Qué sarcasmo! / Perdido el entusiasmo, / sin esperanza en Dios, sin fe en sí mismo, / cuando le borre su divino emblema / esa ciencia blasfema, / como la piedra rodará al abismo

Al leer estas citas (tomadas de La polémica del Darwinismo en México: siglo XIX,

de Roberto Moreno) cabe preguntarse si no seremos los periodistas contemporáneos, tan

empeñados en no preocuparnos por cosas trascendentes como la ciencia, la vida y la fe, una más de las múltiples especies en vías de extinción.