Buscar
Arte e Ideas

Lectura 7:00 min

Así se vivió una noche histórica para los Ariel, la gran fiesta del cine mexicano

Por primera vez en sus 65 ediciones, la gala se llevó a cabo fuera de la Ciudad de México, en Guadalajara. Pero la experiencia de un evento tan relevante como éste va más allá de lo que aparece en las transmisiones. Aquí te contamos.

La gente que paseaba por la Plaza de la Liberación este sábado 9 de septiembre se encontró con una situación atípica a los alrededores del Teatro Degollado. Al pie de las escalinatas del histórico inmueble se terminaban los detalles de la que sería la alfombra roja de la primera gala en la historia de los premios Ariel en realizarse fuera de la Ciudad de México.

La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), con el apoyo presupuestario del gobierno de Jalisco, estuvo en posibilidades de invitar a unos 150 medios entre nacionales y locales. Se ocuparon dos autobuses para trasladar hasta la capital jalisciense a unos 90 medios de la Ciudad de México. La gran mayoría de éstos ya estaba apostada y aferrada a la primera de tres vallas que se montaron frente al Degollado.

Quienes llegaron primero, no soltaron las primeras posiciones de la alfombra que a partir de las cinco de la tarde sería recorrida por varios de los nombres destacadísimos de nuestra industria.

Las actrices Arcelia Ramírez, Mayra Batalla, Karla Souza, María Rojo y Dolores Heredia, también las cantantes Ely Guerra y Ximena Sariñana; los actores Alfonso Herrera, Krystian Ferrer, Benny Emmanuel, Raúl Briones, Daniel Giménez Cacho y Juan Daniel García Treviño, una estrella en ascenso; así como los realizadores y productores Bertha Navarro, Eugenio Caballero, Alejandra Márquez Abella y Natalia Beristáin, atendieron el llamado en esta noche de pléyade que sólo sucede una vez cada año.

Era el star-system mexicano pisando suelo tapatío en una ceremonia, en una ciudad epicentro de esta industria y siendo ovacionada y solicitada, para no decir demandada a gritos, por el público tapatío que, como los medios, también se aferrada al barandal, pero éste solamente podía aproximarse no más allá de la tercera valla del cercado de seguridad que, además, estaba fuertemente resguardado por el equipo de seguridad privada de protección especial Condors. Había prácticamente un elemento cada cinco metros. Y el público era cada vez mayor conforme caía la noche y comenzaban a desfilar por la alfombra los nombres más notorios de la extensa lista de invitados y nominados que llenaron el patio de butacas, las lunetas y balcones de la sede de la gala.

Sobre la alfombra y entre gritos

Lo que sucedió en la alfombra roja del Teatro Degollado fue el certamen de las poses más originales. Había quienes evidentemente estaban en control de la situación, actrices como Paulina Gaytán, Laura de Ita o Ana Monterrubio se plantaban sobre la pasarela con miradas matonas, sensuales; se giraban de espaldas para voltear el tronco y mirar hacia atrás, a la lente; se colocaban de perfil y colocaban sus manos en la cintura para sorpresa de los flashes. Los caballeros cruzaban los brazos y echaban el tronco hacia atrás, se paraban de manera frontal, con las piernas separadas, y sostenían la solapa de sus sacos. Son las particularidades, los detalles de una ceremonia de esta envergadura, que no se muestran tanto en las transmisiones, pero visten la gala de glamur y curiosidad.

A punto de comenzar este desfile de vestidos de diseño, poses y declaraciones, un joven que era parte de la coordinación de prensa de la ceremonia se aproximó para indicar que, por favor, procuraran no gritar a las estrellas e hicieran sus solicitudes con moderación, para que eso “no pareciera un mercado”.

Desde la valla, los reporteros se preguntaban entre sí y hacían extensiva la pregunta a la gente que coordinó la alfombra sobre sí Giménez Cacho, pero sobre todo Alejandro González Iñárritu, realmente se iban a dejar ver en la pasarela. “Ese wey ya está dentro, lo metieron por detrás, seguramente”, especuló uno de los fotógrafos subido en un banquito plegable para tener mucha más visibilidad.

El actor Alfonso Herrera fue uno de los más vitoreados por la gente que ya se contaba por centenas y se montaba a la valla como mejor se pudiera para poder ver el desfile de luminarias. “¡Poncho! ¡Poncho!”, le gritaban desaforadas decenas de muchachas, y Poncho se brincó el segundo barandal para aproximarse a las requirientes que se desgañitaban cuando vieron el gesto del actor, y éste estuvo más de 10 minutos atendiendo solicitudes de fotografías y firmas.

Finalmente, fue por los gritos de la gente que la prensa se enteró de que Alejandro González Iñárritu sí estaría en la gala y sí desfilaría por el pasillo de los flashes. También lo hizo Giménez Cacho, a quien, por cierto, una señora que escaló el cercado y prácticamente estaba sentada sobre él, le gritó: “¡señor ‘Sólo con tu pareja’, atienda primero a su público!”.

“Sí te voy a poner (permitir un momento) a Iñárritu, pero tenemos que hacer que avancen los demás, porque los están deteniendo mucho”, confirmó una de las personas de coordinación a un periodista que le solicitaba las declaraciones del director oscarizado. El mercado que tanto se temía, se hubo instalado en el desfile. Era algo natural que sucediera, es la vitalidad de una ceremonia con tantos invitados tan solicitados. E Iñárritu tuvo tiempo para entregarse a las declaraciones e incluso para también aproximarse al público que le llamaba.

Una vez fuera, a seguir buscando sedes

En la serie de declaraciones que actrices, actores y creativos dieron a los micrófonos y cámaras, destacaron las opiniones sobre la relevancia de que los Ariel busquen descentralizarse, no sólo por el significado de la gala sino porque se trata en sí misma de una embajadora de nuestro cine, que tanto requiere de luchar por más espacios de exhibición.

“Es lindo poder cumplir el encargo que se me hizo, el de dejar una Academia con estabilidad financiera y para descentralizar la ceremonia de los Ariel. Es muy importante que una vez que tomamos la decisión de salir, seamos congruentes con esa determinación”, declaró Leticia Huijara, presidenta de la AMACC, y confirmó que el próximo año la ceremonia volverá a efectuarse en la capital jalisciense y que hay algunos gobiernos de otras entidades interesados en recibir la gala en años subsecuentes, en particular, confió, el gobierno de Nuevo León se acercó para evaluar las posibilidades de tenerla en Monterrey.

“Salir de la Ciudad de México es un ejercicio muy interesante”, coincidió Alfonso Herrera. “Me parece que se podría replicar no solamente en el occidente del país, sino que se pueda llevar al norte y sureste. Al final de cuentas, nuestras historias representan a todo México”.

El tan socorrido Daniel Giménez Cacho celebró el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con el que se declara la inconstitucionalidad de la derogación de los artículos de la Ley Federal de Cinematografía que daban sustento al fideicomiso Fidecine. “Y me pone contento porque esto abre la posibilidad de discutir para mejorar la ley y de volver al diálogo”. Sobre la presencia de la gala en Guadalajara, extendió: “eso me parece genial, que ya no se debería perder, es decir, no que siempre se hagan aquí, sino que se muevan. Hay que movernos”, dijo y, curiosamente, de inmediato fue invitado a apresurar el paso para ingresar al inmueble.

La gala fue una celebración a una industria que brilla con luz propia incluso frente a los más potentes reflectores del mundo. En México están pasando cosas, una de ellas es nuestro cine y por eso debe de verse en todos los complejos y pequeñas salas del país.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

Temas relacionados

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas

Suscríbete