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Arte e Ideas

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Color, música y danza en las calles de Tlalpujahua

Justo en medio de dos imperios fuertes que fueron el purépecha y el mexica se fundó Tlalpujahua, además conviven con mazahuas y otomíes; así, la posición geográfica del lugar permite la multiculturalidad sin tener las tradiciones más comunes de los michoacanos de la meseta purépecha.

Tlalpujahua, Mich. El último martes de carnaval, un día antes del miércoles de ceniza, el pueblo de Tlalpujahua, Michoacán, recibe unos visitantes muy esperados, pues desde hace 409 años acuden a visitar al Señor del Monte, ubicado en la entrada de este pueblo.

Se trata del Carnaval Mazahua, que por muchos años permaneció oculto; sin embargo, es una fiesta tan vistosa y colorida que era injusto que no se diera a conocer y no les diéramos su espacio , en palabras de Gabriela Marín, directora de Turismo de Tlalpujahua.

Cuando se cumplieron 400 años, los habitantes deciden salir y hacer una procesión desde el templo del Señor del Monte, hasta el Santuario de Nuestra Señora del Carmen.

Los mazahuas venían caminando desde sus pueblos y duraban semanas en trasladarse, pues las vías de comunicación eran escasas.

Ahora, las calles de Tlalpujahua reciben las danzas de esta gente con vestuarios hermosos y que sin duda se ha convertido en una fiesta llena de tradición.

Justo en medio de dos imperios fuertes que fueron el purépecha y el mexica se fundó Tlalpujahua, además conviven con mazahuas y otomíes; así, la posición geográfica del lugar permite la multiculturalidad sin tener las tradiciones más comunes de los michoacanos de la meseta purépecha.

La fiesta

Se trata de grupos Mazahuas del Estado de México y de Michoacán que tienen una gran devoción hacia el Señor del Monte. Son aproximadamente 3,000 danzantes, quienes van acompañados por sus familias; todos con peticiones y sobre todo agradecimiento por lo recibido durante el año: cosechas, dinero y salud.

Se pueden ver a niños y personas mayores utilizando variantes de capas de terciopelo con lentejuelas, en hombres, y vestidos de raso blanco para las mujeres, bailando con el ritmo del tambor y la flauta.

Divididos en pastoras, sonajeros y santiagueros, portan coronas y machetes para simbolizar una batalla.

María Eloísa Hernández Sánchez de 63 años comenta: Este año son 24 niños los que vienen danzando, venimos de Angangueo. Yo tengo 18 años viniendo, pero mis abuelos ya venían, nos nace venir y traer a nuestros niños porque el Señor del Monte es muy milagroso: cuando mi papá vivía cayó en coma, yo le pedí a mi santito y me hizo el milagro de traérmelo de vuelta; además, hace cinco años que me quedé sin casa por la inundación yo lloraba y creía que no me podría sobreponer, pero gracias a mi santito hoy ya tengo mi casita de nuevo .

Por su parte, Jorge López, danzante de la comunidad de los Remedios, cuenta que para él es natural venir a danzar. Mis abuelos lo hacían y mis papás todavía vienen conmigo, siempre esperamos que llegue este día porque es el momento de dar gracias para que nos vaya bien, además me gusta mucho mi traje , expresó.

Después de 1937, año en que ocurre una tragedia en Tlalpujahua, pues una tercera parte del pueblo queda sepultado después de un derrumbe provocado por los deshechos de la Mina Dos Estrellas que en aquellos años fuera la más productiva incluso a nivel mundial, muchos de los sobrevivientes se refugian en la capilla del Señor del Monte, de ahí cobra mayor relevancia y devoción.

nelly.toche@eleconomista.mx

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