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Arte e Ideas

Lectura 3:00 min

El desencanto detrás de la máscara

La historia de Alejandro Muñoz Moreno es más una telenovela, pero sin trama y sin emociones fuera o dentro del ring.

La serie de televisión de Blim, Blue Demon, es un producto totalmente descafeinado, desprovisto de toda emoción, carisma y entretenimiento alguno; es ideal para producir bostezos.

Al menos las películas de luchadores de los 60 eran un chiste entretenido, donde los paladines de la justicia luchaban dentro y fuera del ring contra monstruos, hombres lobo, vampiros y científicos locos, en medio de escenografías mal hechas; sin embargo, este nuevo programa está desprovisto de lo divertido de aquellas épocas.

¿Qué es lo queda? Una serie de 20 capítulos basada en la historia del verdadero Blue Demon, Alejandro Muñoz Moreno. No es una biografía conmovedora, es una telenovela chafa, con aires de programa como la Rosa de Guadalupe y Como dice el dicho, pero con mucho más de presupuesto.

La serie es estelarizada por Tenoch Huerta como Blue Demon, junto a Ana Brenda Contreras como su interés romántico, y Joaquín Cosío como su tutor y padre de la susodicha.

Todo comienza en la víspera de una pelea por el campeonato, donde Blue Demon (Alejandro) está a punto de enfrentar al campeón en turno, Ala dorada. Obviamente tiene todo en contra, pero Blue Demon no está dispuesto a rendirse y luchará por su honor. Pronto vamos al pasado del luchador, donde vemos sus orígenes humildes, anclados en una familia campesina, cuyo padre se la pasa apostando en peleas clandestinas y embriagándose, conducta que posteriormente le causa severos problemas y pone en peligro su vida y la de su propio hijo, quien debe salir huyendo de su pueblo natal para irse a vivir con unos tíos a Monterrey, lugar donde la leyenda comenzará a gestarse.

Si bien la serie resulta visualmente bien hecha, carece de una estructura dramática sólida, el tono telenovelesco es el reflejo de personajes carentes de complejidad, estereotipos que no dan la sensación de pertenecer a la década de los 40.

La serie se complementa con diálogos llenos de lugares comunes, situaciones absurdas y carentes de interés dramático: la historia de Alejandro no emociona, ni su lucha interna, ni su lucha social. Sus motivaciones parecen ser el producto de un niño enojado y caprichoso, que con sus impulsos complican las cosas, lejos de hacer el bien. El personaje de Alejandro carece de carisma.

Si los realizadores hubieran recuperado el espíritu de las cintas de Blue Demon, otra cosa sería... un programa lleno de seres sobrenaturales, en medio de escenarios mejor hechos que en aquellas épocas hubiera funcionado de manera estupenda.

Blue Demon no tiene nada que decirnos, ni de Blue Demon, ni de la lucha libre, ni de la vida, ni de nada. Un verdadero desacierto.

@fausto_ponce

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