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Elena Poniatowska partió el pastel de sus 90 años en Bellas Artes

En medio de todos sus “nietos”, la ganadora del Premio Cervantes, “fifí chaira”, agradeció en tres emotivos minutos el cariño y la admiración que México le ha prodigado durante más de medio siglo: “Gracias, desde el fondo del corazón”, dijo.

La princesa polaca nacida en París, Elena Poniatowska, la niña que arribó a los 10 años a México, alcanzó este jueves 19 de mayo sus 90 años rodeada de “sus nietos” que llenaron la sala principal del Palacio de Bellas Artes para rendirle homenaje nacional.

Encabezado por Jenaro Villamil, quien llevó la representación presidencial; Alejandra Frausto Guerrero, secretaria de Cultura federal; Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Marcelo Ebrard Casaubon, secretario de Relaciones Exteriores; Adán Augusto Lóez Hernández, secretario de Gobernación, y Luisa María Alcalde, secretaria del Trabajo, el público asistente arropó con un prolongado aplauso el discurso de la homenajeada, de poco más de tres minutos, que bastaron para decir y repartir como pétalos un ‘Gracias’, -“una palabra muy bella, que se las digo desde aquí, desde el fondo del corazón, gracias-, dijo la escritora y periodista,

“Es muy bonito estar aquí a mis noventa años, verlos a ustedes, verles sus caras, ver su cariño, el cariño de los músicos y de todos los que han participado (...)”, añadió emocionada Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor (1932), en el escenario.

Y repartió ese ‘gracias’ como flores: “Le agradezco muchísimo a Alejandra (Frausto), que haya organizado esto; a María Cortina, a quien le dije que me gustaría ver niños, a mi gran cuate Javier Aranda, a Lucina (Jiménez), a mis grandes (amigas) Jesusa (Rodríguez) y Liliana, con quienes he caminado muchas calles y el zócalo; a los que ya se fueron, a Carlos Monsiváis, a José Emilio Pacheco, yo soy mayor que ellos, ellos debieron irse después (...) estoy muy emocionada; están también mi hijo mayor Manny (Emmanuel ), mi hijo Felipe, Paula, mi única hija, y todos mis nietos, y ustedes, que también son mis nietos, todos ustedes, gracias”, reiteró.

La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, abrió el homenaje nacional del Gobierno de México para “Elena, Elenísima, muchas personas te llaman también, con cariño, Elenita; me parece quizá que es por la capacidad de hacer preguntas como niña, aun a tus 90. La niñez pregunta sin filtro, sin dobles agendas, pero con profunda sabiduría; Elena sube también las escaleras como una niña, los niños son imanes de amor, como tu apellido”.

“Gracias, Elena querida, princesa que decidió caminar la tierra y ser periodista, gracias por dejarnos celebrar tu vida, tus causas, tus numerosos trazos hechos letra, que han pintado a todo México. Nos has dado tanto, Elena, que

HOY-AYER

sólo te toca gozar y recibir, feliz cumpleaños”, remató la secretaria.

En su intervención, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, compartió que otro deseo de Elena, además de la presencia de los niños, fue que en su homenaje se hablara de las y los protagonistas de sus libros, y en ese tenor elogió la labor de la escritora, de quien dijo “es un símbolo que tomó partido por los estudiantes reprimidos por un régimen represivo en 1968 y 1971 y que además ha dado voz a las mujeres y a los movimientos sociales que han forjado la historia de México”.

Luego del "Impromptu Op. 142 N° 2" de Franz Schubert, y para cumplir los deseos de la festejada se unieron voces, notas musicales y cuerpos danzantes para traer al escenario a las protagonistas de La noche de Tlatelolco, El tren pasa primero, Nada nadie, las voces del temblor, Fuerte es el silencio, Luz y Luna, las lunitas, El amante polaco. Allí estaban Elena y sus causas, en favor de los estudiantes de 1968, de las mujeres del movimiento ferrocarrilero, de las costureras damnificadas por el sismo de 1985, Rosario Ibarra y su incansable búsqueda de Jesús Piedra, su hijo desaparecido...Todos ellos y ellas en el escenario, entre un vals compuesto para ella por Francis Poulenc y una Conga del fuego nuevo, de Arturo Márquez, interpretados por el pianista Ángel Gabriel López, y la Orquesta Escuela Carlos Chávez, cobraron vida en los monólogos teatralizados de Laura Padilla y en las gráciles danzas performáticas ejecutadas por 45 niños y niñas provenientes de Semilleros Creativos de distintos puntos del país, quienes al final le obsequiaron un ramillete de girasoles.

También se hicieron presentes Jesusa Rodríguez en la voz y Liliana Felipe al piano para interpretar "Es Elena Poniatowska", acompañadas por la orquesta.

Apoyados en videos, leyeron fragmentos de sus obras el científico Antonio Lazcano, la periodista Blanche Petrich, la ex presa política Nacha Rodríguez y la narradora Paula Mónaco.

Luego una cascada de elogios inundó el recinto de Bellas Artes para laurear a la Premio Cervantes, la “escritora viva más grande de México”, “la princesa roja”, “princesa del jitomate”, ”palabrera milagrosa” cuya “pluma libertaria hizo posible luchas”, “antorcha que nos ilumina, nos alumbra, nos deslumbra”, “fifí-chaira”, que refrendaron las palabras de Martha Lamas y María Teresa Priego.

“En la jerga política de, Elena es una fifí-chaira -eso dice Jenaro Villamil-. Indudablemente es la escritora más famosa y querida de México, pero lo que la convierte en una figura entrañable es la forma en que se ha desembarazado de la altivez que el distanciamiento de clase impone, para acercarse desbordante de afecto y respeto a todas las personas sin distinciones de ningún tipo, expuso la antropóloga Lamas.

“En la lengua de tu padre, te amamos se dice, ‘kochamy Cię’, en francés, la lengua de tu infancia, ‘on t'aime’, nosotros te decimos ‘te amamos’ en el castellano mexicanizado que elegiste, el de tu madre; elegiste a México, nos elegiste, cómo no agradecértelo, princesita del jitomate", sumó Priego.

De pie, fulgurante en medio del escenario, con su vestimenta blanco satinado, Elena Poniatowska escuchó las "Mañanitas" ejecutadas por la Orquesta Escuela Carlos Chávez, y luego cortó un pastel que compartió en el vestíbulo con toda la concurrencia, para luego inaugurar la exposición gráfica "Elena y sus causas" que le tributaron los Semilleros Creativos de la Secretaría de Cultura.

Para cerrar, la secretaria Alejandra Frausto compartió con El Economista: “Elena nos inspira, es el corazón (...) Ella se llama Elena Poniatowska Amor, pero le quitan el Amor, y nombre es destino, y creo que Elena nos ha reunido porque con esa mirada amorosa, con esa sagacidad y con esa fuerza crítica que tiene su palabra, a sus 90 años nos sigue sorprendiendo (...) y la manera de celebrarla era haciendo un recuento de todas sus causas, que sus causas estén vivas, y que ella recibiera este regalo en el lugar que se merece”.

 

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