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Francisco Correa, el secreto mejor guardado de América Latina
El artista colombiano falleció este jueves, víctima de Covid-19; su legado empieza a conocerse en la escena internacional.
Francisco Correa, pintor y escultor colombiano, llevó una vida digna de película: por 50 años se dedicó a crear, casi, anónimamente.
Hoy en día asalta la industria del arte internacional con obras maestras que conquistan a los más exigentes coleccionistas del mundo.
Nació en 1951 en Pueblorrico, Antioquia, Colombia, su infancia fue feliz, llena de libertad y caprichos; su padre fue un importante terrateniente.
En 1958 se traslada con su familia a Medellín. No creció en un ambiente culto, la ciudad ofrecía eventos culturales esporádicamente; la economía se basaba en el comercio, el valor de la gente se catalogaba por su poder económico.
A mediados de la década de 1960, siendo niño, vivió el inicio de una guerra asimétrica de baja intensidad entre el gobierno de Colombia, grupos paramilitares y guerrillas comunistas que marcaron al país para siempre. A pesar de esta violencia, el narcotráfico llegó al país, hecho de categoría histórica. Este flagelo cambió por completo la estructura social de la comunidad, transformando los valores sociales y morales. Mucha gente, ante la posibilidad de obtener dinero fácil, se puso a disposición de los capos de la droga. Vio muchos camaradas morir, muchas familias destruidas, asesinatos, incluso bombas. La ciudad de Medellín cambiaría por completo para siempre, alcanzando niveles de moral muy bajos, fue muy doloroso para él.
Comenzó a dibujar en la universidad, estudió Arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia.
“Pinto mi infancia. Los arquetipos de mi papá y mi mamá están muy claramente representados en mi pintura. Los espacios son representaciones de los lugares donde viví y crecí. Hay una relación profunda con la naturaleza, seres y elementos de esa época.
He estudiado pintura europea en profundidad, mis mayores influencias son los pintores europeos del siglo XIX al XX. Me encanta el arte africano, me gusta mucho el arte primitivo porque es completamente atemporal.
He creado mi propio estilo, basado en la influencia del cubismo y el arte figurativo alemán, adquirí un estilo con una interpretación muy personal de cada uno de ellos".
La pintura de Francisco Correa es madura artísticamente, sus estilos predominantes son el Figurativo abstracto, el Cubismo y el Constructivismo.
Cada obra es una historia que invita a la reflexión y que seduce a la admiración.
“La parte más relevante de mi carrera es mi compromiso personal con el arte. No soy un pintor académico, mi estilo y trabajo es completamente autodidacta. La búsqueda de mi profesión está profundamente ligada a la búsqueda de mí mismo, no he tenido compromisos con el entorno social que se desarrolla en torno al arte, pero el arte ha sido la herramienta más valiosa en una búsqueda personal".
El maestro Correa vivió sus últimos años en La Ceja, pequeño pueblo en una montaña cerca de Medellín, ahí en su estudio, alejado de la sociedad, con tremendo vigor se entregaba a sí mismo, a su arte.
Este 2021 sus obras son admiradas y atesoradas por coleccionistas, galeristas, casas de subastas, curadores y críticos de innumerables latitudes.
El secreto mejor guardado de América Latina ha sido revelado... ahora el mundo es testigo de este gran artista de nuestra época.
"El arte da sentido a mi humanidad, el arte soy yo, mi memoria, mis recuerdos, mis anhelos, mi divinidad, en él encuentro mi sentido. No sé qué puede aportar mi trabajo al arte, el artista es solo el arquitecto de algo y desconoce por completo el impacto de su construcción”.
Su intención era crear, no ser famoso, por lo que nunca participó en exposiciones, ferias, bienales (aunque fue invitado a la de Florencia) o galerías internacionales (aun con propuestas en Europa de organizaciones que comercializan Picasos).
Francisco Correa fue una generación más joven que Fernando Botero, pero ambos vivieron los mismos escenarios políticos y sociales de su país, impactando profundamente sus trabajos, sin embargo con historias de vida totalmente opuestas.
Botero desde muy joven logró fama internacional y se acostumbró a vivir rodeado de reflectores, posicionándose como un símbolo de Colombia, su propuesta artística aportó no solo la famosa “Sensualidad de las formas”, sino todo un legado pictórico y escultórico que enamoró -y seguirá- a millones.
Correa muy pocas veces fue entrevistado, muy pocos colombianos lo conocen, no se diga en el mundo, pero una gran obra no puede pasar desapercibida por siempre, y justamente fue lo que le sucedió, en el 2020, 50 años después de su inexplicable clandestinidad, su obra sale a la luz, un descubrimiento en la industria de esos que casi nunca suceden.
En septiembre de 2020 se llevaría a cabo su primera Exposición Individual Internacional en la frontera entre Estados Unidos y México, sin embargo el empresario dueño de la sede sufrió la muerte de tres miembros de su familia por Covid-19 y se tuvo que cancelar su primera exhibición.
En abril de 2021 por primera vez se presentó una magnífica pintura en una reconocida casa de subastas, alcanzando estimados en miles de dólares, pero días antes, el maestro fue inducido a un coma víctima del Covid-19, por lo que no presenció su ingreso al mercado internacional.
Este año tenía programado participar en un homenaje a Leonardo da Vinci con dos representaciones de la Mona Lisa, al lado de Jessica Feldman de Estados Unidos, Alexis Caballero de México, Yamila Coma Vargas de Cuba, Christian Allison de Nigeria, Daniela Vargas Winiker de Costa Rica, Marta de los Pájaros de España y Sasha Neschastnova de Rusia.
Lamentablemente, da su último aliento el 29 de abril de 2021 por la mañana.
Irónicamente se tardó 50 años en llegar a la escena internacional, y por ciertos infortunios y caprichos de la vida, no participó en los tres grandes eventos que catapultarían, finalmente, su obra.
Un gigante se ha marchado, pero su sombra artística lo mantendrá una eternidad.
Descanse en paz, maestro Francisco Correa, su legado apenas comienza.
“Me siento maduro, me siento pleno, me siento capaz, creo que puedo decir cosas maravillosas, soy feliz con lo que hago, amo mi trabajo, amo la libertad que me da, amo la compañía que me brinda, amo dibujar, amo pintar, amo crear cosas, mi mente está constantemente ocupada con eso, es lo único en lo que pienso”.
*El autor es representante de Francisco Correa y fundador y director de Héctor Díaz Gallery
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