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Invisibilización de hablantes indígenas, consecuencia “dolorosa” de políticas fallidas

La doctora Rebeca Barriga Villanueva, lingüista de El Colegio de México, declara que el Decenio de las Lenguas es una nueva oportunidad para no quedarse en el discurso. Señala la importancia de que los niños no se eduquen en español sino en su propia lengua.

Foto: Especial

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De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en la Ciudad de México se pudieron contabilizar apenas poco más de 4,800 hablantes de lenguas indígenas entre los tres y los 14 años, de los cuales la mayoría se concentra en cuatro alcaldías: Coyoacán, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero e Iztapalapa.

La estadística muestra que conforme aumenta el rango de edad entre la población de la capital mexicana, mayor es la cantidad de hablantes indígenas confirmados en el censo. La estadística sugiere una tendencia de pérdida de las lenguas en las nuevas generaciones, al menos en la ciudad, o bien indicios de negación de identidad por sus padres e incluso una combinación de ambas.

El martes pasado, en el marco del Día Internacional de la Lengua Materna, voceros de pueblos originarios subieron a la tribuna de la Cámara de Diputados para señalar un preocupante rechazo de los niños a las lenguas de sus pueblos por temor a una discriminación sistemática en las escuelas, medios de comunicación y espacios diversos.

A partir de este planteamiento en la máxima tribuna del Poder Legislativo, El Economista se acercó con la doctora Rebeca Barriga Villanueva, lingüista de El Colegio de México (Colmex) y especialista en lengua materna, educación y enseñanza del español a hablantes de lenguas indígenas, quien desde 2006 se ha dedicado al estudio de las políticas y criterios educativos en las escuelas públicas de educación básica que atienden a niños inmigrantes indígenas, sobre todo en la CDMX.

Discursos esperanzadores

La especialista cuenta que, sobre todo en los primeros años, enfocó su trabajo profesional en líneas de investigación en la enseñanza del español a los niños indígenas.

“Pero a lo largo del tiempo fui madurando mi visión porque conocí otras realidades y me di cuenta de que la castellanización no es la salvación, sino que lo ideal es que el niño aprenda en su lengua materna y posteriormente acceda, si así lo desea, al idioma español. Caí en cuenta de que, por desgracia, las políticas lingüísticas no se cumplen del todo y son un discurso que no llega a la acción. Son solamente un discurso promisorio, esperanzador, en donde se habla de que los niños indígenas van a estar dentro de una política que los albergue, pero han sido esfuerzos infructuosos en lo general”.

Varios han sido los intentos de políticas públicas para la lucha en favor de la diversidad lingüística, comparte la especialista, pero hasta ahora ninguna ha resultado efectiva. Por ejemplo, durante los años 90 se planteó la llamada política intercultural bilingüe, misma que, comenta, más de dos décadas después no llegó a ser un hecho contundente.

“Ahora vuelve a haber promesas, se declara el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas y se abre otra zona de esperanza con la que, espero, podamos ver realidades concretas, no sólo promesas o un discurso que, de nuevo, no llega a la acción”. Pero mantiene sus reservas: “no sé si (una política de este tipo) logre impactar a la ciudadanía o si en medio de tantos problemas como tenemos ahora, sanitarios, políticos, económicos, la guerra, el covid, se le dé la relevancia a la lengua materna”.

¿Qué se requiere para que no se convierta de nuevo en esperanza fallida?

“Es básico, se requiere de sensibilización. No vamos a soslayar el problema de la discriminación o la idea de que las lenguas originarias no son lenguas completas porque supuestamente la mayoría de ellas no tiene sistemas de escritura. Habría que hacer una reflexión sobre qué es la lengua escrita. Es verdad que muchas no desarrollaron un alfabeto fonético, pero tenían sistemas escriturales con otras representaciones fabulosas. Ya lo decía Miguel León-Portilla: las representaciones en piedra de algunas de las culturas eran verdaderas simbologías de una escritura no fonética pero sí representada por otro tipo de símbolos”.

La especialista es coordinadora del Seminario de Lingüística y Educación en el Colmex, cuyo principal objetivo es generar conciencia y sensibilización en los directivos y maestros de escuelas sobre la diversidad de lenguas maternas para erradicar la discriminación estructural.

“Pero es un reto convencer a las maestras de algo tan básico. Recuerdo la experiencia sobre una escuela en Culhuacán, en donde, de entrada, la maestra me dijo: ‘aquí no hay niños de esos. Sí hay prietitos, pero aquí ya no hablan de eso’. Es un ejemplo de muchos, se llama discriminación solapada. Pero necesitamos de los maestros, son el ingrediente fundamental para el cambio, porque hay un gran problema con muchos niños que niegan su identidad. Esta es una consecuencia muy dolorosa de que no se hayan consolidado las promesas de las políticas”.

Devolver a los niños el orgullo de pertenencia se dice muy pronto, concluye, pero se requiere de toda una consistencia tanto en las políticas como en su aplicación y en la formación de los maestros.

Para ahondar en el tema:

  • Seminario de Lingüística y Educación (Semle)
  • Coordina: Rebeca Barriga Villanueva
  • Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, El Colegio de México.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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