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J.J. Abrams se las sabe
El gran narrador, gran director y maestro de psicología de masas hizo probablemente la mejor secuela en esta era de las series fílmicas.
¿Es usted un geek? Un geek: un adulto con playera de Zelda, un Xbox turbocargado en la sala, una colección inmensa de cómics en el librero. ¿Está usted convencido de que la Fuerza es real y la necesita con usted? ¿Sabe dar los buenos días en elfo? ¿Le sigue teniendo miedo a ser adulto aunque hace ya por lo menos una década que sacó su IFE? Usted es un geek. Dígalo sin pena.
Porque como están los tiempos de la cultura pop la verdadera vergüenza es no ser un geek. Ese geekfest apoteósico que es Star Trek: en la oscuridad o, como seguramente le pondrán en los cines, Star Trek II, hace que valga la pena ser adolescente por siempre y para siempre.
Puede que En la oscuridad sea la mejor secuela en esta era de las series fílmicas. La secuela inicial heredera de Indiana Jones, el gran antagonista interpretado por Benedict Cumberbatch (temo decir quién es porque no quiero echar a perder la sorpresa a quien no lo sepa, pero fans de Star Trek: serán muy felices), el cerebral Mr. Spock convertido en héroe de acción y el heroísmo trágico de Kirk: todo se siente tan genuino como si uno nunca hubiera visto antes a estos personajes.
¿Quiere saber la trama? No se la diré. Este tipo de historias merecen como homenaje el misterio. Disfrute cada pequeña referencia a la serie original, hay muchos guiños obvios pero otros más oscuros (recuerde: 23-17-46-11). Decirle más me parece echarle a perder el viaje.
Si usted si es un adulto como es debido, es decir, no es un geek, le costará trabajo entender tanto entusiasmo. ¿Qué chiste tiene una película sobre una serie de televisión vieja? Pues tiene todo el chiste del mundo porque complacer a los fanáticos (el término en este caso es adecuadísimo) de esa religión que es Star Trek se necesita se necesita Se necesita ser un gran narrador, un gran director y un maestro de psicología de masas. Se necesita sabérselas.
Y ese J.J. Abrams se las sabe. En el 2009, contra todas las expectativas, su reinicio de la historia clásica de Star Trek fue un éxito con el público general, pero, sobre todo, inesperadamente pegó jonrón con los niños caprichudos que son (somos) los geeks.
¿Por qué? Creo que porque Abrams y su asombroso equipo creativo (los guionistas Roberto Orci, Alex Kurtzman y Damon Lindelof) supieron entender que en el corazón de todo geek hay hambre de aventura y de heroísmo. Esos deseos estuvieron perfectamente encarnados por el capitán James Tiberius Kirk interpretado por Chris Pine, quien resultó un Kirk perfecto para reiniciar la historia: rebelde, peleonero, lleno de gut feelings. Es, indudablemente, la iniciación del Kirk de William Shatner. Y qué decir de Zachary Quinto como Mr. Spock, un personaje que Leonard Nimoy había convertido en irrepetible, la verdadera estrella de toda la saga de Star Trek Hasta que llegó Quinto (aunque Nimoy no ha dejado la saga, no. Se va a morir con esas orejas puestas).
Zoe Saldaña como la teniente Uhura, el enorme Simon Pegg como el ingeniero Scotty, y todos los actores que completan la tripulación del USS Enterprise lograron algo fantástico, una película que es puro gozo. Y ahora sume a la nómina a Cumberbatch, héroe geek desde que se convirtió en Sherlock Holmes para la BBC. Nos encontramos ante una secuela muy difícil. ¿Sería posible recobrar eso tan único de la primera película? ¿Algo tan genuino, algo para ser un geek feliz? Pues sí, lo lograron. Y usted no debe perdérselo.
concepcion.moreno@eleconomista.mx