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“La herencia como una forma de la amistad”: Juan Villoro

La recuperación de la memoria lleva a uno de los personajes a un momento de asombro: empieza a llenarse de su propio pasado a partir de las largas conversaciones que tiene en un resort en el Caribe con su mejor amigo.

La conversación es una forma de recuperar lo que fuimos. Arrecife trata de la recuperación de una vida a través de la amistad y la conversación.

La recuperación de la memoria lleva a uno de los personajes a un momento de asombro: empieza a llenarse de su propio pasado a partir de las largas conversaciones que tiene en un resort en el Caribe con su mejor amigo. De pronto, sospecha que los recuerdos que le está dando no necesariamente corresponden a la vida del protagonista. No son necesariamente sus recuerdos, es una modificación del pasado. Se trata de la herencia como una forma de la amistad .

Lo anterior lo dijo Juan Villoro (ciudad de México, 1956) durante la presentación de Arrecife (Anagrama, 2012), su más reciente novela, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

HISTORIAS MAGNÉTICAS

Arrecife fue presentada por Rafael Pérez Gay (ciudad de México, 1957), quien afirmó: Villoro ha escrito una novela hiperactiva. No se permite un respiro, se niega a cumplir la vieja sentencia de que toda novela atravesará tarde o temprano por el desierto del tedio. Y cuando parece que la luz tenue convertirá el escenario en un salón de relajaciones orientales, Villoro prende las luces y le sube el volumen a la historia.

Arrecife es un conjunto de historias magnéticas, una trama de intrigas unidas por una delgada línea central sobre la que vuelve una y otra vez sólo para desatar nuevos relatos. Arrecife, una novela de sublevaciones, de rebelión contra la paz del sepulcro del género, por eso parece novela ecológica, de acción, de enfermedad, del rock, de la droga, de la política, thriller de los jirones mexicanos en alba del siglo XXI, todo al mismo tiempo .

PERPOSICIÓN DE TIEMPOS

Arrecife es una inteligente superposición de tiempos. Quizá uno de los secretos de este imán narrativo sea ése: contar el pasado como si ocurriera de nuevo.

A este hecho prodigioso le llaman memoria y Villoro ha logrado iluminar el escenario como le viene en gana, en plenitud de facultades y en el cenit de la madurez. No es poca cosa en un medio acostumbrado a la autocomplacencia de los escritores después de cierta edad, como si los escritores mexicanos se perdonaran la pasión de sus años juveniles y se refugiaran en pantuflas sin más gato que una chimenea, como decía el poeta , dijo Pérez Gay.

Novela de velocidades de vértigo escrita con lentitud de orfebre; relato de fluidez bárbara que sin embargo incluye una cantidad alta de aforismos tallados mano; historia dura y cruda de una amistad a la vez tierna y triste; una construcción novelística pensada y diseñada con teodolito, pero desesperada ante el hecho inalterable de que nada dura. Villoro nos muestra de nuevo que no hay escritor de raza sin ambigüedad. Él es uno de ellos , concluyó Pérez Gay.

agarcia@eleconomista.mx

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