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Arte e Ideas

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La ópera que llena el Auditorio

Allegro molto - José Alfredo Páramo. La reciente puesta en escena de Madama Butterfly en el Metropolitan Opera House, no sólo llenó a tope el recinto neoyorquino, también lo hizo con su retransmisión en el Auditorio Nacional.

Madama Butterfly, ópera que en su estreno, el 17 de febrero de 1904 en La Escala de Milán, constituyó el más doloroso fracaso para Giacomo Puccini (1858-1924), abarrotó el sábado el Coloso de Reforma , como suele llamarse el Auditorio Nacional.

Este público mexicano había acertado, porque la transmisión en vivo de la producción de Anthony Minghella desde el Metropolitan Opera House de Nueva York quedará para perpetua memoria.

La soprano estadounidense Patricia Lynn Racette, en el papel de Cio-Cio-San (Madama Butterfly), encabezó el reparto. Sobre aquél recae el peso de la ópera de aproximadamente dos horas de duración, en extremo demandante en lo musical y en lo psicológico.

Su voz potente y su actuación conmovieron al auditorio desde el primer acto, que concluye con el dúo de amor, en el que intervino el tenor italiano Marcello Giordani, en el papel de Benjamin Franklin Pinkerton, teniente de la Marina de Estados Unidos.

De este intenso dúo de Madama Butterfly dijo el musicólogo británico Mosco Carner (1904-1985), biógrafo de Puccini: Debe clasificarse como el más bello que compuso en su vida en cuanto concierne a sutileza y flexibilidad de la línea vocal y como el más analítico en la sugestión de las emociones fluctuantes de ambos personajes .

Patricia Racette supo transmitir la evolución psicológica de su personaje desde la ingenua niña japonesa de 15 años ciegamente enamorada del marino extranjero, hasta la mujer madura que, tres años después, cae abatida por el infortunio.

Un momento particularmente intenso fue el de la reacción de Cio-Cio-San a la pregunta de Sharpless, cónsul de Estados Unidos (Dwayne Croft), en el sentido de qué haría ella si Pinkerton nunca regresara.

Tras la seca nota al unísono de las cuerdas y el timbal, sobreviene una pausa en que el silencio es más elocuente que la música. Patricia Racette quedó en este momento con el rostro descompuesto: el golpe de esa pregunta ominosa había herido de muerte a Cio-Cio-San.

La vigilia nocturna, en que la muchacha aguarda, al final de la ópera, el arribo de Pinkerton, fue cautivadora. Los intérpretes estuvieron a la altura de esta música que convierte a la escena, en palabras de Carner, en una de las más poéticas de todo el género operístico, la pieza más inspirada que brotó de la cabeza del compositor .

Complementaron el reparto Maria Zifchak (Suzuki, la sirvienta), Greg Fedderly (Goro, un agente matrimonial), Dean Peterson (Bonzo), David Won (Yamadori), Edyta Kulczak (Kate Pinkerton) y Keith Miller (Comisionado imperial).

Al contemplar a la multitud de personas que seguían conmovidas Madama Butterfly, recordamos las palabras de Puccini consignadas en las crónicas que dieron cuenta del estreno: Sigan gritando, bestias, ya verán quién tiene la razón. Ésta es la mejor ópera que he compuesto .

A partir de su segunda presentación en Brescia, tres meses después del desastroso estreno en Milán, Madama Butterfly habría de convertirse paulatinamente en una de las óperas más estimadas del repertorio universal.

Las próximas transmisiones en vivo desde el Met serán La Sonnambula (La Sonámbula), de Vincenzo Bellini, el 21 de marzo, y La Cenerentola (La Cenicienta), de Gioacchino Rossini, el 9 de mayo.

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