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Arte e Ideas

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“Los jóvenes sufren una inmensa falta de cultura que les terminará dañando”

Es lamentable que el entretenimiento venido de EU tenga tanta influencia empobrecedora sobre Hispanoamérica, señala el poeta, novelista y ensayista español en conversación a propósito de su libro La vida feliz de mis jóvenes ricos, editado por la Universidad Veracruzana, y estima que la política que encabeza AMLO “está agudamente en crisis”.

Entrevista a Luis Antonio de Villena, escritor y poeta

El poeta, ensayista, narrador, crítico literario y traductor español Luis Antonio de Villena es enérgico al hablar, se apasiona por lo que defiende y en lo que difiere. Es de esos autores que se han construido un temperamento al mismo tiempo que un estilo al vestir: un opinador sin cortapisas que procesa rápido y responde ágil, con diez ideas contenidas en una, siempre detrás de lentes estilizados, solares u oftálmicos, y ataviado con una bufanda azul o marrón o mostaza que, más que una prenda, en este peculiar intelectual de 69 años es una extensión dérmica.

Amigo de poetas y narradores como Francisco Brines y José Emilio Pacheco, ambos extintos ganadores del Premio Cervantes, erudito y precoz avezado en lenguas como el griego y el chino, contra todo impedimento sanitario, De Villena viajó recientemente a México para presentar la novela "La vida feliz de mis jóvenes ricos," su tercera publicación editada por la Universidad Veracruzana.

El Economista pudo conversar con De Villena en el contexto de la presentación de este libro que se publica antes en nuestro país y lo hará en septiembre en España. La conversación orbita temas como la crisis en la política del mundo, “el engaño de la juventud” y su distanciamiento con la cultura que, dice, cobrará factura tarde o temprano, y, en cambio, la terrible cercanía de América Latina con el "gringo" y su industria del entretenimiento, entre otros temas que detona su novela, un relato que transcurre en la España del ocaso franquista en un círculo de jóvenes acaudalados que llevan una vida de aparentes garantías de felicidad imperecedera, pero con desenlaces suicidas.

“En un principio parecería una novela evocativa de ese tiempo pasado, sin embargo, no lo es, porque también provoca en el presente: sobre los jóvenes que viven la juventud como un tiempo de esplendor, estupendo, donde toda la vida se abre hacia un porvenir lleno de esperanzas y cosas estupendas. Pero, poco a poco, van viendo cómo todas esas esperanzas se caen, se diluyen, no se terminan de realizar porque el fraude o el engaño de la juventud es que promete mucho para quienes parecen estar en posesión de todo y luego, cuando la juventud va acabando, la mayoría siente que la vida no va a ser lo que quería y las esperanzas se terminan, que lo que parecía al alcance de la mano ya no está. Entonces la vida empieza a enseñar su cara áspera, su cara amarga y menos gentil”.

—¿Realmente es necesario tener un proyecto de vida como salvación?

Cuando se tiene ese choque del final de la juventud, cuando uno de repente se ve privado de un momento que parecía privilegiado y entra en el de la madurez, de tener que jugar sus propias cartas, sí es muy importante tener un proyecto de vida, el que sea, incluso uno muy tradicional, aunque a mí no me guste mucho: casarse, tener hijos, ser un funcionario del Estado. Pero incluso ese proyecto ya significaría una salvación. O si uno no quiere ser pintor, cantante o simplemente un vagabundo y viajar por el mundo, al llegar a los 33 años, por poner una edad mítica, va a sufrir una especie de caída en crisis, a un cierto abismo.

—¿Qué tipo de crisis identifica hoy en día?

Vivimos en un mundo de crisis generalizada. Por ejemplo, durante mi estancia en México, el presidente (AMLO) dijo que la prensa estaba en crisis. Él no me podía oír, pero le hubiera dicho que la política también está muy en crisis: ‘la política que usted representa, señor López Obrador, está profundamente en crisis. Me temo que a usted mismo, así con su cabellito de anciano, le veo agudamente en crisis’. Pero lo mismo sucede con el periodismo. El internet es el futuro, pero todavía es un presente muy incierto, porque los periódicos digitales no pagan o pagan muy poco y si lo hacen, evidentemente la persona que escribe ahí va a tener de nuevo dificultades económicas. Todo es crisis.

—¿Qué hay de la cultura como catalizador?

Hoy hay muchísima incultura. Los jóvenes son los primeros que padecen la gran incultura que se vive, sufren sin darse cuenta una inmensa falta de cultura que les va a terminar dañando, porque están en niveles ínfimos. Y ahí viene la trampa de internet, que les ofrece entretenimiento en general muy malo. Es muy de lamentar que Estados Unidos tenga tanta influencia sobre Hispanoamérica, sobre todo porque es una influencia enormemente empobrecedora. La mentalidad del gringo medio es muy pobre. Y son los jóvenes quienes la están padeciendo.

—¿Qué sugiere para reparar ese déficit educativo y cultural?

Desgraciadamente son procesos lentos. Quizás hay que ir colocando la idea de que el mundo no se acaba en las tonterías de pseudoentretenimiendo de internet sino que hay muchísimo espacio por delante, que la mayoría de los jóvenes que creen conocerlo todo en realidad no han empezado a conocer nada.

—¿Pero quién debe detonarlo si usted argumenta una crisis política?

Ahí serían muy buenas las iniciativas privadas, digamos, fundaciones culturales que no dependen de los gobiernos y pueden tener proyectos para ir difundiendo cultura accesible, amena, donde no inviten a profesores tediosos. Si logran hacer que los jóvenes sientan que la cultura está llena de placer y de vida, en ese momento se entra en ella.

Extracto de La vida feliz de mis jóvenes ricos:

“No, la belleza no vuelve, como no vuelve la vida, y todo se desvanece como un fuego igual y distinto (...) Las grandes rotas columnas que somos, son, o llanamente el polvo que gira más allá de las estrellas, entre fuego y frío, donde el hombre se pierde por entero y se pierde también su voz, su imagen, su calor, su ventura...”

La vida feliz de mis jóvenes ricos

Luis Antonio de Villena

Año: 2021

Edita: Universidad Veracruzana

Colección Ficción

193 páginas

De Villena fue “pachequiano” y amigo

La vida feliz de mis jóvenes ricos es el tercer título que Luis Antonio de Villena presenta con la editorial Universidad Veracruzana. El primero fue el poemario En afán desmedido, dedicado a nuestro país, y el segundo texto, editado en 2019, fue precisamente el ensayo Iniciación a José Emilio Pacheco, libro enriquecido a partir de un trabajo publicado por la extinta editorial Júcar, de Madrid, en 1986, con el que De Villena se declaró uno de los primeros “pachequianos” de la península. En la edición para la UV, De Villena considera en Pacheco no sólo a uno de los grandes poetas mexicanos de la segunda mitad del siglo XX sino, en ese mismo periodo, “a uno de los grandes poetas de nuestro idioma todo”.

Es un prolífico poeta, narrador y ensayista, con casi 40 antología poéticas publicadas, más de 30 obras de narrativa y más de 40 libros de ensayo. Cuenta en su palmarés con el Premio Nacional de Crítica 1981, en España; el Premio Azorín de Novela 1995, el Premio Sonrisa Vertical de Narrativa Erótica 1999 y el Premio Internacional de Poesía Generación del 27 2004, entre otros.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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