Los límites de la locura amorosa

Después de todo el amor es cosa de locos. Pero ¿cuáles son los límites de la locura amorosa? ¿Cuáles son los límites de una obsesión? Estas son preguntas que uno se puede hacer después de ver la obra de teatro El coleccionista, protagonizada por los actores Bárbara Mori y Bruno Bichir y cuya historia parte de una obsesión pasional llevada a sus últimas consecuencias.

La anécdota de El coleccionista parte de este conflicto: Frederick (Bichir), un empleado de banco, tímido , bien freak y sin grandes ilusiones, se gana el premio mayor de la Lotería; como no sabe qué hacer con el dinero se le ocurre explorar el mundo en busca de las especies más raras de mariposas para coleccionarlas. Con su fortuna se da cuenta que se le han abierto todas las puertas, excepto una: la del amor.

Un día ve en la calle a Miranda (Mori), una joven y bella estudiante de arte, y se enamora de ella. Sabe qué el no cuenta con los atributos modélicos que lo podrían acercar a una mujer como Miranda y decide agregarla a su colección; es decir, secuestrarla, y ver qué pasa: tal vez con buen trato y comunicación, el amor emerja finalmente en el corazón de ella. Si Bella y Bestia se enamoran, ¿por qué no intentarlo?

La obra está basada en el best seller del británico John Fowles. Primero llegó al cine, hace 45 años, en una película que contó con las actuaciones de Terence Stamp y Samantha Eggar, quien fuera nominada al Óscar, y contó con la dirección de William Wyler. La obra fue representada por vez primera en México hace casi tres décadas en el teatro El Granero, con las actuaciones de Fernando Larrañaga y Rebecca Jones.

El coleccionista toma el tema del secuestro, uno de los síntomas más fuertes y despreciables de nuestra realidad nacional, para enganchar al espectador. Los productores Jorge y Pedro Ortiz de Pinedo, y Bárbara Mori junto con José María Torre buscaron en primera instancia a un actor mediático, Gael García Bernal para el personaje principal. En suma; apostaron por garantía: dos actores que atraen a las masas y una historia probada con ligeras adaptaciones. El resultado es total: sold out en el primer fin de semana. Pero curiosamente lo mejor de esta obra sale de lo estrictamente comercial; es el elemento imprevisto: Bruno Bichir interpreta el papel pensado para García Bernal.

Una adaptación medianamente lograda, una escenografía suficiente y adecuada, y una actriz poco exigida, hacen que el papel de Bichir realmente se robe la obra. Los aplausos del público al final son la mejor prueba de ello. Bichir se convierte en escena en un verdadero freak con quien nadie, a pesar de su timidez y fragilidad, quisiera encontrarse en una situación límite.

El inicio de la obra es malo: después de que Freddie introduce la situación y de que se proyecta una secuencia audiovisual que intenta conmover al espectador con la belleza de Mori, entramos a la guarida del rapto, en donde la experiencia del secuestro, que entendemos es traumática, no se resuelve de manera contundente: nadie se cree que Miranda pueda parecer tan tranquila frente a su captor, por más que aquel sea muy amable y ella muy seductora.

Ese desajuste, que es una carencia tanto del guión como de la dirección, poco a poco se va mejorando con la desesperación de Freakderick, quien no ve cambios reales en Miranda, y esa amabilidad encuentra trabas que lo sacan de quicio mostrando cambios de personalidad abruptos y temibles, añadidos al acto desesperado que significa un secuestro.

Sin embargo, la actitud de Freddie es solo la expresión límite de una obsesión común: el amor y el control. Lo dice el personaje de Bichir: si más gente tuviera el dinero y el tiempo necesarios se cometerían muchos más actos como éste . Cierto. A usted, esta sentencia, ¿no lo aterra?

aflores@eleconomista.com.mx