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Arte e Ideas

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Ninfomanía, esa aceptación sin prejuicios morales

Los huecos u hoyos de una ninfómana no se llenan ni con un hijo ni con esas experiencias peligrosas.

La segunda parte de la polémica Ninfomanía, del cineasta danés Lars Von Trier, está en las pantallas a partir de hoy en la Cineteca Nacional y en las salas comerciales del país.

Hacer una reseña de la secuela de una película exitosa (la vieron más de 30,000 personas en la pasada muestra de la Cineteca) y que además representa el tan esperado cierre de la trilogía de la depresión de Von Trier (Anticristo, Melancolía y Ninfomanía), no es sencillo.

La charla entre Joe (Charlotte Gainsbourg) y un hombre virgen (Stellan Skarsgard) aborda los temas del satanismo, al paganismo, la gran puta de Babilonia, desde el punto de vista religioso, moral e incluso cómico y hasta dinámico, pero no gráfico. El juego visual del sexo no llega a presentarse a lo largo de la película, que dura poco más de dos horas. Si el espectador iba por morbo o por continuar con el éxtasis de la primera parte, pensará que algo falló.

Podría decirse que Lars Von Trier hace en esta última película un estudio sobre esta enfermedad llamada adicción al sexo , pero que Joe se empeña en decir sin tapujos que se llama ninfomanía y que ella es una ninfómana, porque se acepta tal cual a pesar de ir en contra de esta sociedad moralista y que siempre encuentra un nombre para todo pecado.

Conforme pasan los episodios de la vida sexual adulta de Joe? siempre a manera de flashbacks; ahora tiene 50 años y está encerrada en una habitación fría , el espectador se da cuenta de que a pesar de cumplir cada fantasía sexual, en Joe siempre habrá insatisfacción o huecos (hoyos, ella los llama), que no se llenarán a pesar de todo lo que intente.

Incluso tener un hijo, contar con un esposo que acepta sus enormes deseos carnales, experiencias homosexuales o ganarse la vida aprovechando las habilidades obtenidas por la vida sexual no son suficientes y parece que carga con una especie de sufrimiento o penitencia por cumplir debido a sus pecados.

Será hasta que encuentra su árbol en una montaña (de niña, su padre la llevó a conocer su árbol favorito en el mundo) cuando finalmente se da cuenta que siempre ha jugado a ser una ninfómana y se enfrascará en un intercambio de opiniones con el hombre virgen para tratar de darle una explicación.

diana.salado@eleconomista.mx

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