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Para comprender nuestro entorno
Nos enseña la forma en que la ciencia nos ayuda a ampliar nuestros esquemas mentales.
Detrás de un título extraño y quizá pretencioso, se encuentra un libro fabuloso que nos habla de ciencia y su papel en nuestra vida cotidiana, pero lo más importante, en nuestro desarrollo personal. Lo maravilloso es que está con un lenguaje sencillo, capaz de acercar la ciencia a los simples mortales .
El autor, Pere Estupinyà, un divulgador de la ciencia, vende muy bien Comer cerezas con los ojos cerrados. El ladrón de cerebros desde la introducción: Yo concibo la ciencia como nuestro verdadero sexto sentido, un sentido creado por la cultura que permite al cerebro interpretar información externa llegada a través de experimentos (...) Es una especie de órgano sensorial externo y colectivo que amplía nuestra visión de la realidad, superar nuestras limitaciones de espacio tiempo y descubrir mundos que nunca percibiríamos con el resto de nuestros limitados sentidos .
El texto nos lleva a descubrir el papel de la ciencia en relación con la forma en que nuestro cerebro funciona para entender y enmarcar el mundo en el que vivimos. Comer cerezas con los ojos cerrados significa, para el autor, enfocarse en aspectos ocultos y que no son tan evidentes a la vista; implica que hay que dudar e ir más allá de lo que sabemos. Si escogemos una cereza madura, sólo comprobamos que su sabor es delicioso, pero si cerramos los ojos, debemos estar abiertos a lo que podemos encontrar y eso nos permitirá romper nuestros propios esquemas.
No es un libro de autoayuda, es más bien una clase amena donde descubrimos que la ciencia es capaz de hacernos ver aquello que se escapa a la vista y que a través de ésta y de sus diversas disciplinas nuestra vida se enriquece. Por lo anterior, Estupinyà hace hincapié en tener cuidado con formas de pensamiento no científico, como las creencias esotéricas, pensamientos mágicos y errores de apreciación relacionados con las creencias más que con datos objetivos, que nos llevan a decepciones tremendas y a tomar decisiones que juegan en nuestra contra.
En uno de sus capítulos nos habla del optimismo no realista, un esquema de pensamiento que básicamente nos hace pensar que, pese a todas las estadísticas y hechos de la realidad, a nosotros no nos pasará nada malo. Por ejemplo, un adolescente que piensa que a él o ella no vivirá un embarazo no deseado si no tiene las precauciones necesarias, cuando los datos dicen lo contrario; o creer que México ganará más medallas de oro de las que puede ganar o que la selección mexicana podría ser campeona del mundo, cuando los datos y resultados arrojan otro panorama.
Sin embargo, Estupinyà no descarta el valor de la imaginación y la intuición, pero nos invita a no quedarnos ahí, en ese sentido, y es uno de los mensajes más importantes, asegura que la inteligencia no es una cualidad, sino una actitud, es decir, que una mente cerrada es la que cree ciegamente, contraria a una mente abierta que pregunta, duda y va de turista del conocimiento saciando su curiosidad, lo que aplica para cada área de nuestra vida, ya seamos médicos, abogados o periodistas. Lo importante es saber distinguir un hecho científico de una creencia.
@faustoponce