Pearl Jam: luchando por traerlo de vuelta

Hace 20 años algo había en el agua, en el aire. Algo que hizo que se produjera un fenómeno llamado grunge. En 1991, sin que nadie lo esperara ni lo predijera, un nuevo sonido nacía en Seattle y resonaba en todo el mundo. Guitarras distorsionadas, líneas melódicas pop, letras llenas de ira y desencanto. El sonido de toda una década, el himno de una generación.

Dos bandas definieron el movimiento: Nirvana y Pearl Jam. Nirvana fue una bengala con fin trágico: el suicidio de su vocalista, Kurt Cobain. La muerte de Cobain en 1994 parecía marcar el fin del grunge. Pero Eddie Vedder, el líder de Pearl Jam, nunca creyó en movimientos ni en obligaciones generacionales. Pearl Jam siguió floreciendo, madurando, produciendo grandes discos. Durante 20 años, Pearl Jam sobrevivió y se convirtió en uno de los grupos de rock más importantes de la historia.

Es la noche del jueves 24 de noviembre en el Foro Sol de la Ciudad de México. Es una cita imperdible. La gira con la que el grupo celebra dos décadas de existencia. Veinte años justos de que la enfermedad del grunge se desperdigara por el mundo con el Nevermind de Nirvana y el Ten de Pearl Jam. Se dice que nada ha ocurrido en el rock desde aquellos años. Dos décadas después de aquella revelación, henos aquí, los adolescentes de entonces convertidos en treintañeros con líneas de expresión y entradas en el pelo.

Confieso que hasta hace poco no me consideré fanática de Pearl Jam. Un resentimiento absurdo me acompañaba: detestaba el hecho de que Eddie Vedder siguiera vivo y Kurt Cobain no. Durante años evité a Pearl Jam como quien rompe fotografías que le traen malos recuerdos. Mi reconciliación con Vedder y compañía fue gracias al Backspacer, su más reciente disco. Ese disco fue una verdadera epifanía para mí, me hizo darme cuenta de lo mucho que extrañaba al grunge, de la falta que me hacía un poco de Pearl Jam en mi vida.

En dos años transité, con la convicción del converso, todo el camino de la discografía de Pearl Jam y del par de discos solistas de Vedder. Así, la noche del 24 camino juntos a miles de fans de Pearl Jam (yo, la fan nueva, ellos, supongo, seguidores de toda la vida) todos listos para el concierto.

EL ROCK ES UNA EXPECTATIVA COLECTIVA

Siempre me sorprende lo mucho que el rock es una experiencia colectiva. Importa mucho lo que esté haciendo el de al lado, necesitas del contagio de la euforia, de los gritos de la muchedumbre. Es falso que se vaya a un concierto exclusivamente a escuchar música, se va también a todo lo demás.

La noche del concierto de Pearl Jam está llena de gritos. Con que toquen ‘Corduroy’ me siento contento oigo que dice un vecino de asiento, No mames, ‘Yellow Ledbetter’ , le contesta su acompañante.

El rock como experiencia colectiva tiene un momento mágico, ese en el que la multitud completa reconoce las primeras notas de una canción y grita triunfal. Eso sucede mucho en el concierto de Pearl Jam. Es claro que vienen listos para complacer al público. La noche comienza con Release , pronto llega a éxitos como Corduroy , Given to Fly y la dulce Ederly Woman Behind the Counter in a Small Town . En cada una de las canciones el público estalla.

La segunda parte del concierto es una locura: Even Flow , Daughter , Better Man transforman al Foro Sol en una sola voz.

En el encore canciones obligatorias de cualquiera que haya crecido en la década de los 90: Jeremy y Do the Evolution . Pronto llega el turno de las canciones nuevas: Just Breathe que abreva de la vertiente folky del grupo (Vedder se la dedica a unos recién casados que trabajan con el grupo) y una favorita personal: The Fixer . En esta última, Vedder canta sobre cómo le gusta traer de vuelta lo que se ha perdido. Esta noche así ha sido: nos ha traído de regreso algo que pensábamos perdido hace 20 años.

cmoreno@eleconomista.com.mx

klm